V Domingo del tiempo ordinario (C): Remar en la vida para dejar barca y redes por Jesús
Y Jesús dijo a Simón:
"No temas; desde ahora serás pescador de hombres"
Remas la barca para avanzar en tus objetivos, en tu familia, en tu trabajo. Remas muchas noches tratando de comprender los pocos frutos de tus esfuerzos. Esa es nuestra vida: remar y remar. La pesca y la vocación por servir a Dios.
La pesca milagrosa – (Jacopo Bassano (Jacopo Da Ponte))
V Domingo del tiempo ordinario
Año litúrgico 2024 - 2025 - (Ciclo C)
Remar en su nombre, aunque no se vean resultados
Las aguas tormentosas no pueden ser superadas solo con la fuerza de unos brazos, por más musculosos que sean. Estas aguas requieren de muchas fuerzas. Tal vez lo has notado en tu hogar: remas y remas buscando mejor comprensión, pero parece que tus esfuerzos son tomados en tu contra. Remas para que la vecina deje de ser chismosa, pero todo esfuerzo parece inútil. Y lo es, porque estás remando solo. Así, la barca da vueltas en el mismo lugar, sin avanzar.
Pedro ha remado toda la noche y no ha pescado ni un solo pez. Experto en los misterios del mar, está con sus amigos en Genesaret, seguramente pensando qué dirá en casa a su esposa y a su suegra. Llegará temprano, pero sin el pan. Pasaron una noche de redes vacías, de esperanzas frustradas, de intentos fallidos. Entonces, necesitan escuchar a Jesús y obedecerle.
Pedro obedece cuando Jesús le habla. Una cosa es remar solo y otra muy distinta es remar confiando en Jesús. Nos pasa lo mismo en la vida: remamos en nuestra vida espiritual, en nuestro autoconocimiento, en nuestras relaciones... pero nunca deberíamos hacerlo solos.
Las aguas profundas
Los pescadores saben lanzar las redes. No repiten el mismo lugar sin éxito, prueban diferentes estrategias. Sin embargo, no siempre les agrada volver a las aguas profundas, a la incertidumbre de una noche sin frutos. Esta vez, lo hacen con la confianza puesta en la palabra de Jesús.
Si remas en las aguas profundas de tu vida y revisas tus acciones, podrías preguntarte: ¿Por qué ofendí a mi amigo? ¿Por qué juzgué a mi esposo sin conocer toda la verdad? ¿Por qué hice enojar a esa persona? Hay tantas preguntas que requieren una reflexión más profunda.
Misiones de alta mar
La pesca es exitosa, pero la pericia de los pescadores, sin Jesús, no habría sido suficiente. Jesús predica desde las barcas, y así, estas se convierten en testigos de la abundancia, de la confianza en Dios. El paso esencial es la obediencia. Jesús no duda en darles una nueva misión: ser pescadores de hombres.
Pedro se siente pecador e indigno ante Jesús. Sin embargo, Jesús lo escucha y ve su potencial. Pedro lanza las redes a pesar del cansancio, a pesar de sentirse indigno ante la abundancia de peces, y finalmente, deja todo atrás. Frente a un público sediento de Dios, él, Santiago y Juan abandonan la barca y las redes para seguir a la Palabra que produce pescas abundantes.
Tiempo de navegar en aguas profundas
Recuerda que esos remos que nos cansan, que a veces nos llenan de desaliento, también nos dan el coraje de navegar en alta mar. Hoy, revisa tus tristezas, tus decepciones, tus errores, tus lágrimas, tus miedos… tal vez es tiempo de remar hacia aguas profundas y rescatar la alegría de vivir, la esperanza en las personas, los sueños de superación, las sonrisas y las fortalezas. Todas ellas son necesarias para surcar el mar de nuestras vidas.
Palabra del papa Francisco
El mayor milagro realizado por Jesús para Simón y los demás pescadores decepcionados y cansados, no es tanto la red llena de peces, como haberlos ayudado a no caer víctimas de la decepción y el desaliento ante las derrotas. Les abrió el horizonte de convertirse en anunciadores y testigos de su palabra y del reino de Dios. Y la respuesta de los discípulos fue rápida y total: «Llevaron a tierra las barcas y dejando todo lo siguieron» (v. 11). ¡Qué la Santísima Virgen, modelo de pronta adhesión a la voluntad de Dios, nos ayude a sentir la fascinación de la llamada del Señor y nos haga disponibles a colaborar con él para difundir su palabra de salvación en todas partes!
Ángelus, 10 de febrero de 2019
Lectura del santo Evangelio según San Lucas 5, 1-11
En aquel tiempo, la gente se agolpaba en torno a Jesús para oír la palabra de Dios. Estando él de pie junto al lago de Genesaret, vio dos barcas que estaban en la orilla; los pescadores, que habían desembarcado, estaban lavando las redes.
Subiendo a una de las barcas, que era la de Simón, le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente.
Cuando acabó de hablar, dijo a Simón:
«Rema mar adentro, y echad vuestras redes para la pesca».
Respondió Simón y dijo:
«Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos recogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes».
Y, puestos a la obra, hicieron una redada tan grande de peces que las redes comenzaban a reventarse. Entonces hicieron señas a los compañeros, que estaban en la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Vinieron y llenaron las dos barcas, hasta el punto de que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús diciendo:
«Señor, apártate de mí, que soy un hombre pecador».
Y es que el estupor se había apoderado de él y de los que estaban con él, por la redada de peces que habían recogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.
Y Jesús dijo a Simón:
«No temas; desde ahora serás pescador de hombres».
Entonces sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.
Pintura:
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