Homilía y Reflexión

Homilía para "Reflexionar la vida terrena a la luz de la Sagrada Escritura"

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«Porque todo el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado.»

Jesús en el banquete de un líder fariseo.


La generosidad acompañada de arrogancia carece de verdadera humildad, y la humildad sin fe puede volverse inmisericorde en las relaciones. Para la generosidad de Dios no existen categorías de importantes y menos importantes: sólo la dignidad de ser hijos. Con su mirada profunda sobre la naturaleza humana, Jesús nos deja hoy perplejos.


SPAGNA – MADRID. Museo del Prado, Ultima Cena di Francesco Bassano, 1586

XXII Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2024 - 2025 - (Ciclo C)

Donde la humildad abre espacio y la generosidad no espera recompensa.

Sentarse a la mesa de la fraternidad

“Si quieres conocer a una persona, invítala a comer”. La mesa revela mucho más que modales: muestra nuestra historia personal, la relación con nuestros padres, el cuidado hacia los hermanos, la calidad de las conversaciones y el respeto hacia quienes sirven. Más allá de los gestos externos, lo que cuenta es cuánto valoramos a quienes están a nuestro lado.

En los Evangelios, la mesa es el escenario privilegiado de Jesús: allí expresa su alegría, tristeza y angustia, allí señala la traición y revela su amor. La mesa de Cristo no responde al protocolo social, sino a una mesa más íntima y profunda: la del corazón. Es una mesa con dimensión litúrgica, donde se celebra el amor interior, la verdad, la alegría y la generosidad de Dios.

Ser invitado a la mesa de la humildad

Al recibir una invitación solemos preocuparnos por la vestimenta, el regalo o el saludo. Pero Jesús nos invita a fijarnos en otra cosa: el puesto que ocupamos. El discípulo es, ante todo, invitado y servidor. No se trata de buscar el lugar preferencial, sino de asumir la actitud humilde de quien sirve.

En la vida social suele estar claro qué lugar ocupamos en una mesa o en el corazón de los demás, y muchas veces las invitaciones responden más al interés que a la generosidad. Sin embargo, quien vive con espíritu de servicio descubre la alegría interior que se enciende como luz de amistad.

El Evangelio nos recuerda que también somos invitados al banquete de los heridos: llevamos nuestras propias heridas y cargas. Este banquete, con sabor agridulce, no siempre encaja en la agenda de quienes tienen poder o recursos, pero es precisamente ahí donde se hace visible la ternura de Dios.


Invitar a la mesa de la generosidad

La clave no es solo a quién invitar, sino con qué intención. Jesús propone invitar por pura generosidad, sin esperar nada a cambio. Su enseñanza rompe con la lógica de los intercambios y los canjes de favores que dominaban las costumbres de su tiempo —y también las nuestras.

Lo peligroso es que, en ocasiones, los banquetes de los ricos se celebraban a costa del sacrificio de los pobres. Jesús denuncia esta lógica y nos invita a una generosidad que no discrimina entre ricos o pobres, sino que se fundamenta únicamente en la gratuidad.

Así, las reuniones que nacen de un corazón humilde y generoso fortalecen la verdadera amistad. En cambio, cuando la intención es presumir, competir o criticar, se revelan falsos vínculos. Por eso, la humildad es para Cristo la actitud sabia y santa: la base del amor auténtico.


Conclusión

El Evangelio de Lucas nos recuerda que todos valen, que todos pueden ser invitados. De nada sirve buscar los primeros puestos si ello nos lleva a la arrogancia y a la falta de misericordia. Las grandes virtudes no se alcanzan por rodearse de los poderosos, sino viviendo la humildad, el respeto fraterno y la confianza en Jesucristo.


Palabra del Papa Francisco

“La humilde generosidad es cristiana. El intercambio humano, de hecho, suele distorsionar las relaciones, las hace «comerciales», introduciendo un interés personal en una relación que debe ser generosa y libre. En cambio, Jesús invita a la generosidad desinteresada, a abrir el camino a una alegría mucho mayor, la alegría de ser parte del amor mismo de Dios que nos espera a todos en el banquete celestial.”

Papa Francisco.Ángelus. Plaza De San Pedro. Domingo, 1 De Septiembre De 2019


Lectura del santo Evangelio según San Lucas 14, 1. 7-14

En sábado, Jesús entró en casa de uno de los principales fariseos para comer y ellos lo estaban espiando.

Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les decía una parábola:

«Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y venga el que os convidó a ti y al otro, y te diga: “Cédele el puesto a este”. Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto.

Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga:

“Amigo, sube más arriba”. Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales.

Porque todo el que se enaltece será humillado; y el que se humilla será enaltecido».

Y dijo al que lo había invitado:

«Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado.

Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; y serás bienaventurado, porque no pueden pagarte; te pagarán en la resurrección de los justos».


SPAGNA – MADRID. Museo del Prado, Ultima Cena di Francesco Bassano, 1586

¿Son pocos los que se salvan?

En el evangelio de hoy alguien le pregunta a Jesús: “¿Son pocos los que se salvan?” La respuesta sorprende: Jesús no da una estadística ni un número. Él no habla de cantidad, sino de actitud. No dice “muchos” o “pocos”; dice más bien: “Esfuércense por entrar por la puerta estrecha”.

La pregunta, entonces, no es si serán muchos o pocos, sino: ¿estaré yo entre los que entran? ¿Seré de los primeros o de los últimos?

Cristo

Cristo y el joven rico (c. 1890) Heinrich Hofmann.

XXI Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2024 - 2025 - (Ciclo C)

Cantidad y eternidad

La puerta es estrecha, sí, pero el corazón de Dios es inmensamente ancho. Jesús nos invita a entrar, y Dios siempre espera con paciencia, con compasión, con misericordia. La eternidad no es como una salida de emergencia en medio de un incendio o un terremoto; no es una huida. La eternidad es un umbral, es el paso hacia la plenitud del amor de Dios.

Nuestra vida terrena es breve, frágil, limitada. Por eso, la eternidad se convierte en una oportunidad de plenitud: allí donde nuestro tiempo acaba, comienza el tiempo de Dios. Y nada puede limitar el amor eterno de Dios, salvo la dureza de nuestro propio corazón.

El olvido y la gratitud

El evangelio nos deja también una advertencia fuerte: algunos llamarán a la puerta y escucharán: “No sé quiénes son ustedes”. Son palabras duras, que parecen chocar con la infinita misericordia de Dios. Pero nos invitan a reflexionar: ¿acaso no hemos vivido como si Dios no fuera necesario en nuestra vida? ¿Cómo pedirle que nos abra la puerta al final si nunca lo buscamos en el camino?

El verdadero drama no es que Dios olvide nuestro nombre, sino que nosotros olvidemos el suyo. Quien vive sin Dios corre el riesgo de encontrarse un día sin lugar, sin comunidad, sin cielo.

El hoy de la salvación

Pero Jesús no nos deja en el miedo, sino en la esperanza. Somos capaces de pensar en la eternidad, en el cielo, en la vida futura… ¿y por qué no vivir ya hoy una “chispa de cielo”? Cada gesto de gratitud, de justicia, de solidaridad es una manera de ir entrando por la puerta estrecha.

Por eso, no posterguemos. La vida cristiana no se improvisa al final, se construye cada día en fidelidad y amor.

Conclusión

Hoy, al escuchar este evangelio, toca preguntarnos: ¿estoy caminando hacia esa puerta? ¿reconocerá Dios mi nombre cuando la toque? ¿Soy manso y humilde de corazón?

Pidamos a Santa Rosa de Lima, patrona de nuestra tierra, que interceda por nosotros para que vivamos con humildad, gratitud y confianza. Que, cuando llegue el momento, el Señor abra la puerta y nos diga: “Bienvenido, entra en la alegría de tu Señor”.


Palabras del Papa Francisco

"Que nos ayude en esto la Virgen María. Ella ha pasado por la puerta estrecha que es Jesús. Ella lo acogió con todo su corazón y lo siguió todos los días de su vida, incluso cuando ella no lo entendía, aun cuando una espada atravesaba su alma. Por eso la invocamos como la “Puerta del Cielo”: María, la Puerta del Cielo; una puerta que refleja exactamente la forma de Jesús: la puerta del corazón de Dios, un corazón exigente, pero abierto a todos nosotros."

