Cuaresma 4 C. Dios Padre Misericordioso, El hijo pródigo

Rembrandt. El retorno del hijo pródigo. Hacia 1662 . Museo del Heritage. San Petersburgo.




























IV Domingo de Cuaresma
Año litúrgico 2018 - 2019 - (Ciclo C)


Murmuran los idiotas

Homilía y Reflexión, 
La parábola del Hijo pródigo o del Padre amoroso es una de las historias mejor contadas y comentadas en la historia. De hecho que tú también tendrás tus simpatías e interpretaciones.

Esta vez quiero que te fijes en lo que provoca a Jesús narrar esta parábola: Se acercaban a Jesús los publicanos y pecadores para escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos: “Ése acoge a los pecadores y come con ellos”.

“Si me mordiera la lengua” decimos porque hacer juicios es natural, por ello, cada día luchamos por educarlos; por hacerlos honestos y objetivos. 

Cuánto daño nos hacen los juicios corrosivos, están metidos de lleno en el hijo menor y en el mayor, en el liberal y en el conservador, en los lejanos y en los cercanos, en las minorías y en las mayorías.

La gran preocupación es responder a nuestra tendencia farisea y escriba de sentirnos los puros o la de hacer lobby de nuestros pecados. Los grupos, las ideologías, las tendencias, etc. son dañinas cuando sólo tiene boca y no orejas, prejuicios y no apertura.

Por medio de la parábola, Jesús, les traslada, inmediatamente, a la esfera del hogar: papá, mamá, hijos, familiares. La tragedia que vive la mamá y/o el papá es que a pesar de dar amor a sus hijos no logra unir una familia en el amor, sino en intereses. Ambos, preocupados por su herencia. La envidia y codicia hace que uno regrese y el otro se aleje, un círculo trágico.

El Papá y/o la mamá siguen derrochando amor y los sinvergüenzas, manganzones, no lo valoran. Los padres tienen la paciencia de respetar su independencia, su aislamiento, pero no dejan de preocuparse por ambos, pues los hijos no logran encontrarse con sus padres, ni consigo mismos. 

Dios Padre, Madre, esperan pacientes, no les molesta repartir la herencia, sino el uso que hacen los idiotas de su fortuna. Al estilo de una mente corta y una fe seca, más puede el prejuicio que la verdad, lo material que lo espiritual, la mentira a la sinceridad, el orgullo al encuentro. 

En esta crisis, la lejanía y la cercanía fundadas en el amor de Dios generan una nostalgia de ese gran amor paterno. La paciencia de Dios no aparta la mirada en el camino. Su amor germinará el regreso : aunque los hijos sigamos siendo idiotas reflejados en el discurso comodín del hijo menor y la factura larga e infeliz del hijo mayor.  

Hijo menor : « Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros ». 

Hijo mayor : « Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado. »

Ese amor, les ha desnudado. Somos seres que reposamos la cabeza en el amor. Puedes derrochar tus riquezas pero sin amor, seguirás en tierras lejanas, o sin perdonar a tu hermano.

La tragedia de Dios sigue : sus hijos no se han encontrado, no han celebrado juntos. El Padre ha derrochado amor con el lejano en la fiesta y con el cercano fuera de la fiesta. 

Dios sigue esperando que sus hijos dejemos de ser idiotas y no derrochemos nuestra herencia : nuestro hermano, la creación, uno mismo. Espera que celebremos juntos con pan, vino, danzas, música y cantos. Derrochemos ser hijos y nos alimentemos de su amor en la fiesta  de esta vida.

 

Bartolomé Esteban Murillo. El hijo pródigo abandonado.1660 – 1665. Museo del Prado. Madrid.
Homilía y Reflexión, 

Evangelio del día

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 15, 1-3. 11-32


Bartolomé Esteban Murillo. El hijo pródigo recoge su legítima.
1660-1665. Museo del Prado. Madrid.
Bartolomé Esteban Murillo. La despedida del hijo pródigo

1660 – 1665. Museo del Prado. Madrid.



En aquel tiempo, se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los letrados murmuraban entre ellos:
–Ese acoge a los pecadores y come con ellos.
Jesús les dijo esta parábola:
Un hombre tenía dos hijos: el menor de ellos dijo a su padre:
–Padre, dame la parte que me toca de la fortuna.
El padre les repartió los bienes.
No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente.
Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad.
Fue entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país, que lo mandó a sus campos a guardar cerdos. Le entraban ganas de llenarse el estómago de las algarrobas que comían los cerdos; y nadie le daba de comer.
Recapacitando entonces se dijo:
–Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: «Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros.»
Se puso en camino adonde estaba su padre: cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió; y echando a correr se le echó al cuello y se puso a besarlo.
Su hijo le dijo:
–Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo.

Pero el padre dijo a sus criados:
Bartolomé Esteban Murillo. La disipación del hijo pródigo.
1660 – 1665. Museo del Prado.
–Sacad en seguida el mejor traje, y vestidlo; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y matadlo; celebremos un banquete; porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido y lo hemos encontrado.
John Macallan Swan. The Prodigal Son

1888. Tate Gallery. Londres.
Y empezaron el banquete.
Su hijo mayor estaba en el campo.
Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y el baile, y llamando a uno de los mozos, le preguntó qué pasaba.
Este le contestó:
–Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud.
El se indignó y se negaba a entrar pero su padre salió e intentaba persuadirlo.
Y él replicó a su padre:
Bartolomé Esteban Murillo. Regreso del hijo pródigo.
 1668. National Gallery. Washington.
–Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado.
El padre le dijo:
–Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo: deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido, estaba perdido, y lo hemos encontrado.

La vuelta del hijo pródigo

BASSANO, FRANCESCO,BASSANO, JACOPO
Copyright de la imagen ©Museo Nacional del Prado
Homilía y Reflexión, 


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