Homilía y Reflexión

Homilía para "Reflexionar la vida terrena a la luz de la Sagrada Escritura"

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"Estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre"

El tema central del Primer Domingo de Adviento es la esperanza, la vigilancia. Ambas van en el mismo yugo, en el trabajo y, en especial, en el sentido de vivir, la alegría de renovar la vida.

Navidad

La Navidad de Giotto

I Domingo de Adviento-Año litúrgico 2025 - 2026 - (Ciclo A)

El entendimiento

El entendimiento remite a un instrumento cognoscitivo, entender mejor. ¿qué entiendo mejor? Entiendo mi propia historia y preparo el futuro. Entiendo las circunstancias y decido hacer lo correcto. Entiendo a las personas con quienes convivo. Entiendo las consecuencias de mis actos. Para sintetizar, ¿Entiendo lo que realmente es importante en la vida?

Esta ignorancia es muy contagiosa en tiempos de adviento, porque la preparación del nacimiento del Hijo de Dios pierde su centro. Mira y escucha a tu alrededor, las preocupaciones tuyas o las de los otros visionan la Navidad como un asalto mercantil.

El centro sigue al margen, no sólo en la preparación navideña, sino también en los liderazgos políticos y económicos. El centro ya no es Dios en un mundo gobernado por los más ricos. Las guerras, los atentados a la vida, tienen el mismo giro económico. El pueblo de a pie, parece terminar siendo parte de lo insignificante. La urgencia de la paz y la justicia exigida por los profetas es cada vez más actual y urgente.


¿Cómo rehacer la historia?

El profeta Isaías ante la urgencia de rehacer la historia les anuncia la llegada de un salvador, de Jesús. Las reacciones son tan conocidas: unos súbditos de los explotadores y los que se alimentan de migajas están contentos con la explotación, aunque sepan que es indigno; otros, que sueñan con la justicia y la paz entregan su palabra y vida para anunciar las verdades que pronto son reprimidas por los poderes. El profeta muere, pero su palabra vive como una incómoda referencia a las conciencias abusivas. Los explotados que tienen pan pronto se vuelven ignorantes y siguen siervos fieles de los poderes económicos. Para los que ven la vida con sentido de justicia, de honradez, de trabajo, de estudio, … el mundo parece darles la espalda, y deben discernir servir a los poderes de este mundo o llenar de la esperanza de Dios y perseverar.

Rehacer la historia necesita de centrar objetivos, ilusiones, pensamientos, misiones. Si en éstos, Dios está ausente, será como comer pavo y panetón sin Dios. Ese es el inicio de pérdida de objetivos en la vida, vivir al margen de el Salvador que nos trae su Palabra para ser libres.

El apóstol Pablo recoge este “sentido del sin sentido”, pone como luces referentes a la justicia y la paz para revestirse de Jesús y vivir el proyecto del Evangelio, lo cual supone un cambio radical de vida, vivir una experiencia transformadora desde la interioridad, revestirse del Señor Jesús.

El adviento es tiempo para reiniciar la vida, no se puede formatear la propia historia, pero si se puede vigilar en lo que más nos lleva a la equivocación, al pecado. El sentido de la vida pasa por la autoevaluación, por la renovación como después del diluvio, de la torre de Babel, de la venida de Cristo, de Pentecostés. En este domingo podrías analizar cómo recomenzar la vida con la luz y la misión de la Navidad.

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 24, 37-44

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuando venga el Hijo del hombre, pasará como en tiempo de Noé.
En los días antes del diluvio, la gente comía y bebía, se casaban los hombres y las mujeres tomaban esposo, hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre: dos hombres estarán en el campo, a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo, a una se la llevarán y a otra la dejarán.
Por tanto, estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor.
Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría que abrieran un boquete en su casa.
Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre».

"A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido".

Solemnidad de Cristo Rey

Instituida por el Papa Pío XI en 1925 y, más tarde, colocada al final del año litúrgico después del Concilio Vaticano II.

La Crucifixión. Orrente, Pedro de. Copyright de la imagen ©Museo Nacional del Prado

XXXIV Domingo del tiempo ordinario - Año litúrgico 2024 - 2025 - (Ciclo C)

¿Por qué Rey?