Angelus, 25 de agosto de 2019


Permanecer en el amor de Cristo

Rosa, nace el 20 de abril de 1586, en Lima (Perú). Murió el 24 de agosto de 1617. Su cuerpo descansa en el Convento Máximo de nuestra Señora del Santísimo Rosario en Lima.
Rosa de Lima

Angelino Medoro: Retrato póstumo de Santa Rosa de Lima (1586-1617)

La humildad

Hoy, en la liturgia, San Pablo nos presenta a Jesús como el verdadero modelo de humildad: “Se humilló hasta hacerse obediente, hasta la muerte, y muerte de cruz”. Jesús, humilde y pobre, nos fortalece con su entrega. Ante el misterio de la encarnación y de la redención, no podemos menos que sentirnos pequeños. Y sin embargo, su humildad nos engrandece, su pobreza nos enriquece, su muerte nos da la vida. Estamos llamados a permanecer en el amor de Jesús.

Estamos llamados cada día a aprender de Él, a ser mansos y humildes de corazón. Porque Jesús tiene predilección por los pequeños, por los humildes… y en ellos se manifiesta su gracia.

Santa Rosa, testigo de la humildad de Cristo

Esa predilección se hizo visible en Santa Rosa de Lima. Ella permanece en el amor de su esposo Cristo. Desde su pobreza buscó siempre ayudar a los pobres. Inspirada en la fortaleza y el ejemplo de Santa Catalina de Siena, eligió consagrarse como terciaria dominica.

Hoy, es normal que una mujer tenga opinión pública, decida qué hacer con su vida. El rol de la mujer en tiempos de Rosa no pasaba del monasterio o del matrimonio. Rosa, como terciaria dominica, tenía incidencia pastoral, social, espiritual. 

 En medio de las dificultades de una familia numerosa, trabajaba con sencillez en el huerto, como tejedora, como cuidadora de niños. Todo lo hacía con amor, ofreciéndolo a Jesús, su Esposo, y a la Virgen del Rosario. La virgen del Rosario para los criollos estaba en el altar que hoy cobija las imágenes y reliquias de los santos peruanos, al centro Santa Rosa de Lima.

 Desde la pequeña ermita en el jardín de su casa elevaba oraciones y cantos por la conversión de los españoles y la evangelización de los pueblos originarios del Perú. En su hogar acogió a mujeres y niños, a esclavos y andinos, a ancianos y a madres embarazadas abandonadas. Malambo era la expresión de la miseria humana, el mercado no ha parado de negociar con las personas humanas.

Espíritu misionero y de servicio

Santa Rosa también alentaba a los frailes dominicos que partían en misión hacia la costa, la sierra y la selva amazónica. Su corazón misionero soñó incluso con un monasterio donde las mujeres peruanas pudieran consagrarse al Señor: aquel anhelo se concretó más tarde en el Monasterio de Santa Catalina.

Hoy, siglos después, su testimonio sigue vivo. Son muchas las mujeres -enfermeras, maestras, madres embarazadas- y también servidores del pueblo como la policía, quienes peregrinan a su casa buscando la intercesión de “Santa Rosita”, deseando aprender de su humildad y fortaleza. En Perú, muchas personas trabajan en muchos oficios, lo que popularmente se dice "mil oficios". Santa Rosa es la “mil oficios” dirigidos a asistir y acompañar a los menos favorecidos.

Que Santa Rosa de Lima nos inspire a vivir la humildad que nos abre al misterio de Cristo, el único que nos hace verdaderamente grandes. Que su ejemplo alimente nuestro caminar misionero, especialmente en el servicio a los más pequeños, los predilectos del Señor.

***
 “Retrato póstumo de Santa Rosa”, lienzo del artista italiano Angelino Medoro pintado pocas horas después del fallecimiento de la santa limeña, el 24 de agosto de 1617.

He venido a prender fuego a la tierra, 

¡y cuánto deseo que ya esté ardiendo!


El fuego del Evangelio es una llama que transforma y purifica. Su calor no solo une, también divide; es un tamiz radical que confronta la cultura del conformismo y desenmascara a los liderazgos manipuladores.

El prendimiento de Cristo, de Fra Angelico.

XX Domingo del tiempo ordinario
Año litúrgico 2024 - 2025 - (Ciclo C)

Estar divididos

Nadie quiere la división, ni en la familia ni en la sociedad. Y, sin embargo, la vivimos. Hay quienes llevan un fuego en el corazón y buscan la unidad, pero también hay quienes, con cuchillos en sus palabras y acciones, generan rupturas.

En la familia, la división deja cicatrices hondas que se transmiten de generación en generación. Por eso la gran pregunta es inevitable: ¿cómo evitar esas fracturas en tu hogar? ¿Qué gesto concreto podrías hacer hoy mismo para unir a tu gente?

