Pasión por la verdad

Se tiene que vivir, deben brillar
los ojos como los del que encuentra un tesoro, de esos que los buscas aunque
percudas la camisa y la suela se gaste; de ese encuadre que nunca lo volverás a
tener; hay que captarlo, siempre preparado para la oportunidad. Una mochila de
novedades, de visiones distintas buscadas con el rigor y delicadeza de un
arqueólogo, la perseverancia de la hormiga, la mirada de águila, la sencillez
de la comunicación como las parábolas de Jesucristo.
En este día dedicado a ''La más
noble de las profesiones o el más vil de los oficios'', un abrazo a los
periodistas, profesionales y aficionados. La pasión por la verdad invade como
un virus la existencia; en ese camino salvamos piedras y espinos con el casco
soberbio de la mediocridad o con la desnudez de un niño sin prejuicios ni malas
intenciones; como Adán y Eva antes o después de consumir la fruta prohibida,
con fe o con la sola razón, con la búsqueda permanente o con el “copia”, “me
gusta”, “compartir” de la anoréxica creatividad. Así somos, controvertidos,
amados y aborrecidos como las palomas de Lima; pero nunca, eso sí nunca, lo que
siempre he odiado es que nos traten como a pájaros volando tras la misma
semilla, como palomas bebiendo de la misma fuente, alimentados de los mismos
intereses; eso no es el bien común, no lo es, eso es servir a un señor,
picotear su mano y reducir el vuelo a una cuantas manzanas de la ciudad.
Recientemente, el periodista
italiano Eugenio Escalfari que se considera agnóstico recibió una carta extensa
del Papa titulada “Recorrer juntos el camino” (4 setiembre 2013. En esta carta
señala el Papa Francisco que la fe y la razón
han llegado a la incomunicabilidad, pero es indispensable relacionarlas:
“se ve claro así que la fe no es intransigente, sino que crece en la
convivencia que respeta al otro. El creyente no es arrogante; al contrario, la
verdad le hace humilde, sabiendo que, más que poseerla él, es ella la que le
abraza y le posee. En lugar de hacernos intolerantes, la seguridad de la fe nos
pone en camino y hace posible el testimonio y el diálogo con todos» (n. 34:
ECCLESIA 3.684 [2013/II], pág. 1090). En un diálogo abierto aparecen temas
importantes para un periodista: la autoridad nacida del seno de Dios y con la
cual Jesús predica, anuncia y denuncia, es criticado por su procedencia,
incluso compromete su propia vida; la venida de Jesús tiene como objeto la
comunicación, no la exclusión; “dar a Dios lo que es de Dios y al César lo que
es del César”.

Otro texto inspirador que se
ajusta a la misión de un periodista por ejemplo es: “vivir y testimoniar a
Jesús: a aquél que fue enviado por el Abba «a evangelizar a los pobres, a
proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista; a poner en
libertad a los oprimidos; a proclamar el año de gracia del Señor» (Lc 4,
18-19).
Un gran día del periodista, del
profeta actual, de quien vive al servicio de la ciudadanía.
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