Gracias a la historia conocemos a los reyes. Todavía existen algunos. Al final, todos son humanos: algunos embriagados por el poder y el placer; el afán de tener se va incrementando. Aunque su vida privilegiada pueda ser anhelada e imitada por muchos, ninguno es eterno.

No son eternos, pero a menudo se sienten con la autoridad de decidir sobre la vida y la muerte. Hoy la escena es Jesús en la cruz. Se burlan de Él y ponen a prueba su autoridad, lo retan a salvarse de la muerte.

Lo paradójico de nuestra vida no es “salvarla”, sino donarla. Es imposible salvarla sin estar dispuestos a perderla. No puedes salvar lo que no estás disponible a entregar. Precisamente en la cruz, el nivel del amor divino supera a todos los reinados.

Poner a prueba a Dios

Jesús está entre malhechores, entre delincuentes. Eso hacen los poderosos de este mundo: matar justos y liberar delincuentes. El afán de poder busca engañar, entretener, escarmentar. Quieren mostrar cómo pueden sufrir la cruz quienes tienen voz profética, cómo se puede atormentar al Príncipe de la paz y de la justicia.

El pueblo tiene ante sus ojos la imagen de la muerte, del miedo; le cuesta asumir que lo quieren en silencio, y que quienes desean su silencio tienen miedo de perder el poder. Por ello, los castigos públicos terminan ofreciéndole al pueblo un enemigo común, un peligro visible, una “piñata” sobre la cual descargar golpes. No sólo el ladrón soberbio grita, también el pueblo clama: “¡Crucifícalo!”.

Dios supera las barreras

El buen ladrón manifiesta niveles de conciencia moral de manera objetiva y libre. Con un aparente arrepentimiento y sin nada ya que perder o robar, se reconoce culpable. Es el que puede “reinar” en el discernimiento de su propio proceder. En cambio, el ladrón soberbio sólo se hunde más en su obsesión por el mal y el desprecio humano; sin argumentos y con una conciencia errónea, no acierta a salir del fango de su orgullo.

El trono de la cruz

Jesús, desde su trono voluntario y lleno de enseñanzas, promete el paraíso: salva al buen ladrón y abre la puerta a todas las personas que quieran reconciliarse con Dios. Dios suele dar más de lo que promete y más de lo que se le pide. El buen ladrón muere con esperanza y con la puerta de la eternidad abierta.

 

Lectura del santo evangelio según san Lucas 23,35-43

En aquel tiempo, los magistrados hacían muecas a Jesús diciendo:

«A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido».

Se burlaban de él también los soldados, que se acercaban y le ofrecían vinagre, diciendo:

«Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo».

Había también por encima de él un letrero:

«Este es el rey de los judíos».

Uno de los malhechores crucificados lo insultaba diciendo:

«¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros».

Pero el otro, respondiéndole e increpándolo, le decía:

«¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en la misma condena? Nosotros, en verdad, lo estamos justamente, porque recibimos el justo pago de lo que hicimos; en cambio, este no ha hecho nada malo».

Y decía:

«Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino».

Jesús le dijo:

«En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso».


“ Yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario ”

La estrategia frecuente de dominación es la del miedo, porque éste quita la capacidad crítica, la de protesta. Específicamente, este estilo no es el mismo que el lenguaje apocalíptico. El primero, busca la oscuridad, el apocalíptico busca la revelación; el primero quiere pasividad, el segundo urge a vivir hoy con diligencia para preparar el mañana.

Juicio Final

El Juicio Final (Altar alado) Fra Angélico

(The Last Judgement (Winged Altar)) 

XXXIII Domingo del tiempo ordinario. Año litúrgico 2024 - 2025 - (Ciclo C)

El Evangelio de hoy nos habla de guerras, terremotos, signos en el cielo… Imágenes fuertes, casi de película. A primera vista, parecen anuncios del fin del mundo. Sin embargo, si nos quedamos solo con el miedo, perdemos lo esencial del mensaje de Jesús.

