Alejandro Huaypar Farfán


Una vida en Adviento
Fray Alejandro Huaypar Frafán.

Creo que Dios tiene el privilegio de escoger a sus amigos, de llamarlos cuando los necesita, de tomarles de los brazos y hacerlos caminar a su casa. Alejandro fue llamado por Dios de una forma maternal, tal como su madre con mucha fe deseó en su corazón que su hijo sirviera a Dios; el hermano respondió y lo logró: Dominico hasta la vida eterna.

El 3 de diciembre, de manera callada como su personalidad, Dios nos hizo evidente el gran testimonio de una vida en adviento. Es cómico recordar nuestras conversaciones pausadas, por ejemplo: la forma cómo se subió el ángel de la Torre de Santo Domingo después de un terremoto; Helicóptero, grúa, ingenieros,… no superaron a la habilidad del hermano Alejandro, él valiéndose de un tecle, armando maderas, con sogas y fuerza de hombres pacientes hicieron posible que Lima siga vigilada y cuidada por el ángel que hoy no tiene espada, ni escudo pero que da vueltas por la fuerza del aire o el aterrizaje de un gallinazo.

Muchas veces llegué con una mochila y hambre a las puertas del convento, Fray Alejandro valiéndose de la firmeza de su bastón se aseguraba de llenarme el estómago y luego entregarme las llaves, alguna vez me dio la llave antigua, me quedé en la puerta hasta las 2 de la madrugada gracias al gentil auspicio de los ladrones que ese día robaron el automático. Le sucedía lo mismo a muchos huéspedes nacionales e internacionales, sólo que no recibieron la llave antigua, sino que encontraron dónde dormir, comer, ducharse, descansar, orar, pensar. Mi mochila pesada encontraba descanso.

En el primer año de estudios, me tocaba comprar el pan, despertarse a las 5:00 hrs. Hasta ahora sería mi castigo. El con mano firme retumbaba la puerta y nos despertaba. Era como que las cosas se hacían solas, llegábamos y ya todo estaba preparado para hacer sentir bien a la comunidad. San Martin de Porres era así, un engreidor. Siempre callado, a mi llegada para ser parte de su comunidad – hace dos años- me tenía preparada la habitación, parecía que se reía con los ojos, feliz de ver mi cara de sorpresa y gratitud.

El fue el único travieso o inocente que pudo ingresar una cámara fotográfica al Vaticano para el día de la canonización de San Martín, gracias a él tenemos un registro importante de fotografías. Recordaba con alegría a los frailes, los obispos y todos los que participaron de la gran fiesta.

Dios llama a sus amigos, de madrugada, Alejandro Huaypar partió a la casa del Padre Misericordioso. Quién como él que disfrutó de su vocación hasta la eternidad, con el elegante hábito dominicano, con rosario en mano tal como rezaba cada día, llevado por sus hermanos de hábito, acompañado por quienes busco hacer felices, en su convento recorrido hasta el último rincón, pues vivió por más de 50 años de sus 87.

Descansa en paz hermano Alejandro, pídele al Señor por tus hermanos; la muerte se estrelló, Jesús te tiene en su gloria.

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