Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has abandonado?
Cuarta palabra: Dios
contra Dios, pero con nosotros
“Elohí, Elohí, l´má sabaqtani, que significa: Dios mío, Diosmío, ¿por qué me has abandonado?” (Mc 15, 33 / Mt 27, 45). En este idioma (arameo)
Jesús pronunció un grito muy fuerte, no sólo por la intensidad de su voz, sino
de su sentido: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”. Escuchar de
los labios de Jesús es muy duro y muy auténticas. Es el Hijo que habla con el
Padre, es una oración, es el salmo 22.
Jerusalén está viviendo la oscuridad, la fuerte lluvia sobre el
tormento que sufre Jesús en la cruz y muy cerca a la muerte. Es contemplado por
justos e injustos, por sus seguidores y sus adversarios. Los dirigentes
religiosos y civiles se están sacando a una voz incómoda, pero lo sacan momentáneamente,
porque seguirá resonando en sus conciencias.
“Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado” es un grito
fuerte que pone en escenario el papel de los cínicos del mundo, de aquellos a
quiénes la verdad ya no parece interesarles, no les roza el alma, su alma está
sin Dios, han preferido matarlo. Por ello es el grito de la muerte más
humillante de las víctimas de la cultura de la muerte:
-
“Dios
mío, Dios mío, ¿por qué me han abandonado…?” los ancianos abandonados y olvidados
por sus hijos y familia,
-
“Dios
mío, Dios mío, ¿por qué no he nacido?”. Los niños no nacidos ascienden a 400,000por año.
-
“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me tanta
miseria, negligencia?”los que mueren por la desnutrición y otras causas ascienden
al 21% en nuestro país.
-
“Dios
mío, Dios mío, ¿por qué me tanta violencia?”es el grito de los más de 69,280 muertosy desaparecidos a causa del conflicto armado interno, del terrorismo en nuestro
país.
Es el grito de Jesús que debe ser escuchado por quiénes
suelen legitimar o disculpar el crimen, sistematizado en gravísima estructura
del pecado. Es el grito que no es escuchado para evitar los conflictos
religiosos, políticos, económicos.
La oscuridad se cierne sobre Jerusalén y Dios no interviene
para imponer la luz de la justicia. Ni siquiera para salvar a su Hijo ¿Esrealmente la hora del absurdo? ¿Será verdad que el Padre en el que Jesúsconfiaba no era más que un Dios de juguete, una ilusión infantil de laHumanidad que, ahora, por fin, va a morir para siempre con el mismo Jesús? ¿Por qué? ¿Para qué? Es el grito del justo que
sufre en el mundo ante un Dios que calla y que no interviene para salvarlo; es
el grito de Job, es el clamor que recoge el Salmo 21, cuyo primer verso salta
ahora a los labios de Jesús: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué?...”
Pero, sobre toda justicia humana está la justicia de Dios.
Dios sigue firme sabiendo que el pecador muere por su pecado, que el mal se
ahoga en su propio mal, que el alma vacía muere, … Dios no se ahoga en su
justicia, su justicia y su paz nos encamina al sentido de la vida, a la vida
eterna. Somos libres de optar por la vida o por la muerte, si nos negamos a la
vida eterna no la tendremos. El Papa Benedicto XVI lo escribió muy bien en su
encíclica “Dios es amor”: “Dios ama tanto al hombre que, haciéndose hombre él
mismo, lo acompaña incluso en la muerte y, de este modo, reconcilia la justicia
y el amor” (nº 10). Por darle al pecador todas las posibilidades de salvación y
de Vida, por estar con nosotros, aun en nuestro desvarío, Dios llega a “ponerse
contra sí mismo, al entregarse” (nº 12) a la muerte en su Hijo. Jesús sabe que
ésas son las cosas de Dios. Por eso, aun sufriendo realmente el abandono del
Padre - que, en el sentido que acabamos de decir, se ha puesto en contra de él
- Jesús conoce también que es así como se cumple plenamente toda la justicia:
la del amor de un corazón divino apasionado por sus creaturas.
Dios mío…. No nos abandones, no permitas que te crucifiquemos, danos fortaleza para que nadie te saque de nuestro sagrario personal, alimenta nuestro corazón con el sentido de tu justicia, de tu paz, de tu amor.
Dios mío…. No nos abandones, no permitas que te crucifiquemos, danos fortaleza para que nadie te saque de nuestro sagrario personal, alimenta nuestro corazón con el sentido de tu justicia, de tu paz, de tu amor.
Dios mío, Dios mío, no nos has abandonado, nos has acompañado
hasta la muerte, pero somos salvados porque Jesús nos da otra vez la
oportunidad de seguir a tu lado: Perdónalos por que no saben lo que hacen.
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