Dividir

Jesús no habla de los que hieren por maldad o lanzan piedras de odio. La división que Él provoca es la del fuego del Evangelio, que quema el orgullo, el egoísmo, la mentira y la avaricia.

Los temas que nos dividen deben hablarse. Callarlos es comenzar ya el proceso de rechazo. Cristo, el Rey de las paradojas, nos ilumina con una enseñanza clara: decir la verdad y obrar con justicia. La verdad nos reconcilia con nosotros mismos, y la justicia nos abre al prójimo.

Bautismo

En el bautismo recibimos la gracia de ser hijos de Dios. Allí se hace presente la sangre y el agua que brotaron del costado de Cristo en la Cruz.

La Cruz es el signo del amor más grande que el mundo necesita, pero también revela la crueldad del ser humano: condenar a un inocente, manipular la fe, imponer intereses políticos. En la pasión aparecen la traición de Judas, la negación de Pedro, el miedo de los discípulos, la duda de Tomás.

Si miras tu vida, verás también momentos oscuros y cobardes. En tu familia, quizá recuerdes las veces que buscaste agradar más a los de fuera que a los de dentro, o cuando preferiste aparentar antes que mostrarte en tu verdad.

Necesitamos aprender a arder: a incendiarnos con la libertad del Evangelio. Pedir los dones de la prudencia para expresar con claridad y respeto nuestras opiniones en la familia. Orar para que Dios nos ayude a superar lo que parece insuperable.

Hay personas incapaces de examinarse a sí mismas, atrapadas en su egoísmo y soberbia. Pero la gracia del Evangelio puede quebrar esas resistencias.

En conclusión, El fuego del Evangelio y el amor de Dios nos ofrecen una estrategia paradójica: dividir para unir, entrar en conflicto para alcanzar comunión, decir la verdad para generar confianza.

Ese fuego no destruye: purifica, ilumina y nos hace capaces de amar con un corazón libre.

Palabra del Papa Francisco

"Jesús revela a sus amigos, y también a nosotros, su más ardiente deseo: traer a la tierra el fuego del amor del Padre, que enciende la vida y mediante el cual el hombre es salvado. Jesús nos llama a difundir en el mundo este fuego, gracias al cual seremos reconocidos como sus verdaderos discípulos. El fuego del amor, encendido por Cristo en el mundo por medio del Espíritu Santo, es un fuego sin límites, es un fuego universal. Esto se vio desde los primeros tiempos del Cristianismo: el testimonio del Evangelio se propagó como un incendio benéfico superando toda división entre individuos, categorías sociales, pueblos y naciones. El testimonio del Evangelio quema, quema toda forma de particularismo y mantiene la caridad abierta a todos, con la preferencia hacia los más pobres y los excluidos."
Angelus, 18 de agosto de 2019


Lectura del santo evangelio según san Lucas 12,49-53

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«He venido a prender fuego a la tierra, ¡y cuánto deseo que ya esté ardiendo! Con un bautismo tengo que ser bautizado, ¡y qué angustia sufro hasta que se cumpla!
¿Pensáis que he venido a traer paz a la tierra? No, sino división.
Desde ahora estarán divididos cinco en una casa: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra su nuera y la nuera contra la suegra».

“Donde está vuestro tesoro, allí está vuestro corazón”

 El tesoro o la riqueza del cielo necesita de nuestro corazón, mente, vida; por ello se pide una actitud vigilante, cuidadosa, perseverante.


tesoro

Federico Barocci - The Institution of the Eucharist


XIX Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2024 - 2025 - (Ciclo C)

 

La frase de Jesús: “Donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” va directa al centro de nuestra vida. El corazón, en su misteriosa centralidad, es el lugar donde se debaten las emociones que alimentan la mente y los gestos. Paradójicamente, está vinculado incluso con nuestro sistema digestivo: somos lo que comemos, y también lo que soñamos. A veces pensamos con el estómago y comemos con las fantasías de la mente. Nutrir mal el corazón es tan peligroso como nutrir mal el cuerpo; al contrario, un corazón bien alimentado da claridad a nuestros objetivos y firmeza a nuestros valores.