1. Un lenguaje que revela, no que asusta

La Biblia usa un estilo llamado lenguaje apocalíptico. “Apocalipsis” no significa destrucción, sino revelación. Es un modo simbólico de decir: algo de este mundo viejo se está cayendo, porque Dios está haciendo nacer algo nuevo.

Lucas, en su evangelio, recoge este lenguaje, pero con una intención muy clara: evitar el pánico y la manipulación. Ya en su época había gente que anunciaba fines del mundo para ganar seguidores. Jesús, en cambio, no viene a asustar, sino a desvelar dónde está de verdad la salvación: en el Reino de Dios, no en los poderes de turno.

2. Los lenguajes del miedo de hoy

Si miramos alrededor, vemos que el lenguaje apocalíptico no ha desaparecido; solo ha cambiado de formato.

• Noticias que insisten en la violencia, la guerra, las catástrofes… Los líderes que crean intencionalmente chivos expiatorios y enemigos comunes.

• Discursos políticos que dicen: “sin nosotros no hay futuro”. Y luego, se encargan de destruir el futuro del prójimo.

• Mensajes religiosos que solo hablan de castigo, condena y fin del mundo. Pero no aman a su hermano.

Son lenguajes que alimentan el miedo y nos dejan bloqueados, sin horizonte. Igual que en tiempos de Jesús, resurgen “profetas de desgracias” que usan la angustia para controlar, dividir o manipular.

Pero Jesús nos dice hoy, como entonces:

“No se dejen engañar”; “No se asusten”.

El problema no es solo que haya guerras, crisis o violencia. El problema es cuando el miedo se convierte en la última palabra y dejamos de creer que Dios puede hacer algo nuevo en medio de todo eso.

Y una cosa más, el profeta del miedo, en tu casa, o pequeña comunidad, siempre estará, los problemas llegarán. Con la caída de Jerusalén no se acabó la religión, la destrucción del templo no desapareció a Dios, … los manipuladores no son eternos, Dios es eterno, por ello nos da la fuerza para hoy preparar el mañana. No tiene ni mínima coincidencia con las modalidades de la agenda 2030 en el desarrollo sostenible que todavía es insostenible, mientras esperemos al 2045 (si sigo vivo).

3. ¿Qué hacer hoy con nuestra vida?

El Evangelio no es una invitación a encerrarnos esperando el fin, ni a vivir como si nada pasara. Nos propone otra cosa: No vivir instalados, como si este mundo fuera definitivo. Pero tampoco vivir paralizados, como si todo estuviera perdido.

La fe cristiana es anhelo de un mundo mejor, de una humanidad nueva. Esa novedad no se programa como un proyecto más: es don de Dios, es vida nueva que Él ofrece en Cristo.

Por eso Jesús se coloca a la puerta y llama. No viene a arrastrarnos fuera de este mundo, sino a caminar con nosotros dentro de él: En nuestras fragilidades, crisis, dudas y miedos.

La pregunta importante no es “¿cuándo será el fin del mundo?”, sino:

¿qué estoy haciendo hoy con mi vida, sabiendo que Cristo está a mi puerta? ("abrir la puerta")


4. Un lenguaje cristiano ante la violencia

En un mundo marcado por atentados, guerras, injusticias, violencias domésticas, redes sociales llenas de agresividad… ¿qué lenguaje pueden usar los cristianos?

No el lenguaje de la amenaza, del “ya verás”, del juicio sin misericordia.

No el lenguaje del todo da igual, del cinismo y la indiferencia.

El lenguaje cristiano está llamado a ser:

  • Profético: decir la verdad, denunciar la injusticia, no pactar con la mentira.
  • Esperanzador: recordar que el mal no tiene la última palabra.
  • Encarnado: no solo palabras bonitas, sino gestos concretos de amor, de solidaridad, de defensa de los más débiles.

