T.O. XXV, A: La parábola de los viñadores

"Amigo, no te hago ninguna injusticia"

_“Id también vosotros a mi viña».

Cuando oscureció, el dueño dijo al capataz:
_“Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros”.
Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno. Cuando llegaron los primeros, pensaban que recibirían más, pero ellos también recibieron un denario cada uno. Al recibirlo se pusieron a protestar contra el amo:
_“Estos últimos han trabajado solo una hora y los has tratado igual que a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el bochorno”.
Él replicó a uno de ellos:
_“Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?”.
Así, los últimos serán primeros y los primeros, últimos».

 



parábola del los trabajadores cómo el viña – (Johann Christian Brand)



XXV Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2019 - 2020 - (Ciclo A)

 

Duele estar desempleado, duele el hambre.


En el contexto del Covid19 ya quisieras encontrar un administrador justo, y especialmente, generoso. Te felicito si lo encuentras en tu trabajo. Y te deseo mucha suerte si estás buscando justicia o pidiéndole a Dios por un salario justo.


¿Sales a buscar trabajo? Si no lo buscas o no lo necesitas, no le huyas ni reniegues, porque el trabajo te va tallando en digno hijo de Dios, al servicio de la humanidad. Es decir, o trabajas o trabajas. Cada día necesitas del pan y es más sabroso cuando lo logras con el sudor de tu frente.


Lo valioso del trabajo está esculpido en la frase: “debo salir a trabajar para llevar el pan a casa”. Así, miles de personas se exponen al contagio del Covid19. Este argumento rompe toda norma, pone en juego la vida, los hábitos y maneras de comportarse socialmente. También, puede ser la expresión del individualismo extremo, de la informalidad del mercado, y de la escasa responsabilidad por los bienes comunes.


Administradores generosos y justos


Durante la pandemia se ha puesto de manifiesto la importancia de un administrador. Unos, generosos, han replanteado estrategias y superaron dificultades en equipo. Otros, se blindaron, trabajan de manera remota, bajaron sueldos, despidieron obreros, según las leyes de un mercado inhumano. No olvidemos de los propositivos, invocan a la solidaridad, a vivir el temor, la providencia, éstos son los administradores en compasión, lo mejor sustentable en la lógica del Dueño de la viña.


Eso hacen en su propia viña, limitada. Allí pueden hacer lo que les da la gana con su dinero, generosos o justos, o "legales". No se dan cuenta de que la humanidad está en la misma viña. Dicho de otra manera, somos trabajadores de una gran viña, para un solo Señor, realmente generoso y justo.


El Papa Francisco agradeció el altruismo espontáneo y dedicación heroica por parte de cuidadores, médicos y sacerdotes. En estas semanas hemos sentido la fuerza que procede de la fe. Además, los grupos o iniciativas para ayudar a los que no tienen trabajo, a los niños y ancianos sin pan. En este sentido de la fe cristiana, la esperanza nos da luces en aquel “capataz”, “administrador”, “dueño”, que movió a la colaboración mutua, la solidaridad, donde Dios está, no tiene sentido la retribución.


Generoso ilógico. ¿Por qué? En esta gran viña, no analizan la eficacia del jornalero, pero al fin del día, éste recibe lo justo para llevar el pan a casa. Esta generosidad de Dios para todos los obreros, sin importar si son: soberbios, ambiciosos, ociosos, agradecidos, juiciosos, abusivos, “parásitos”.   


El pan de la esperanza


Entonces, hay luces de esperanza en la creatividad de admirable solidaridad. Quizá será el antídoto a las consecuencias del Covid19. La generosidad para enfrentar el hambre y la justicia para contrarrestar el dolor, aquel causado por la ausencia y la impotencia. El administrador generoso que sufre con sus obreros, - "salió de su casa por la mañana, al medio día, al caer el sol,..." - el Dios que sufre porque nos ama, como en aquel viernes santo. El Padre misericordioso abraza al hijo pródigo, aún con el dolor de las rencillas fraternas.



Lectura del santo evangelio según san Mateo 20, 1-16

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:
«El reino de los cielos se parece a un propietario que al amanecer salió a contratar jornaleros para su viña. Después de ajustarse con ellos en un denario por jornada, los mandó a la viña.
Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo y les dijo:
“Id también vosotros a mi viña y os pagaré lo debido».
Ellos fueron.
Salió de nuevo hacia mediodía y a media tarde, e hizo lo mismo.
Salió al caer la tarde y encontró a otros, parados, y les dijo:
“Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar?”.
Le respondieron:
“Nadie nos ha contratado”.
Él les dijo:
“Id también vosotros a mi viña».
Cuando oscureció, el dueño dijo al capataz:
“Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros”.
Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno. Cuando llegaron los primeros, pensaban que recibirían más, pero ellos también recibieron un denario cada uno. Al recibirlo se pusieron a protestar contra el amo:
“Estos últimos han trabajado solo una hora y los has tratado igual que a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el bochorno”.
Él replicó a uno de ellos:
“Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?”.
Así, los últimos serán primeros y los primeros, últimos».


parábola del los trabajadores cómo el viña – (Johann Christian Brand)







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