Domingo XIV del tiempo ordinario – Ciclo C (Lucas 10, 1-12.17-20) – 4 de julio de 2010

“El reino de Dios ya está cerca de ustedes”

Miles de años y los efectos de la naturaleza permitieron el regalo de un mar generoso en la costa norte peruana. Daba para todos. Si sin sembrar cada mañana el pescador va a cosechar entonces es un auténtico regalo de Dios. La pesca era abundante, vinieron pescadores de todos lados, se necesitaba de una nueva cultura. Se pudo sentir “yo haré correr hacia ella, como un río la paz, como un torrente en crecida, las riquezas de las naciones” (Is 66, 10-14).

Pero en la vida la generosidad también significa ser agradecidos, cuidar el regalo. La gloria no está en la riqueza obtenida con facilidad, sino en ser nueva creatura, en renovarse siempre, en emprender proyectos que tengan sentido generoso, donador de vida y alegría.

La generosidad no tiene fronteras, es universal, para todos. La universalidad trae una misión personal, un desafío comunitario. Por ejemplo, en la actualidad los pescadores jubilados no reciben su salario, la institución orientada a defenderlos termino siendo como un lobo que le roba sus ahorros, sus salarios, el pan de cada día. ¿Qué hacer en medio de lobos que se apoderaron del dinero, con aquellos que negocian los casos de los pescadores?

En este contexto de generosidad y egoísmo las injusticias hacen preveer un monumental atropello a los menos favorecidos. ¿Qué harías si vieras a tu padre pidiendo limosna en la calle, enferma y golpeada? ¿Acaso no donaron su vida a pescar y no aportaron? Un pescador jubilado no está pidiendo favores, sino justicia; no pide una migaja, sino lo que él aportó con el sudor de su frente.

Es un caso concreto, en el cual se necesita de gente que no tenga alforja en su conciencia y una bolsa para meter todo lo que pueda, no se requiere de alguien que vista el mejor zapato y pise los derechos de quienes debería defender. Se requiere de alguien que no se gloríe sino en la cruz de la justicia y el trato humano.

El evangelio nos asegura que con la paz, el amor y la justicia “hasta los demonios se someten en nombre de Cristo”. Necesitamos de alguien que luche como Cristo para estar con Cristo. Más que alegrarse por el bien que hace o porque quedó bien ante los medios de comunicación, la alegría es porque nuestra vida se inscribe en el cielo, se dona como Cristo y da frutos abundantes que alimentan el desarrollo humano.

Radio Santo Domingo te ofrece un Video sobre el evangelio, míralo es interesante.

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