XXXIII Domingo del tiempo ordinario (C):“Con su perseverancia salvarán sus almas”
Perseverante en la búsqueda de la justicia
XXXIII Domingo del tiempo ordinario
Año litúrgico 2021 - 2022 - (Ciclo C)
Muchas de las peregrinaciones y recorridos turísticos no pueden prescindir de los templos, pues son una muestra de pintura, escultura, arquitectura, historia de fe. Quienes los construyeron es posible que les inquietó el poder o la lujuria, pero en general, esperamos que sea la fe, la expresión de amor y veneración a un Dios de amor.
Jesús relativiza la belleza del templo, pero un tiempo antes había expulsado a los vendedores del templo (cf. Lc 20,45-46). Su celo profético se centra en el futuro, en lo importante, en el día en que Dios desenmascare las injusticias.
¿Cuándo?
"¿Cuándo?" (Lc 21,7), no tiene una data precisa, no hay que hacer adivinaciones o cálculos en las estrellas, se trata, en cambio de cómo se vive este momento, cómo se construye historia, del sentido de las vivencias, el fervor para superar los momentos difíciles.
El futuro es presente, la construcción del reino es en esta historia. No se puede andar a la deriva; los falsos cristos, los místicos fanfarrones, deberán pertenecer a esta historia para construir el Reino.
Jesús no descarta la expectativa, al contrario, la fortalece con la fe, la confianza y la serenidad. Es decir, esta expectativa por el Reino no puede estar llena de angustias o ilusiones, alejadas de la realidad, de las promesas de Dios.
En medio de esta historia agitada por el conflicto, nos queda la perseverancia. Significa, resistir a las ilusiones y trabajar con responsabilidad, sin desmayar. Poner los retos más grandes en las manos de Dios y en las propias para la salud presente y eterna.
Este domingo, se dedica a la Jornada Mundial por los Pobres, es multitudinaria porque somos millones. El papa Francisco ha escrito su mensaje que puede ayudar a la reflexión. A continuación, un resumen, y para profundizar pueden ir directamente al mensaje completo.
Palabra del papa Francisco
El papa Francisco en la VI Jornada Mundial de los Pobres reflexiona en base a las palabras de Pablo a la primea comunidad de Corinto: “Jesucristo se hizo pobre por ustedes” (cf. 2 Co 8,9). El objetivo es reflexionar sobre nuestro estilo de vida y sobre tantas pobrezas del momento presente.
Remite al recuerdo de la destrucción de Jerusalén y el exilio de los jóvenes hebreos que inspiró al salmista: «Junto a los ríos de Babilonia / nos sentábamos a llorar, / acordándonos de Sión. / En los sauces de las orillas / teníamos colgadas nuestras cítaras. / Allí nuestros carceleros / nos pedían cantos, / y nuestros opresores, alegría. / [...] ¿Cómo podíamos cantar un canto del Señor / en tierra extranjera?» (Sal 137,1-4).
Cuando se creía regresar a las relaciones interpersonales y directas, a reencontrarnos sin restricciones, después de la pandemia del COVID19 que afectó la situación laboral, aparece la guerra de Ucrania, “la insensatez de la guerra”, la intervención de la “superpotencia” y de los poderosos para deportar, someter al peligro de las bombas, dejarlos en la precariedad y la incertidumbre.
La invitación es a no desmaya en la solidaridad, «siendo rico, se hizo pobre por nosotros, a fin de enriquecernos con su pobreza» (2 Co 8,9). Es decir, Mientras más crece el sentido de comunidad y de comunión como estilo de vida, mayormente se desarrolla la solidaridad. La colecta que organizó San Pablo con los Corintios impactó positivamente como testimonio de generosidad, con momentos de desánimo, pero avivándose siempre en el amor a Jesús y al hermano.
No sólo se debe mantener viva la solidaridad, también necesitamos de la libertad, responsabilidad, fraternidad.
