"El Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena"
Dios habita tus miedos, no abandona, es la Trinidad, no estás sólo, sino para la comunión, la señal de la Cruz no es una rutina, sino una Misión.
La Santísima Trinidad. Museo Nacional de Arte, INBA Transferencia, 2000. ExPinacoteca Virreinal de San Diego.
La Santísima Trinidad
Año litúrgico 2024 - 2025 - (Ciclo C)
Dios habita tus miedos, no abandona, es la Trinidad, no estás sólo, sino para la comunión, la señal de la Cruz no es una rutina, sino una Misión.
Jesús, el reflejo encendido de la Trinidad
Jesús lanza sus palabras como si fueran un reflector que alumbra y apaga, no por inseguridad, sino con prudencia divina. Sabe cuándo mostrar y cuándo esconder, cuándo calmar y cuándo provocar. Sus palabras no son tibias, sino fuego: iluminan la ausencia, el miedo, el futuro incierto. Su deseo es claro: no evitar el dolor, sino acompañarlo con una promesa más fuerte.
Y esa promesa es esta: no estarán solos.
La Trinidad es el fundamento invisible que sostiene a los discípulos cuando todo lo demás parece derrumbarse. Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo: una comunión eterna que se abre paso hasta nosotros, que nos incluye, que nos cobija con amor a través del Espíritu.
Miedo real, consuelo profundo
La comunidad de los Doce se mueve en un pueblo pequeño, donde todo se sabe. Saben que los líderes religiosos, humillados públicamente por el milagro del ciego, no se quedarán de brazos cruzados. La reacción del poder herido no es la conversión, sino el castigo. Y en este caso, el castigo es la exclusión:
“Quien confiese a Jesús como el Cristo, será expulsado de la sinagoga.”
Una sentencia así no era sólo un castigo religioso: era una muerte civil, un golpe a la identidad, una herida al corazón espiritual del pueblo. Significaba ser declarado impuro, indigno, apartado.
Jesús lo sabe. Por eso habla con claridad.
No endulza la realidad, pero sí siembra esperanza:
“El Espíritu les conducirá a la verdad plena.”
Trinidad: Dios en auxilio de nuestras dudas
Hoy, en la Solemnidad de la Santísima Trinidad, no celebramos un concepto filosófico. Celebramos que Dios no se repliega, sino que sale al encuentro. El Padre crea y sostiene. El Hijo salva y revela. El Espíritu guía, consuela y transforma.
Dios no es soledad, es comunión eterna que se comunica.
Y nosotros, hechos a su imagen, no estamos llamados al aislamiento, sino a la relación, al vínculo, a ser reflejo de esa comunión divina.
Hoy, haz la señal de la cruz… con conciencia
Cada vez que haces la señal de la cruz, estás diciendo:
“Creo en este Dios que se dona, que es amor en relación, y que me envía a ser parte de ese amor.”
¿Tienes dudas? Está bien.
La fe no borra las dudas, las habita con esperanza.
Ese es el desafío: vivir como reflejo de la Trinidad,
aunque el miedo esté presente, aunque la oscuridad aún pese.
Hoy, no estás solo.
Estás habitado por el Dios que es Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Y ese Dios quiere habitar también en tus relaciones,
en tu comunidad, en tu manera de amar y servir.
Palabra del Papa Francisco
Dios trino y uno, queridos hermanos y hermanas, hay que mostrarlo así, con los hechos antes que con las palabras. Dios, que es el autor de la vida, se transmite menos a través de los libros y más a través del testimonio de vida. Él que, como escribe el evangelista Juan, «es amor» (1 Jn 4,16), se revela a través del amor. Pensemos en las personas buenas, generosas, mansas que hemos conocido: recordando su manera de pensar y actuar podemos tener un pequeño reflejo de Dios-Amor. Y, ¿qué quiere decir amar? No sólo apreciar y hacer el bien, sino antes incluso, en la raíz, acoger, estar abierto a los otros, hacer sitio a los otros, dejar espacio a los otros. Esto significa amar, en la raíz.
Lectura del santo Evangelio según San Juan 16, 12-15
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
- «Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues no hablará por cuenta propia, sino que hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir.
Él me glorificará, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que recibirá y tomará de lo mío y os lo anunciará».