Cristo no nos promete que no habrá persecución ni sufrimiento. Lo que promete es algo más grande:

“Yo estoy con ustedes”. “No tengan miedo”. Su presencia no siempre se ve con los ojos. Como le dice el zorro al Principito: “Lo esencial es invisible a los ojos”. Se ve con el corazón: en alguien que acompaña a un enfermo, en quien perdona, en quien comparte, en quien se mantiene fiel a la verdad aunque le cueste. Ahí, como levadura en la masa, Cristo está actuando.


Palabra del Papa León XIV

Romper la soledad: la pobreza que atraviesa todas las pobrezas

Aunque las pobrezas materiales siguen siendo un desafío urgente, León XIV subrayó que existe una herida más profunda y transversal: la soledad. E invitó a promover una auténtica cultura de la atención que rompa ese aislamiento, comenzando por la vida familiar y extendiéndose a escuelas, lugares de trabajo, comunidades y también al mundo digital. La cercanía, dijo, es el rostro concreto de la ternura de Dios.

En medio de guerras y violencias, un Evangelio que salva

El Papa reconoció que los escenarios de guerra y violencia llevan a muchos a un sentimiento de impotencia global. Sin embargo, denunció que esta sensación nace de una mentira: creer que la historia no puede cambiar.

Recordó que, precisamente en medio de las crisis, el Señor viene a salvar, y que los cristianos deben ser un signo vivo de esa salvación entre los pobres y afectados por los conflictos.

(Jornada mundial de los pobres. León XIV, 16 de noviembre de 2025).

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 21, 5-19

En aquel tiempo, como algunos hablaban del templo, de lo bellamente adornado que estaba con piedra de calidad y exvotos, Jesús les dijo:

«Esto que contempláis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea destruida».

Ellos le preguntaron:

«Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?».

Él dijo:

«Mirad que nadie os engañe. Porque muchos vendrán en mi nombre diciendo: “Yo soy”, o bien: “Está llegando el tiempo”; no vayáis tras ellos.

Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico.

Porque es necesario que eso ocurra primero, pero el fin no será enseguida».

Entonces les decía:

«Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países, hambres y pestes.

Habrá también fenómenos espantosos y grandes signos en el cielo.

Pero antes de todo eso os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a las cárceles, y haciéndoos comparecer ante reyes y gobernadores, por causa de mi nombre. Esto os servirá de ocasión para dar testimonio.

Por ello, meteos bien en la cabeza que no tenéis que preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro.

Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os entregarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán a causa de mi nombre.

Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas».


El Juicio Final (Altar alado)

(The Last Judgement (Winged Altar))


Fra Angelico


"Destruid este templo, y en tres días lo levantaré"

El templo de su cuerpo, el templo de Cristo y el nuestro. No más sustitutos: un culto vivo no consiste en ofrendar animales. El culto vivo es con seres humanos capaces de interactuar con Dios y el prójimo.

Expulsión del templo
Expulsión de los mercaderes del Templo, de Enrique Simonet.

Dedicación de la Basílica de Letrán

Año litúrgico 2024 - 2025 - (Ciclo C)

Jesús, ofrenda y templo

La escena del Evangelio es contundente: Jesús purifica el templo y, ante el escándalo, declara que el verdadero santuario es su propio cuerpo. No viene a mejorar un sistema de ofrendas; viene a ser la ofrenda. Si uno estuviera en el templo con la tórtola o el buey en la mano, Jesús parecería decir: “No traigas sustitutos: entrégate tú”. El culto nuevo no se compra ni se negocia: nace del don total de Cristo, y nos invita a ofrecernos con Él.

Contra el culto vacío

Jesús no prohíbe la oración ni el templo. Denuncia el vaciamiento del culto cuando se vuelve trámite, comercio o apariencia: cuando falta el corazón contrito, la escucha de la Palabra y la autenticidad ante Dios. Un perro atado a la puerta no reza por su dueño. El culto cristiano es personal y verdadero, o no es.

“Destruyan este templo…”

La novedad de Jesús no es un rito más puro, sino un templo resucitado. “Destruyan este templo, y en tres días lo levantaré”: hablaba de su cuerpo. En Cristo, Dios y el hombre se encuentran para siempre. Por eso el culto nuevo no consiste en poner carne al brasero para aplacar a Dios, sino en dar la vida y servir al hermano. Donde hay entrega por amor, allí el Resucitado levanta su templo.

