Domingo II de Pascua – Ciclo B (Juan 20, 19-31) – 15 de abril de 2012


"¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto"

La duda suele ser la culpable de varias omisiones en la vida. Dudas qué carrera profesional estudiar, con quién comprometerte, el matrimonio, la consagración, un viaje,… Pero la duda se ha
ce más fuerte cuando no hay quién la aclare y se agudiza cuando uno mismo no quiere aclararla.

La duda, respecto a la otra persona y específicamente a la que amas, suele cocer prejuicios graves y hacen sufrir, sin misericordia, a las personas. Ante la duda, misericordia; el prejuicio, la claridad; la imaginación, la palabra; la tristeza, Dios.

Mucho se clarifica con el parecer de los demás, las personas solas suelen decidir bajo sus paciones y emociones pasajeras; de pronto asuman su error pero no serán felices. A Tomás, el Mellizo, le sucede que anda solo, miedoso, prejuiciado, decepcionado, triste, indeciso; él no cree en lo que le dicen los discípulos, quiere pruebas fehacientes.

Por andar solo, Tomás, desconectado de su comunidad se ha perdido la alegría de: “hemos visto al Señor”. Desconéctate de tu familia o de comunidad y verás cómo te pierdes las mejores alegrías. Las pruebas fehacientes pueden estar tan cerca, tan visibles que interiormente sólo podrás atinar a decir: “Dios mío, señor mío”. Mira en tu familia, quién tendrá el rostro del resucitado, quién tie
ne el de crucificado, o el de pura imaginación.

La duda va de la mano con la fe, sólo Dios conoce la interioridad de las personas, unas creen más que otras. Quiero creer más pero no puedo. Quiero dejar de dudar pero algo me desespera. Repito, la fe es un don de Dios. Unos tendremos que buscarla y pedirle a Dios que nos la dé, dichosos los que creen.


Con la resurrección todo parece hacerse de nuevo, pero con otra característica, Jesús no ha vuelto a vivir para morir, sino para vivir siempre. En esta pascua con rostro de mujer, María, María Magdalena, suelen ser las primeras mensajeras, Pedro y Pablo van atando cabos sueltos para descubrir la verdad,… No es suficiente, Jesús se hace el encontradizo en el camino a Emaús, les prepara un pescado asado en la misma orilla que les llamó, traspasa las puertas para ofrecerles la paz y superar el miedo, les envía a regar misericordia perdonando los pecados por todo el mundo,…

La duda nos ayuda a buscar la verdad, no debería profundizar el miedo, la decepción. La fe nos ayuda a no sentirnos solos, a confiar, a respetar la libertad, a no presionar, evita la desesperación. La misericordia lleva a amar a los demás con todas las entrañas… El amor, paradójicamente duele, aunque distinto. Misericordia Señor.

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