VII Domingo del tiempo ordinario (C): Amar a los enemigos como ama Dios por la revolución del amor

Si amáis sólo a los que os aman, ¿qué mérito tenéis?

 

Si hoy nos tenemos que proponer algo para cambiar en nuestra vida debe ser: no odiar, no ser violento, no hacer lo que no queremos que nos hagan. Es decir, la vida es mejor cuando la paz está en nuestro corazón, el diálogo y la tolerancia en nuestras actitudes, la solidaridad al ponernos en las situaciones difíciles de los demás. Si te quieres parecer a tu Padre sólo queda ser misericordioso a tiempo y destiempo.

Perdonar a los enemigos

¡Perdonar nos manda Dios!. García Sampedro, Luis. Copyright de la imagen ©Museo Nacional del Prado

VII Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2024 - 2025 - (Ciclo C)

 

El papa Francisco suele decir al final de sus discursos: 

-_“No se olviden de rezar por mí”, y en algunos momentos remata: _“pero a favor, no en contra”. A propósito rezamos por la recuperación de su salud.  El secreto de la vida es el amor a los enemigos. Ante la cultura del odio es urgente y necesario el amor al mismo estilo de Dios misericordioso.

 

Gestionar las emociones violentas

La experiencia sale a nuestro mundo ideal para enrostrarnos las veces que explotamos en cólera, las reacciones primarias como imagen de nuestro descontrol emocional, la incomodidad que roza nuestro interior de manera inexplicable en alguna herida abierta. No podemos escapar de emocionarnos, de sentir cólera. El sentimiento como tal lo tenemos todos los seres humanos, pero el cómo gestionamos este tipo de emociones es diferente. Jesús monta en cólera con los mercaderes, llora por la muerte de su amigo Lázaro, escribe con su dedo en el piso mientras las personas argumentan su cólera contra la mujer infiel, todas las emociones que le embargaron en el camino a la cruz. Si buscamos razones para acusar o contrariar a otra persona las tenemos a montones. Por ello, nos toca gestionar nuestras emociones a pesar de las provocaciones o razones que se tengan. 

 
Ir a la raíz de tus emociones de odio o de amor

Si pensamos en la raíz de nuestras reacciones violentas, irónicas, insultantes, … nos quedamos en un plano de resolución de conflictos. Se suele decir que superar el odio es de valientes, de personas exitosas porque, además, es conveniente. Sin embargo, la raíz auténtica del amor no son las emociones intempestivas o trabajadas, sino que se funda en el proyecto de Dios, en la creación de un ser humano con inteligencia, corazón, voluntad. Dicho de otra forma, no sólo eres valiente, sino digno de Dios en tu corazón cuando el odio da paso al amor, la venganza a la reconciliación, el orgullo a la tolerancia. Podrías decir que fuiste a tu interior y encontraste la obra de Dios, su soplo, su espíritu, su amor al que es justo corresponder, encontraste la fuente que da sentido la existencia propia y del prójimo.

El perdón a los enemigos es desmesurado

Sí, es desmesurada la misericordia, la gracia, la inteligencia, el aire, los paisajes, los manantiales. Lo fundamental, las entrañas de Dios están en la raíz del ser humano. Dios no tiene enemigos porque ama sin medida. Las personas insultantes, violentas, que te llenan de insultos, te tratan muy mal, … sólo queda mirarlas, compadecerlas por medio de nuestras oraciones ante Dios, el gran terapeuta. Por ello, se habla de la revolución del amor, no del romanticismo, sino del amor que traspasa tu voluntad, es necesario para darle sentido a tu vida, es el ideal ante Dios, es real ante el prójimo. No es compatible la venganza con la fe, el insulto con un buen corazón, la falta de respeto con la dignidad humana en cuanto creatura de Dios.

Palabra del papa Francisco:     

Según la lógica del mundo «amar a los enemigos» es una «locura». Pero es precisamente la «locura de la cruz» lo que debe guiar el comportamiento de cada cristiano, porque si queremos vivir «como hijos» tenemos que ser «misericordiosos como el Padre» y no dejarnos guiar por la «lógica de Satanás», el gran acusador que busca siempre «hacer el mal al otro». 

 Santa MartaJueves, 13 de septiembre de 2018


Lectura del santo evangelio según san Lucas 6, 27-38

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«A vosotros los que me escucháis os digo: amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os calumnian.

Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, no le impidas que tome también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames.

Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Pues, si amáis sólo a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien sólo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores hacen lo mismo.

Y si prestáis a aquellos de los que esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a otros pecadores, con intención de cobrárselo.

Por el contrario, amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; será grande vuestra recompensa y seréis hijos del Altísimo, porque él es bueno con los malvados y desagradecidos.

Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante, pues con la medida que midiereis se os medirá a vosotros»


Pintura:

¡Perdonar nos manda Dios!

García Sampedro, Luis

Copyright de la imagen ©Museo Nacional del Prado

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