Tú eres la ofrenda

En el bautismo fuimos hechos templos del Espíritu. Por eso, ante cada Eucaristía, el Señor nos susurra: “Trae tu vida al altar”. No bastan cosas en lugar del corazón:

Tu tiempo, cuando acompañas a quien sufre.

Tu paciencia, cuando eliges escuchar.

Tu perdón, cuando rompes cadenas de rencor.

Tus bienes, cuando comparten justicia y misericordia.

Eso es culto “en espíritu y en verdad”.


Señor Jesús, templo verdadero del Padre,

purifica mi corazón de todo comercio y apariencia.

Enséñame a ofrecerme contigo, sin sustitutos:

que mi oración sea verdad,

mi fe, servicio,

y mi vida, ofrenda viva para la gloria de Dios

y el bien de mis hermanos. Amén.


Palabra del Papa Francisco

 ¿Le permito que haga limpieza de todos los comportamientos contra Dios, contra el prójimo y contra nosotros mismos, como hemos escuchado hoy en la primera lectura? Cada uno puede responder a sí mismo, en silencio, en su corazón. «¿Permito que Jesús haga un poco de limpieza en mi corazón?». «Oh padre, tengo miedo de que me reprenda». Pero Jesús no reprende jamás. Jesús hará limpieza con ternura, con misericordia, con amor. La misericordia es su modo de hacer limpieza. Dejemos —cada uno de nosotros—, dejemos que el Señor entre con su misericordia —no con el látigo, no, sino con su misericordia— para hacer limpieza en nuestros corazones. El látigo de Jesús para nosotros es su misericordia. Abrámosle la puerta, para que haga un poco de limpieza.

Angelus. 8 de marzo de 2015

Lectura del santo evangelio según san Juan 2,13-22

Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén.

Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo:

«Quitad esto de aquí; no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre.»

Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu casa me devora.»

Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron: 

«¿Qué signos nos muestras para obrar así?»

Jesús contestó:

«Destruid este templo, y en tres días lo levantaré.»

Los judíos replicaron:

«Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?»

Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y, cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.


“ Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá ”

Hemos celebrado a Todos los Santos y hoy rezamos por nuestros difuntos. Muchos de ellos son santos de la puerta de al lado: con su vida nos mostraron la fe y la fuerza de la esperanza. La resurrección de Lázaro (Jn 11) nos ayuda a mirar la muerte sin maquillarla… y a mirarla con Jesús.

Resurrección Lázaro

Resurrezione di Lazzaro, Duccio

Conmemoración de todos los fieles difuntos

Año litúrgico 2024 - 2025 - (Ciclo C)


Jesús no solo promete la resurrección: la empieza donde alguien ama hasta darse.

“Si pudiera volver…”: dar la vida por amor

Cuando se muere alguien que amamos, algo dentro de nosotros grita: “¡Señor, devuélvelo!”. Imagina que Dios te respondiera: “Sí… pero a cambio de tu propia vida”. Suena duro, pero ahí está el corazón del Evangelio: Jesús pide la vida de Lázaro… entregando la suya. Después de resucitarlo, deciden arrestarlo y matarlo. El amor verdadero paga en primera persona.

Mírate con este horizonte: tu vida, ofrecida, puede abrir caminos de eternidad para otros. No es teatro; es el precio del amor.

Jesús llora: tus lágrimas también son oración

“Jesús lloró” (Jn 11,35). No recita frases hechas, llora por su amigo.

Tus lágrimas por mamá, por ese hermano, por el buen vecino… son oración. Salen de las entrañas y Dios las recoge. No te saltes el duelo; llora con Jesús. Reclámale si hace falta. Él no se ofende: te abraza.

La fe no es un canje

Creer no es decir: “Si te creo, me devuelves a mi muerto”. La fe no es trueque. Después de la Pascua de Jesús, no esperamos resurrecciones “de laboratorio”, sino la Resurrección definitiva.

Entonces, ¿para qué creer? Para no estar solos en el valle de lágrimas, para descubrir que la muerte no tiene la última palabra, para empezar ya una vida que no termina.

