Adviento 1- C - Vigilantes en la oración

Domingo I de Adviento – Ciclo C (Lucas 21, 25-28.34-36) 2 de diciembre de 2012


“(...) Anímense y levanten la cabeza, porque muy pronto serán libertados”


Cada viernes en el Templo de Santo Domingo se celebra la eucaristía por el Señor de la Justicia. Los fieles se apropian de la frase de Jeremías: “El Señor es nuestra justicia”, con él los casos no son perdidos. En el fondo es un compromiso de Dios con su pueblo. Pero el sentido de justicia sobrepasa al “dar a cada quien lo que le corresponde”,- ¿quién determina lo que te corresponde?, - se la entiende como hacer valer al que no vale, bajarle a pisar tierra a quien se cree en las nubes, hacer humilde al orgulloso, servidor al tirano. Es decir, el compromiso divino no se impone como hacen los poderosos sino que llama a esperar la justicia prodigiosa de Dios; ser, vivir y actuar con los valores que Dios nos da.
La dedicación a lo divino. La venida del Señor parece que implica la muerte y, si es así, será mejor preparar el día del encuentro con el Señor. ¿Como prepararse? Siendo santos, viviendo el amor, no el individualista, sino el que se parte con los demás, sin excepción, con la alegría de la navidad; el niño Jesús no excluye a nadie de su amor.
Adviento significa tiempo de esperanza, se acerca nuestra liberación. Pero la liberación no radica en la grandeza del templo, sino en levantar la cabeza para estar vigilantes en oración, abiertos los ojos del alma y de la vida. El talante del cristiano es ser una persona de oración, es la clave de las grandes decisiones de Jesús y de la comunidad.
Así, el cristiano debe inspirarse más en la esperanza que en el temor. Nuestra vida con matices apocalípticos se convierte en expresión de situaciones desesperadas, mensaje a veces deprimente. Sólo hay un camino para no caer en el desamparo inhumano: vigilar, creer y esperar que el evangelio, la libertad divina salga al encuentro de nuestra impotencia.

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