Ciclo A - II Domingo de Navidad - 2-1-2011


La Madre de Dios
Hace poco acompañaba una de las procesiones de la virgen, y una señora que estaba mirando comenzó a gritar: idolatría, idolatría”. La procesión estaba cerca y otra señora le pidió que se callara y uno de los principales argumentos era que es lógica la veneración de los hijos a su Madre, el mismo Jesús (Dios) respetó y valoró mucho a su madre, incluso la llevó al cielo, y no era malo venerar a quien también representa nuestra madre.

La señora que protestaba contra la “idolatría” se sintió tocada en su lado maternal, se calló. Quien es madre sabe lo sagrada que es la maternidad, el cambio de vida que genera un hijo, los nuevos proyectos, hábitos. La forma de vida de una madre se centra en su hijo hasta es capaz de entregar su vida a cambio.

Además la procesión es como el recorrido del tabernáculo, la casa de Dios. La virgen María llevó a Jesús en su vientre como un tabernáculo, es la primera que comulgó con su Hijo. Es quien lleva en su vientre el gran tesoro, la salvación, el amor en persona. Dios se hace presente haciéndose hombre y viviendo con nosotros. La presencia de Dios es la gloria, es el cielo, es la felicidad. Dios reafirma que somos  su imagen y semejanza, somos la gran expresión de su creación.

La Madre de Dios es también nuestra Madre, ya no podemos sentirnos huérfanos. No es un abstracto o un juego de palabras, porque el amor de madre no tiene límites. Así como los hijos no dejarían a su madre ser insultada ni agredida, con mucha más intensidad la Madre no nos puede dejar solos, sin abrigo, sin alimento, sin su ternura, sin su Palabra. La Madre nos ama ¿Qué madre no ama a sus hijos?


0 Comments