“Paz a vosotros”
La palabra misericordia significa amor, amor que se expresa desde las entrañas; también puede significar “te perdono”, “creo en ti”, “no temas”, “te envío”.
II Domingo de Pascua
Año litúrgico 2024 - 2025 - (Ciclo C)
Una historia vergonzosa. Pero ¿cuál es la historia?
Los llamó amigos, les confió su madre, les enseñó las claves del sentido de la vida, les mostró una gran misión, conocieron su dimensión divina y humana. Estos amigos, escaparon y seguían temblando de miedo ante el poder de la guardia romana. Uno lo entregó con un beso, otro lo negó, y otros salieron corriendo. Cualquier jefe de una banda les estaría buscando para degollarlos.
Pero no juzguemos rápido. Realmente estamos viendo sólo el poder de las armas y la ética de soldado. Pero acá nos referimos al poder de la fe en la Palabra de Dios y la fidelidad a una misión. ¿Qué harías ante un poder militar que atrapa a tu mejor amigo? ¿pedirías asilo político, te esconderías de cualquier manera?
Pero hay un miedo del cual no se puede huir por mucho tiempo. Duele más el haber ofendido que ser ofendido. Traicionar y engañar son filudas chavetas que perforan la conciencia, por más que te metas al palacio más seguro. El remordimiento y el miedo puede generar tanta angustia y sufrimiento en el alma. Los discípulos encerrados, miedosos, solos no pueden quitar su pecado. En ese contexto aparece el amigo, no para pedirte explicaciones, sino para ofrecerte la paz, la paz, la paz.
Los discípulos se alegran de ver a Jesús resucitado, pero sus corazones necesitan paz. El corazón de Jesús capaz de dar paz y amor. Es el corazón misericordioso, puede dar más que un “perdón” frío y diplomático, restaura la amistad, la confianza, los proyectos, la alegría.
Las llagas que producimos
Entonces, cuando se trata de la duda de Tomás el Mellizo, también se trata de los pecados personales de los otros discípulos. Por ello, la paz viene con perdón, por pura misericordia. Jesús es un maestro que con su vida y palabras sigue anunciando la vida eterna a la humanidad. La pascua de la resurrección nos explica en la vida práctica de Tomás. El Mellizo ha sido llamado a ser discípulo como cada ser humano, especialmente bautizado, pero también el Maestro le da una semana para seguir procesando el aprendizaje de la Pascua, la fe en Jesús resucitado, no en el condenado y sepultado. Si todas nuestras dudas nos llevarían a decir: "Señor mío, Dios mío", nuestra vida gozaría de la alegría de la esperanza. Las llagas de Cristo son las llagas producidas por la violencia y la injusticia, por la traición, la mentira, etc. Jesús asume las llagas, los pecados, de todos. No se trata de comprobar que fue crucificado. Jesús muestra las llagas para decirle que las llagas son especialmente expresión del amor grande, de la misericordia divina.
“Señor mío, Dios mío”
En este domingo de la Misericordia expresada en la Pascua, que puedas decirle como Tomás: “Señor mío, Dios mío”, de la Misericordia. Porque pese a todas las llagas ocasionadas viene para darte la paz, su amor, y sigue confiando en ti: Predicar el Evangelio por el mundo entero. El evangelio de la vida, del corazón misericordioso de Dios. En este sentido, la paz es el perdón, libera, da comunión. Es el fruto de su resurrección que lo renueva todo.
Palabra del papa Francisco:
Hermana, hermano, ¿quieres una prueba de que Dios ha tocado tu vida? Comprueba si te inclinas ante las heridas de los demás. Hoy es el día para preguntarnos: “Yo, que tantas veces recibí la paz de Dios, que tantas veces recibí su perdón y su misericordia, ¿soy misericordioso con los demás? Yo, que tantas veces me he alimentado con el Cuerpo de Jesús, ¿qué hago para dar de comer al pobre?”. No permanezcamos indiferentes. No vivamos una fe a medias, que recibe pero no da, que acoge el don pero no se hace don. Hemos sido misericordiados, seamos misericordiosos. Porque si el amor termina en nosotros mismos, la fe se seca en un intimismo estéril. Sin los otros se vuelve desencarnada. Sin las obras de misericordia muere (cf. St 2,17). Hermanos, hermanas, dejémonos resucitar por la paz, el perdón y las llagas de Jesús misericordioso. Y pidamos la gracia de convertirnos en testigos de misericordia. Sólo así la fe estará viva. Y la vida será unificada. Sólo así anunciaremos el Evangelio de Dios, que es Evangelio de misericordia.
Santa Misa de la Divina Misericordia (11 de abril de 2021) | Francisco
Lectura del santo Evangelio según San Juan 20, 19-31
Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:
«Paz a vosotros».
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».
Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo:
«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían:
«Hemos visto al Señor».
Pero él les contestó:
«Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo».
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo:
«Paz a vosotros».
Luego dijo a Tomás:
«Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente».
Contestó Tomás:
«Señor mío y Dios mío!».
Jesús le dijo:
«¿Porque me has visto has creído? Bienaventurados los que crean sin haber visto».
Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos han sido escritos para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.