“Yo soy la Resurrección y la Vida… ¿crees esto?”

Marta piensa en “el último día”. Jesús la trae al hoy: “Yo soy… el que cree en mí, aunque muera, vivirá; y el que vive y cree en mí no morirá para siempre” (Jn 11,25-26).

La vida eterna no empieza cuando nos entierran: empieza cuando nos unimos a Cristo. Quien se pega a Él, ya no se separa, ni la muerte puede romper ese abrazo.

Cómo vivir este Día de Difuntos (y todos los días)

Di sus nombres en voz alta ante el Señor. Agradece un gesto, una frase, un plato, una risa. La memoria agradecida cura.

Ofrece algo concreto por ellos: una misa, una obra de misericordia, reconciliarte con alguien. El amor se hace visible.

Lee el capítulo 11 de Juan en casa. Subraya tres verbos de Jesús: vino, lloró, gritó “¡Lázaro, sal fuera!”. Pídele que te llame a ti fuera de lo que huele a muerte.

Construye eternidad hoy: perdona, sirve, comparte. Cada acto de amor desata vendas.

Para quien extraña

Extrañamos escucharlos, verlos, incluso que nos regañen. Está bien decirle a Jesús: “Los necesito”. Y pedirle esto: rompe la frontera. No con milagros espectaculares, sino con su presencia: de espíritu a espíritu, de alma a alma, en la comunión de los santos.

Oración final

Señor Jesús,

que lloraste a tu amigo Lázaro y lo llamaste por su nombre,

mira nuestras lágrimas y conviértelas en confianza.

Abraza a nuestros difuntos y purifica lo que falte con tu misericordia.

Llama también nuestro nombre: sácanos fuera del rencor, del miedo y de la fe cansada.

Que, unidos a Ti, empecemos hoy la vida que no termina.

Amén.


Palabra del Papa Benedicto XVI

“En realidad, esta página evangélica muestra a Jesús como verdadero hombre y verdadero Dios. Ante todo, el evangelista insiste en su amistad con Lázaro y con sus hermanas Marta y María. Subraya que «Jesús los amaba» (Jn 11, 5), y por eso quiso realizar ese gran prodigio. «Lázaro, nuestro amigo, está dormido: voy a despertarlo» (Jn 11, 11), así les habló a los discípulos, expresando con la metáfora del sueño el punto de vista de Dios sobre la muerte física: Dios la considera precisamente como un sueño, del que se puede despertar.”

Ángelus, 9 de marzo de 2008


Lectura del santo evangelio según san Juan 11, 17-27

Cuando Jesús llegó a Betania, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado. Betania distaba poco de Jerusalén: unos quince estadios; y muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María para darles el pésame por su hermano.

Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedó en casa. Y dijo Marta a Jesús:

«Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá».

Jesús le dijo: 

«Tu hermano resucitará».

Marta respondió:

«Sé que resucitará en la resurrección en el último día».

Jesús le dijo:

«Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?».

Ella le contestó:

«Sí, Señor: yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo».


"Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido"

No es suficiente, preguntarnos cuánto rezamos, debemos preguntarnos también cómo rezamos, o mejor, cómo es nuestro corazón: es importante examinarlo para evaluar los pensamientos, los sentimientos, y extirpar arrogancia e hipocresía.

publicano y fariseo

Parábola del fariseo y el publicano. Adrian Collart • Grabado, 1643, 20.8×26.5 cm

XXX Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2024 - 2025 - (Ciclo C)

¿Cómo es tu oración en el templo?

Jesús nos regala hoy una escena sencilla y luminosa: dos personas oran en el templo. Como en nuestras comunidades, algunos oran con recogimiento; otros se distraen mirando de reojo al prójimo. El templo -y cualquier rincón de silencio- es lugar de encuentro íntimo con Dios. No se trata de una gran celebración; es ese momento personal donde el alma se sabe mirada y amada.

¿Qué podemos pedirle a Dios?

