“Está cerca el Reino de los cielos”
Juan el Bautista nos da la clave de cómo vivir este Adviento: con austeridad y con entusiasmo por un mundo nuevo.
El Niño Jesús y san Juan Bautista niño. Anónimo. Copyright de la imagen ©Museo Nacional del Prado
II Domingo de Adviento. Año litúrgico 2025–2026 – (Ciclo A)
¿Qué cosas son urgentes en tu vida?
De esa respuesta se revelan tus verdaderas prioridades.
Lo urgente no siempre es lo importante ni lo necesario.
Para celebrar de verdad necesitas vida, salud, paz.
Juan el Bautista confirma la urgencia de renovar la vida, de regresar a la amistad con Dios. Su austeridad le da la libertad para decir lo que considera importante para su pueblo, lo que es realmente necesario para vivir la vida con sentido.
Está cerca la venida de Jesús. Te propongo mirar algunas imágenes que nos trae el Evangelio según san Mateo:
1. La voz que grita en el desierto
Es la voz que clama en el desierto de los sordos. Jesús lo aclaró con fuerza: no hay peor sordo que el que no quiere oír.
Allanar los senderos llenos de odio, de prejuicios, de indiferencia: esta es la tarea. Después del Covid-19 ha quedado una triste costumbre: evitar darse la mano de fraternidad y de paz.
2. La austeridad de Juan
Juan llevaba un vestido sencillo y una correa de cuero, se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Con la precariedad y dureza de su estilo de vida, su testimonio se veía bendecido y su credibilidad resultaba incómoda para muchos.
3. Un pueblo que busca vida nueva
Acudían a él, le confesaban sus pecados y él los bautizaba en el Jordán.
El testimonio del Bautista es impresionante, es fiable; sus palabras impactan a un pueblo desesperado por culpa de líderes corrosivos.
4. “¡Raza de víboras!”
Con esta expresión involucra a todo un grupo que se considera puro y heredero de la salvación, pero que vive de forma incoherente su condición de hijos de Abraham.
El pequeño poder que tienen les lleva a tener veneno en la boca y la frialdad para enrollarse en torno a sus víctimas y estrangularlas.
5. El hacha a la raíz
«Ya está el hacha puesta a la raíz de los árboles» que no dan fruto, como la higuera estéril o la vida carente de sentido.
Es necesario talar las ramas secas para el fuego.
Tú y yo esperamos no tener una vida seca que arde como simple combustible; esperamos ser árboles frondosos que dan fruto abundante.
6. Jesús y el bieldo en la mano
Jesús, con el bieldo (horqueta) en la mano, avienta al aire la cosecha para separar el trigo de la paja. Jesús te pone las cosas claras, te “zarandea”, te filtra como un cedazo, selecciona el buen trigo.
El Adviento es también poner ante Él nuestras gavillas: espigas, cosas secas, sin peso, que fueron importantes en su momento para que apareciera el grano de trigo.
Esta es la parte dolorosa: quemar lo que ya es solo paja. Si en algún momento fue necesaria para proteger el trigo, ahora la atención está en el grano que no muere, sino que produce fruto.
Que este Adviento nos encuentre dejándonos purificar por el Señor, para que, cuando llegue, encuentre en nosotros trigo bueno y abundante fruto de vida nueva.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 3, 1-12
Por aquellos días, Juan Bautista se presentó en el desierto de Judea, predicando:
«Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos».
Este es el que anunció el Profeta Isaías diciendo: «Voz del que grita en el desierto: “Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos”».
Juan llevaba un vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre.
Y acudía a él toda la gente de Jerusalén, de Judea y de la comarca del Jordán; confesaban sus pecados y él los bautizaba en el Jordán.
Al ver que muchos fariseos y saduceos venían a que los bautizara, les dijo:
«¡Raza de víboras!, ¿quién os ha enseñado a escapar del castigo inminente?
Dad el fruto que pide la conversión.
Y no os hagáis ilusiones, pensando: “Tenemos por padre a Abrahán”, pues os digo que Dios es capaz de sacar hijos de Abrahán de estas piedras.
Ya toca el hacha la raíz de los árboles, y todo árbol que no dé buen fruto será talado y echado al fuego.
Yo os bautizo con agua para que os convirtáis; pero el que viene detrás de mí es más fuerte que yo y no merezco ni llevarle las sandalias.
Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego.
Él tiene el bieldo en la mano: aventará su parva, reunirá su trigo en el granero y quemará la paja en una hoguera que no se apaga».

