El Bautismo del Señor (2020, A)

Año litúrgico 2019 - 2020 - (Ciclo A)



Bautismo de Cristo. TINTORETTO, DOMENICO. Copyright de la imagen ©Museo Nacional del Prado


El agua es el signo del cambio

Homilía y Reflexión,
Australia no será la misma desde el 2019, la ausencia del agua, larga sequía, ha cambiado la vida de su flora y fauna. La vida es diferente también con agua en abundancia, las inundaciones, los deshielos y los aludes. 

Los acontecimientos del mar Rojo y Moisés que salva al pueblo, del diluvio y el arca de Noé, y el gran acontecimiento del río Jordán y el bautismo de Jesús por Juan el Bautista. Desde el bautismo con el agua y el espíritu la vida del mismo Jesús revolucionará la vida del mundo y la nuestra.

El agua es tan importante que todos estamos luchando por cuidarla y protegerla de los abusos contaminantes, de las empresas mineras y de quienes pretenden monopolizarla. No cuidarla es desequilibrar el planeta y convertirnos en un globo caliente. El fenómeno de Australia es conocido como dipolo del Océano Índico o, también, como el Niño indio, que propicia una época de calor.  

¿Qué significado tiene para ti el agua? Sin beber agua no podrás vivir ni una semana. Qué significará para quienes viven en el desierto, o a la orilla de los ríos y pescan; para los niños que nadan libremente en las pozas, o los niños trabajadores de mineras artesanales, los fieles que se bañan en los “ríos sagrados”. En las caminatas por Roma no resistes las ganas de beber las aguas frescas de sus fuentes, aunque para algunos visitantes significará desperdiciar el valioso líquido.

De esta manera, las aguas del río Jordán, a partir del bautismo de Jesús significan pureza, regresar a Dios, tal como lo pedía Juan el Bautista. Jesús, está motivado a recorrer el largo camino desde Galilea al Jordán para bautizarse, y así  le dio el nuevo significado práctico: “vayan por el mundo enseñando y bautizando en el nombre del Padre, del hijo y del Espíritu Santo” Hace poco, hemos celebrado la Navidad del Niño Jesús para mostrar el rostro de la alegría, la ternura de la madre, la humildad de los sabios y las buenas noticias para los sencillos anunciadas por los ángeles. Hoy ese niño, celebra la navidad de su servicio público, y es anunciada por Dios mismo: “este es mi hijo, el predilecto”, y así inicia una labor práctica, cercana, de la comunicación de su Palabra, sin dejar de lado a su madre, a los niños, a los sabios y a los humildes, 

En este sentido, el agua significa la pureza, pero con Jesús significa que también somos hijos predilectos del Padre. Entonces, el bautismo es entendido para los cristianos como la puerta del cielo. En espíritu y en verdad podemos acceder directamente al Dios de amor, de la historia, de la liberación; a ser dignos hijos de Dios.

Finalizo con una corta historia. Éramos adolescentes curiosos y dispuestos a todo. En el internado, después de un partido de futbol nos refrescábamos en la piscina, saltábamos del trampolín, lanzábamos a algunos y era muy divertido. Un día, llegó uno nuevo al grupo, joven voluntarioso, después del partido de futbol acordamos meterlo a la piscina, lo lanzamos y escuchamos un grito desgarrador, estaba aterrorizado dentro del agua, recibimos varios manotazos en su desesperación, incluso fuera de la piscina seguía sacudiéndose. Fue tanto el susto que, hasta la cena, estallamos de risa cuando lo vimos ingresar. Desde aquel día, la piscina lo aterraba y aunque quisimos enseñarle a nadar, la fobia le superaba.

Entonces, desde tu bautismo, no eres el mismo, siempre fuiste hijo de Dios, pero si eres bautizado en el nombre de Jesucristo, eres también acreedor de sus gracias y sus obligaciones. Así estamos cada día sedientos de escucharle al padre que diga de mí o de ti: “Este es mi hijo muy amado” y también que el espíritu de amor vaya transformando nuestros corazones.    

 Homilía y Reflexión,

Lectura del santo evangelio según san Mateo 3, 13-17

En aquel tiempo, vino Jesús desde Galilea al Jordán y se presentó a Juan para que lo bautizara.
Pero Juan intentaba disuadirlo diciéndole:
«Soy yo el que necesito que tú me bautices, ¿y tú acudes a mí?».
Jesús le contestó:
«Déjalo ahora. Conviene que así cumplamos toda justicia».
Entonces Juan se lo permitió. Apenas se bautizó Jesús, salió del agua; se abrieron los cielos y vio que el Espíritu de Dios bajaba como una paloma y se posaba sobre él.
Y vino una voz de los cielos que decía:
«Este es mi Hijo amado, en quien me complazco».

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