Depende de tu camino, pero casi siempre necesitamos humildad, paciencia y claridad. La vida trae desafíos que hacen crecer nuestras virtudes. Pidamos un corazón como el del publicano: sincero, sin excusas, que reconoce su pobreza y se abandona a la misericordia. Cuidémonos del corazón del fariseo: mucha palabra, poca escucha; mucha comparación, poca verdad.

Dos estilos, dos resultados

Jesús utiliza las figuras conocidas de su tiempo. Los fariseos, austeros y religiosos, podían caer en la soberbia y la hipocresía. Los publicanos, marcados por el dinero y el poder, conocían también la vergüenza y el desprecio. Dos extremos que revelan un mismo drama: cuando falta la verdad del corazón, la oración se vacía.

Pero el Evangelio es claro: “Éste bajó a su casa justificado: el publicano.” (cf. Lc 18,14) No porque fuera perfecto, sino porque se dejó mirar por Dios y le pidió perdón con verdad. La justificación es don: no la logramos con argumentos de “santidad”, la recibimos por gracia cuando nos presentamos humildes.

La historia del fariseo y el publicano es para un auditorio que sabe sopesar su vida en ese vaivén del materialismo y el falso espiritualismo, del arrepentimiento y el orgullo, de la mala fama y de la hipocresía.

¿Quién se justificó?

Ninguno. El único que justifica es Dios, los demás sólo tenemos que pedir con una oración sincera y una vida coherente que llegue la justificación de Dios..  

Orar de verdad

– Deja de compararte: Dios no te mide contra nadie.

– Di la verdad: “Señor, ten piedad de mí”. Nómbrale tus sombras y tus anhelos.

– Escucha: haz silencio para que Su misericordia te pacifique por dentro.

– Continúa el día distinto: la oración auténtica se nota en la vida.

Para esta semana

Entra al templo de tu corazón cada día unos minutos. Repite con sencillez: “Jesús, Hijo de Dios, ten piedad de mí.” Deja que esa oración te haga bajar a casa justificado: más libre, más humilde y más hermano.

Palabra del papa Francisco

Jesús concluye la parábola con una sentencia: «Os digo que este —o sea el publicano — bajó a su casa justificado y aquel no. Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado» (v. 14). De estos dos, ¿quién es el corrupto? El fariseo. El fariseo es precisamente la imagen del corrupto que finge rezar, pero sólo logra pavonearse ante un espejo. Es un corrupto y simula estar rezando. Así, en la vida quien se cree justo y juzga a los demás y los desprecia, es un corrupto y un hipócrita. La soberbia compromete toda acción buena, vacía la oración, aleja de Dios y de los demás.

Audiencia General, 1 de junio de 2016

 Lectura del santo evangelio según San Lucas 18, 9-14

En aquel tiempo, Jesús dijo esta parábola a algunos que se confiaban en sí mismos por considerarse justos y despreciaban a los demás:

«Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior:

“¡Oh Dios!, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos, adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo”.

El publicano, en cambio, quedándose atrás, no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo:

“Oh Dios!, ten compasión de este pecador”.

Os digo que este bajó a su casa justificado, y aquel no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».


Pintura

Parábola del fariseo y el publicano

Adrian Collart • Grabado, 1643, 20.8×26.5 cm



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Hola, soy Javier Abanto. Escribo reflexiones, vivencias y anécdotas. Publico artículos de teólogos y poetas. Estudie teología y comunicación. Desde el 2005 me dediqué a la docencia universitaria y a la gerencia de emisoras de corte cultural y religioso. La vida necesita de alegría y esperanza. Necesitamos a Dios en nuestra vida.
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¿Qué es "Luciérnaga"?

"Luciérnaga" Surge para expresarme de manera sencilla. Las luciérnagas remiten a mi origen rural - andino. Son visibles al caer la noche y hacen volar la imaginación con sus luces intermitentes, propias y naturales.

Luciérnaga se dirige a las personas de buena voluntad que buscan vivir con justicia y paz. Necesitamos del humor y la alegría. Y, sin duda, el mundo necesita de Dios.

Gracias por leer y compartir, no olvides comentar.

Javier Abanto Silva
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