La gran insatisfacción —y la violencia— que vemos en el mundo nacen muchas veces de un corazón “indigestado” y un estómago fuera de lugar. Las intenciones corrosivas del ser humano han desviado el verdadero alimento del alma y del cuerpo. Lo vemos en la política, en algunas relaciones familiares, en modas y tendencias que deslumbran pero no alimentan. Incluso en el amor: algunos aman con el corazón, otros con el estómago.

Por eso, la vigilancia que propone el Evangelio de Lucas frente a la injusticia y la cultura de la exclusión es urgente. Debemos cuidar la pureza de lo que riega el corazón, el oxígeno que llega a la mente y lo que nutre nuestras metas diarias. Al despertar cada mañana, podríamos aplicar esta sabiduría: ¿a quién voy a llamar, o evitar llamar? ¿Qué puedo aportar a esta persona? ¿Alimento mi vida con la oración?

Hoy existen aplicaciones para casi todo: cómo generar riqueza, cómo administrar el tiempo… Pero ¿cómo ser ricos espiritualmente? La respuesta no está en fórmulas rápidas, sino en constancia, vigilancia y una fe que se fortalece incluso en la duda.

En el fondo, todos somos administradores de la vida que Dios nos confía, pero no podemos hacerlo solos. Jesús nos habla de buenos administradores: los que actúan con un corazón evangélico, y aquellos que, aunque lo proclaman, en realidad administran con un estómago hambriento e insatisfecho, buscando sus propios bolsillos.

Ante Dios, la verdad siempre queda al descubierto, incluso si nos creemos administradores “neutrales” o “agnósticos”. Jesús nos pide una vigilancia que evite caer en los extremos de la miseria o de la ambición, para que nuestro tesoro -y nuestro corazón- estén siempre en Él.

  • ¿Puedes poner dos ejemplos de los tesoros en tu vida?
  • ¿Cuáles son los tesoros que alimentan tu corazón? 


Palabra del Papa Francisco

Este es el verdadero tesoro del hombre. Seguir adelante en la vida con amor, con ese amor que el Señor sembró en el corazón, con el amor de Dios. Este es el verdadero tesoro. Pero el amor de Dios, ¿qué es? No es algo vago, un sentimiento genérico. El amor de Dios tiene un nombre y un rostro: Jesucristo, Jesús. El amor de Dios se manifiesta en Jesús. Porque nosotros no podemos amar el aire...

 

(Angelus, 11 de agosto de 2013)

 

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 12, 32-48

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No temas, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el reino.

Vended vuestros bienes y dad limosna; haceos bolsas que no se estropeen, y un tesoro inagotable en el cielo, adonde no se acercan los ladrones ni roe la polilla. Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.

Tened ceñida vuestra cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los hombres que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame.

Bienaventurados aquellos criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; en verdad os digo que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y, acercándose, les irá sirviendo.

Y, si llega a la segunda vigilia o a la tercera y los encuentra así, bienaventurados ellos.

Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, velaría y no le dejaría abrir un boquete en casa.

Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre».

Pedro le dijo:
«Señor, ¿dices esta parábola por nosotros o por todos?».

Y el Señor dijo:
«¿Quién es el administrador fiel y prudente a quien el señor pondrá al frente de su servidumbre para que reparta la ración de alimento a sus horas?

Bienaventurado aquel criado a quien su señor, al llegar, lo encuentre portándose así. En verdad os digo que lo pondrá al frente de todos sus bienes.

Pero si aquel criado dijere para sus adentros: “Mi señor tarda en llegar”, y empieza a pegarles a los criados y criadas, a comer y beber y emborracharse, vendrá el señor de ese criado el día que no espera y a la hora que no sabe y lo castigará con rigor, y le hará compartir la suerte de los que no son fieles.

El criado que, conociendo la voluntad de su señor, no se prepara ni obra de acuerdo con su voluntad, recibirá muchos azotes; pero el que, sin conocerla, ha hecho algo digno de azotes, recibirá menos.

Al que mucho se le dio, mucho se le reclamará; al que mucho se le confió, más aún se le pedirá».

"Así es el que atesora para SÍ y no es rico ante Dios"

 

 Frente a esa obsesión por acumular, Jesús revela la única riqueza verdadera: una vida auténtica, una relación íntima con Dios.


Tesoros en el cielo
La parábola del rico insensato, Rembrandt, 1627.

XVIII Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2024 - 2025 - (Ciclo C)

 

Codicia, herencia y juventud en busca de un futuro con sentido


Jesús enfrenta la codicia como una ilusión: una falsa seguridad que promete garantizar el futuro material, pero que en realidad oculta un alma vacía.


