Nuestro Bautismo, Profeta, Sacerdote y Rey
Domingo del Bautismo del Señor – Ciclo C (Lucas 3, 15-16.21-22) 13 de
enero de 2013
“(...) también Jesús fue
bautizado”
Así como en Pascua de Resurrección es una buena fecha para bautizarse,
también lo es hoy, pues cerramos el tiempo de Navidad y se abre el Tiempo
Ordinario. El bautismo encierra aportes a nuestra vida como la gracias de Dios
en nuestro ser, la marca imborrable de Jesucristo para la vida terrena y la
eterna, la sed del perdón, la alegría de la misericordia, la esperanza dócil a
cada corazón.
El bautismo católico, naturalmente cristiano, nos inserta en la vida de
la iglesia conformada por todos los bautizados. Es muy bonito para una familia
unirse, prepararse, participar en su iglesia, sentir la alegría de la bendición
de Dios. Es edificante para los padres llevara presentar a su hijo a Jesucristo
en el templo, a la comunidad eclesial para que se celebre el sacramento del
bautismo.
Jesús nos muestra su bautismo para aceptar con humildad la pureza, la
purificación del corazón, lavar aquello que nos oxida interiormente. El agua es
imagen de la vida y de la limpieza. Pero en este día hay un profeta que nos
testimonia un comportamiento útil para nuestra vida espiritual: Juan el
Bautista, “–Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no
merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu
Santo y fuego”.
Juan el Bautista
tiene la humildad de presentar la verdad, aclara que él no es el Mesías, se
alegra y se siente pleno al hablar de la Palabra verdadera. Este comportamiento
inspira la vida de las familias porque pueden enseñar a sus hijos el verdadero
dueño de la vida, la radical opción de amor, la responsabilidad de tener una
misión. No se podría decir que todo se logra gracias a la autosuficiencia, sino
que la inteligencia y los dones son desparramados por Dios para que su
presencia no sea un ideal ni un alucinógeno.
La familia de Jesús
y la de Juan el Bautista están consagradas al servicio de Dios, con la
carpintería, con el sacerdocio. Al iniciar el sacramento del bautismo siempre
se pregunta a los padres y padrinos: ¿Están dispuestos a educar a este niño (a)
en la fe?, suelen responder: ¡Sí! Si esto es verdad entonces los padres ya
tienen una misión concreta, los hijos no renegarán ni reclamarán ser
consultados para ser bautizados.
Cada padre o madre
desean dejar lo mejor para sus hijos. Pero la mentira comienza cuando le dejan
el bautismo y no están convencidos de su importancia. Si es así les aconsejo
que miren una buena película en el cine con canchita y disfruten toda chatarra
que oferten, la disfruten y no hagan una pantomima del sacramento del bautismo.
La familia no se
desarrolla al margen de Dios, la desestructuración familiar está dopado por el
relativismo, el hedonismo y el orgullo. Son luchas cotidianas y muy saludables
para los hijos e hijas de Dios.
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