VI Domingo del tiempo ordinario (C): Las bienaventuranzas en nuestras vidas
“Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el reino de Dios.”
Las Bienaventuranzas son la Carta Magna de los cristianos, la confianza en Dios, la fe, la esperanza, el amor. Están ligados todos a nuestras vidas, a las experiencias de convivencia.
Le sermon sur la montagne (El sermón de la montaña, 1895-1897), obra del francés James Tissot (1836-1902). Acuarela opaca sobre grafito en papel vitela gris. Museo Brooklyn.
VI Domingo del tiempo ordinario
Año litúrgico 2024 - 2025 - (Ciclo C)
La felicidad que tanto anhelamos depende de la confianza en Dios, de la esperanza en que Dios actúa con justicia. Podemos tener la experiencia de una vida llena de bendiciones o también una vida arrugada por las lamentaciones. Es decir, si hay confianza, esperanza, en la acción de Dios, entonces, no nos afligirán los grandes problemas como: la pobreza, el hambre, el llanto, la exclusión social y religiosa. Bienaventurada la persona que confía en Dios.
“Bienaventurados”
Son personas felices, bendecidos, que participan del Reino de Dios. El sentido de felicidad y de bendición no tiene su fuerza en los momentos de gran alegría, sino en la experiencia profunda de cercanía de Dios.
Bienaventurados los pobres.
La pobreza no puede ser una bendición. La pobreza es producto de la injusticia. Por ejemplo, un niño nacido es una bendición. Pero que el niño sufra el hambre y no tenga accesos a los derechos fundamentales es una gran injusticia. Las lamentaciones del niño son como el rostro de la injusticia cometida por los responsables de cuidar los bienes comunes.
Pero, la pobreza más que una realidad económica es una actitud del corazón. Sea pobre o rica, la persona obsesionada con el éxito y el consumo está invitada a valorar lo esencial en lugar de lo material, a compartir con los necesitados y luchar contra la injusticia social. Con mucha pena, puedes nombrar muchos ejemplos de gente que ha hecho del dinero y el estatus su único propósito de vida.
Bienaventurados los que tienen hambre
El hambre de pan mata a las personas, no se desarrolla el cuerpo ni la inteligencia de quienes lo sufren. En los hogares se suelen tener malos hábitos alimenticios, el niño que come solo frente al televisor, la niña que disfruta de comida seleccionada de manera privada, el que se comió los panes sin pensar en los demás. En la simpleza de la vida, somos forjadores de hambre, del egoísmo extremo y de la poca conciencia de comunidad o familia. Son las familias que sufren el hambre de fraternidad, de solidaridad, de compasión.
Algunas actitudes que dibujan el egoísmo: las personas que se aseguran con el postre o la fruta antes de comenzar a comer; las familias que ponen bajo llave los comestibles para evitar que se siga abusando del consumo privado. La justicia y la verdad han perdido sabor ante el paladar de la familia y del prójimo.
¿Cómo evitar actitudes egoístas y desproporcionadas? La mirada mezquina evita identificar el sufrimiento de los demás. Es recurrente una actitud miserable en personas que dan poco o nada. Las personas hemos ido construyendo un mundo privado en donde caemos como únicos, allí sólo amamos lo que nos satisface, en esa privacidad se embute un consumo desmesurado. Sencillamente, este mundo privado ya no tiene prójimo, ya no ama a nadie, es capaz de todo contra el otro porque ya no lo ve desde la justicia y amor de Dios.
Bienaventurados los que lloran
“Los hombres no lloran” era una frase que escandalizaba, pero esos mismos que opinaban que las lágrimas son humanas, ellos y ellas no lloran por las víctimas de guerra, por los dolores ocasionados de parte de la cultura del odio y contra la vida. Es necesario un corazón samaritano capaz de limpiar heridas, dar de su tiempo, compartir con quienes lo necesitan.
En el dolor Jesús nos trae consuelo, nos infunde esperanza. En medio del sufrimiento seguro aparece Jesús para acompañarnos y ayudarnos.
Bienaventurados los perseguidos por causa de Cristo
El amor, la paz, la justicia, la fraternidad, la verdad, etc. Son causas de Cristo. Hay maneras de perseguir la fe de las personas, por ejemplo, ridiculizando las oraciones, las verdades de fe. Alguna vez, vi, cómo una institución exigió a un joven católico a vestir los colores de la bandera de un movimiento homosexual. El respeto es de ida y vuelta, y la coherencia te hace digno. En el fondo, la búsqueda de la aprobación de los otros no puede suplantar la solidez de nuestra fe en Dios.
Que en este día te sientas una persona bienaventurada, feliz por vivir con desprendimiento y solidaridad, por tu hambre de justicia y de verdad, por ser sensible y compasiva, por ser coherente con las verdades de tu fe en Dios.
Palabra del papa Francisco
¿Pero qué significa la palabra “bienaventurado”? ¿Por qué cada una de las ocho bienaventuranzas comienza con la palabra bienaventurado? La palabra original no indica a alguien que tiene el estómago lleno o que se divierte, sino una persona que está en una condición de gracia, que progresa en la gracia de Dios y que progresa por el camino de Dios: la paciencia, la pobreza, el servicio a los demás, el consuelo… Los que progresan en estas cosas son felices y serán bienaventurados.
Audiencia general del 29 de enero de 2020 - Catequesis sobre las bienaventuranzas
Lectura del santo Evangelio según San Lucas 6, 17. 20-26
En aquel tiempo, Jesús bajó del monte con los Doce, se paró en una llanura con un grupo grande de discípulos y una gran muchedumbre del pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón.
Él, levantando los ojos hacia sus discípulos, les decía:
«Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el reino de Dios.
Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados.
Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis.
Bienaventurados vosotros cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre.
Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas.
Pero, ¡ay de vosotros, los ricos, porque ya habéis recibido vuestro consuelo!
¡Ay de vosotros, los que estáis saciados, porque tendréis hambre!
¡Ay de los que ahora reís, porque haréis duelo y lloraréis!
¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que vuestros padres hacían con los falsos profetas»
0 Comments