¿De qué sirve presumir ante los demás de lo que tienes, si tu corazón está lejos de lo que eres ante Dios?


La codicia: sutil, poderosa y destructiva

Escapar de la codicia no es fácil, especialmente cuando vivimos rodeados de valores artificiales y seguridades engañosas. Uno de los contextos donde más se evidencia es el reparto de herencias. 

El evangelio de hoy nos presenta la escena de un hermano que acapara lo que no le pertenece, que utiliza excusas para no compartir lo común, y encuentra éxito en el egoísmo. Disfruta el pan y la sopa que eran también para su hermano, y no le duele.

En estas situaciones aparecen dos palabras clave: justicia y sabiduría. La injusticia golpea los estómagos y los corazones. La necedad mina las decisiones y las perspectivas de futuro. Y cuando el reparto de una herencia es injusto y torpe, deja cicatrices imborrables, especialmente si el daño viene del propio hermano.


Un jubileo contra la codicia

Este domingo, mientras millones de jóvenes peregrinan en el Jubileo de la Esperanza, el contraste con la codicia global es abrumador. Jóvenes de todos los continentes, alzando sus banderas, caminando bajo el sol de Roma, no para acumular, sino para compartir la fe, pedir la paz y ofrecer sus ideales.


La juventud no vino a este Jubileo buscando placer, sino sentido. No agrandan sus graneros, agrandan su esperanza.
De ellos me quedo con:

  • su fe sencilla,
  • su deseo de encuentro,
  • su sacrificio bajo el calor del verano,
  • sus utopías que quieren sembrar cambios reales.


Gratitud y servicio: claves contra la avaricia

Un joven codicioso no agradece porque cree que todo es fruto de su esfuerzo. Pero la gratitud y la soberbia no pueden convivir. La ciencia lo confirma: el cerebro se vuelve más sano y feliz cuando se sirve a los demás, no cuando se encierra en sí mismo. No se trata solo de producir dopamina (placer), sino serotonina y oxitocina: las hormonas que generan felicidad, conexión, sentido.

La verdadera riqueza está en reconocer tus dones y ponerlos al servicio. Transformar el privilegio en responsabilidad, y la fe en acción.

Preguntas que duelen y salvan

¿Qué haces con lo que tienes?
¿Cómo llenas tu vida?
¿Cómo te presentas ante los demás… y ante Dios?

 

Palabra del Papa León XIV

“Queridos jóvenes, se aprende a elegir a través de las pruebas de la vida, y en primer lugar recordando que hemos sido elegidos. Este recuerdo debe explorarse y educarse. Hemos recibido la vida gratis, sin elegirla. No somos fruto de nuestra decisión, sino de un amor que nos ha querido”.

(Vigilia en Tor Vergata, Roma, 2 de agosto de 2025)

 

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 12, 13-21

En aquel tiempo, dijo uno de entre la gente a Jesús:
«Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia».

Él le dijo:
«Hombre, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre vosotros?».

Y les dijo:
«Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes».

Y les propuso una parábola:
«Las tierras de un hombre rico produjeron una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos, diciéndose: “¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha”.

Y se dijo: “Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el trigo y mis bienes. Y entonces me diré a mí mismo: alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe, banquetea alegremente”.

Pero Dios le dijo:
“Necio, esta noche te van a reclamar el alma, y ¿de quién será lo que has preparado?”.

Así es el que atesora para SÍ y no es rico ante Dios».

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Hola, soy Javier Abanto. Escribo reflexiones, vivencias y anécdotas. Publico artículos de teólogos y poetas. Estudie teología y comunicación. Desde el 2005 me dediqué a la docencia universitaria y a la gerencia de emisoras de corte cultural y religioso. La vida necesita de alegría y esperanza. Necesitamos a Dios en nuestra vida.
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¿Qué es "Luciérnaga"?

"Luciérnaga" Surge para expresarme de manera sencilla. Las luciérnagas remiten a mi origen rural - andino. Son visibles al caer la noche y hacen volar la imaginación con sus luces intermitentes, propias y naturales.

Luciérnaga se dirige a las personas de buena voluntad que buscan vivir con justicia y paz. Necesitamos del humor y la alegría. Y, sin duda, el mundo necesita de Dios.

Gracias por leer y compartir, no olvides comentar.

Javier Abanto Silva
javierabantosilva@gmail.com

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