Domingo de Resurrección (C): La fe en la resurrección de María Magdalena, de Pedro, de Juan, y la tuya
“Vio y creyó”
Jesús ha resucitado, tal como lo prometió y explicó a sus discípulos. Pero la resurrección no sólo es salir de las fauces de la muerte, sino especialmente pasar a la vida eterna, allí todo tiene sentido, ya no hay ataduras, ni angustias.
Domingo de Resurrección
Año litúrgico 2024 - 2025 - (Ciclo C)
Hoy puedes reflexionar sobre tu propia vida, tus búsquedas, y cómo enfrentas los momentos de vacío y desesperanza.
La resurrección también suele acarrear dudas y crisis de fe. No se trata de preguntarse si existe la resurrección porque ya es histórica, sino de cómo la resurrección da sentido a la vida que tengo hoy; no sólo a nivel moral, sino en el sentido que le doy a mis pensamientos y acciones. Más que relativizar la muerte, es darle su respectivo lugar, pues llegará el día menos pensado, pero no todo se acabará porque Jesús ha resucitado y nos da un camino de una auténtica vida, para siempre.
En este Domingo de Resurrección es importante acompañar a los discípulos en sus pasos hacia la tumba vacía, es como un camino de fe, un paso a paso del creyente.
María Magdalena, la discípula.
Es una testigo de la resurrección, ha descubierto la ausencia del cuerpo, la losa dejaba ver el vacío en la tumba. Como tú o como yo, acudimos a la tumba de los seres queridos; pero el acontecimiento de la pasión no encajaba en la lógica de su experiencia con Jesús, cómo una persona que te ama tanto y la amas puede quedarse en una tumba fría. El Jesús que ha predicado la vida, el amor, la alegría, con su sinceridad arrolladora, ha realizado milagros, cómo puede ser que con la muerte acabe todo, simplemente desaparezca. El camino del discernimiento de María Magdalena es el nuestro, cómo acudimos a la tumba con un montón de recuerdos, con el misterio “de polvo eres al polvo volverás”, pero con la intuición de que la muerte nos muestra un camino para estar próximos a la eternidad. Jesús, se acercará de manera particular y personal, y la seguirá llamando por su nombre, y al verlo su vida resplandecerá del amor auténtico.
San Pedro, el primo entre pares
Pedro va al sepulcro, está desconcertado, si la tempestad fue aplacada por Jesús, si en la transfiguración sus vestiduras eran blancas, si curó al soldado que Pedro le cortó la oreja, entonces unas vendas y una tumba tampoco le pueden detener. Toda la intimidad de las enseñanzas y palabras de Jesús germinaron en el corazón de Pedro. Ahora, si el miedo hizo negarlo, le queda donar la vida, ¿cuál vida?, la que tenemos suele ser pasajera, engañosa, ilusoria; sin duda, no le importará sufrir la cárcel y ser crucificado por dar testimonio del Resucitado.
Juan, el discípulo amado
El discípulo amado, va con la velocidad de un águila, también con el ojo de la contemplación. ¿Qué vio? No vio nada, a sus ojos el vacío de la tumba adquiere gran contenido. A Dios se le ve en el silencio, en la realidad del Espíritu de Dios. La presencia de Jesús entre nosotros ya no es física, su voz resuena en los oídos del corazón con sed de eternidad, su luz resplandece en la oscuridad de la fe. Comprende que Dios se ha revelado para que los seres humanos podamos vivir cerca de él, por eso la resurrección no puede ser rechazada porque es como rechazar la oferta de una vida para siempre.
Nuestras formas de acercarnos o ser llamados por Dios es diferente, pero no puede prescindir de la muerte, de la vida, de la resurrección. En este día, tienes la oportunidad de acercarte a la tumba vacía de la mano espiritual de María Magdalena, de Pedro o de Juan; desde la ausencia del cuerpo material, o las vendas desatadas, o la contemplación de una escena que confirma lo vivido a lado de Dios, de su palabra, de las experiencias de vida, y de las intuiciones internas más allá del valle de lágrimas o de las praderas abundantes, la vida eterna es la cura para las peores crisis de fe, de alegría, de esperanza, de amor.
Feliz Pascua de Resurrección, ¡Aleluya!
Palabra del papa Francisco.
Nuestro Dios es un Dios de las sorpresas”- dijo. La segunda pista es “la prisa” mostrada por las mujeres, por los discípulos: “Las buenas noticias se difunden así: con prisa”. El tercer camino es “una pregunta: ¿y yo? ¿Estoy abierto a las sorpresas de Dios? ¿Soy capaz de ir de prisa o lo postergo para mañana? Juan y Pedro fueron corriendo al sepulcro... Y [se dice, de cada uno de ellos, que] creyeron. ¿Y yo?”.
(Urbi et Orbi , abril de 2018)
Lectura del santo evangelio según san Juan 20, 1-9
El primer día de la semana, María la Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.
Echó a correr y fue donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo:
«Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto».
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; e, inclinándose, vio los lienzos tendidos; pero no entró.
Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio los lienzos tendidos y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino enrollado en un sitio aparte.
Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.
Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.
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