T.O. XXXIII – C - (Lucas 21, 5-19) - 14 de noviembre de 2010

Bajo la lluvia ¿Qué hacemos?

“¿Cuál será la señal de que estas cosas ya están a punto de suceder?”

En algunos test psicológicos  se pide a alguien, por ejemplo, que dibuje a una persona bajo la lluvia. Aunque aparenta ser ingenuo, el test puede dar señales (¿Cuál será la señal?) de cómo reaccionamos ante situaciones difíciles. ¿Nos escapamos? ¿Siempre hacemos lo mismo? ¿Nos quedamos mirando al cielo? ¿Disfrutamos del chapuzón?,…

También podría dar señales de cómo te proteges para no mojarte. Paradójicamente, la vida consiste en mojarse (los psicólogos no estarán de acuerdo) y la naturaleza hace llover para todos. Nos escondemos bajo un edificio (algunos con calefacción), esteras, un techo de teja (con goteras), un techo de paja, un plástico,… o sencillamente te mojas.

Pero hay más fenómenos que ponen a prueba nuestra asertividad y aunque nuestros escondites puedan ser sofisticados, siempre están en riesgo ¡Qué miedooo! Un terremoto, un diluvio, un incendio, un robo, un asesinato, un accidente de tránsito, la muerte repentina de un ser querido, la traición de un amigo, la infidelidad del ser amado,… ¿Se nos acaba el mundo si sucede todo esto? Pueden despertar sentimientos extremos que nos son tan cercanos y tan lejanos.

Si pensamos en el futuro de terror, ya vivimos nerviosos y aterrorizados. Si nos preparamos para enfrentar el futuro nos dedicaremos a luchar contra las fuerzas destructivas, además de inculcar para buscar la justicia y la verdad.

La historia nos muestra que no hay sistemas inamovibles, tampoco ser humano sin sentimientos, no hay indestructibles (Destructores a montones). Por eso, al visionar el futuro no le esperemos con morbosidad de cuándo y cómo ocurrirá. El papel de un buen cristiano es enfrentar con lucidez y responsabilidad – hoy- esta historia larga y corta, de amor y desamor. Ni tú, ni yo nos escapamos.

En esta historia, el único eterno es Dios, el indestructible (los existencialistas lo saben). Sólo él puede guiarnos y acompañarnos, pues conoce hasta el cabello que se te cae y si eres calvo, sin duda, sabe tus pensamientos. En esta complejidad no te acomplejes, no entres en pánico, persevera, Jesús dice: “porque yo les daré palabras y sabiduría a la que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario…”.

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