Hay una crítica al excesivo apego al dinero por parte de algunos cristianos, empantanados en la fe débil y endeble esperanza. La visión de una vida efímera y fracasada es infundida cuando la riqueza vislumbra y nos hace ciegos e indiferentes a los sufrimientos. Nadie está exento de las preocupaciones por los pobres y por la justicia social (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 201). El amor a los pobres no es una retórica, sino obras concretas, no al asistencialismo ni a las leyes o políticas sociales «concebidas como una política hacia los pobres pero nunca con los pobres, nunca de los pobres y mucho menos inserta en un proyecto que reunifique a los pueblos» (Carta enc. Fratelli tutti, 169).
Existir en este mundo es una gracia, pero no para sobrevivir sino para tener una vida digna y feliz.
“La pobreza que mata es la miseria, hija de la injusticia, la explotación, la violencia y la injusta distribución de los recursos. Es una pobreza desesperada, sin futuro, porque la impone la cultura del descarte que no ofrece perspectivas ni salidas… No existen más salarios justos, horas de trabajo justas, y se crean nuevas formas de esclavitud, sufridas por personas que no tienen otra alternativa y deben aceptar esta venenosa injusticia con tal de obtener lo mínimo para su sustento.” (8)
La pobreza que libera, en cambio, es la que se nos presenta como una elección responsable para aligerar el lastre y centrarnos en lo esencial… Los pobres, en realidad, antes que ser objeto de nuestra limosna, son sujetos que nos ayudan a liberarnos de las ataduras de la inquietud y la superficialidad.
La pobreza de Cristo nos hace ricos. Significa que hay un valor no reconocido por el mundo, el amor de Cristo… Por amor se despojó a sí mismo y asumió la condición humana. Por amor se hizo siervo obediente, hasta morir y morir en la cruz (cf. Flp 2,6-8). Por amor se hizo «pan de Vida» (Jn 6,35), para que a nadie le falte lo necesario y pueda encontrar el alimento que nutre para la vida eterna… Si queremos que la vida venza a la muerte y la dignidad sea rescatada de la injusticia, el camino es el suyo: es seguir la pobreza de Jesucristo, compartiendo la vida por amor, partiendo el pan de la propia existencia con los hermanos y hermanas, empezando por los más pequeños, los que carecen de lo necesario, para que se cree la igualdad, se libere a los pobres de la miseria y a los ricos de la vanidad, ambos sin esperanza.
La reflexión finaliza con un escrito de Charles de Foucauld, canonizado el 15 de mayo 2022. Un hombre que, nacido rico, renunció a todo para seguir a Jesús y hacerse con Él pobre y hermano de todos. Su vida eremítica, primero en Nazaret y luego en el desierto del Sahara, hecha de silencio, oración y compartir, es un testimonio ejemplar de la pobreza cristiana.
Que esta VI Jornada Mundial de los Pobres se convierta en una oportunidad de gracia, para hacer un examen de conciencia personal y comunitario, y preguntarnos si la pobreza de Jesucristo es nuestra fiel compañera de vida.
Lectura del santo Evangelio según San Lucas 21, 5-19
En aquel tiempo, como algunos hablaban del templo, de lo bellamente adornado que estaba con piedra de calidad y exvotos, Jesús les dijo:
«Esto que contempláis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea destruida».
Ellos le preguntaron:
«Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?».
Él dijo:
«Mirad que nadie os engañe. Porque muchos vendrán en mi nombre diciendo: “Yo soy”, o bien: “Está llegando el tiempo”; no vayáis tras ellos.
Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico.
Porque es necesario que eso ocurra primero, pero el fin no será enseguida».
Entonces les decía:
«Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países, hambres y pestes.
Habrá también fenómenos espantosos y grandes signos en el cielo.
Pero antes de todo eso os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a las cárceles, y haciéndoos comparecer ante reyes y gobernadores, por causa de mi nombre. Esto os servirá de ocasión para dar testimonio.
Por ello, meteos bien en la cabeza que no tenéis que preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro.
Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os entregarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán a causa de mi nombre.
Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas».
Pintura:
La última versión de la masacre de los inocentes
La masacre de los inocentes es el tema de dos de los cuadros del pintor Peter Paul Rubens, uno de los cuales se conserva en la Galería de Arte de Ontario en Toronto (Canadá), y el otro en la Alte Pinakothek de Múnich (Alemania). Las pinturas representan el episodio bíblico de la Matanza de los Inocentes
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