XXXIII Domingo del tiempo ordinario (A): la parábola de los talentos

“Bien, siervo bueno y fiel; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; entra en el gozo de tu señor”

Talento = antigua moneda romana de gran valor. Actualmente se puede interpretar como una referencia a las habilidades, capacidades y aptitudes naturales para realizar ciertas actividades y tareas. Fortalecer los talentos lleva a multiplicar las habilidades y capacidades que cada persona tiene en la construcción del mundo, al servicio de Dios y la humanidad.

 

Los talentos


XXXIII Domingo del tiempo ordinario

2022 - 2023 - (Ciclo A)

 

¿Qué nos ha dejado Jesús al ausentarse?

El hombre, al ausentarse nos ha dejado algunos regalos, dones. El hombre es Jesús, ha llamado a sus siervos, amigos, discípulos y les ha dejado una herencia. El deseo es que cada uno haga fructificar la herencia.

 

La venida, el dueño de la hacienda ha de venir. Esta alusión a la segunda venida de Jesús, la parusía, nos pone alertas. La herencia nos debe sostener y multiplicarse con la perseverancia y mirada futura. El horizonte de la vida se va enriqueciendo con la herencia: el bautismo para renovar el Espíritu Santo, el Evangelio con la palabra de Vida, el perdón como patrimonio del cristianismo; la fe, la esperanza transmitida en las obras de caridad; la oración como vehículo de comunicación; los escritos de los grandes padres de la iglesia y maestros espirituales; etc.

 

El miedo y los celos

El miedo hizo a los apóstoles esconderse, correr desesperados, a Pedro le hizo negarlo, los discípulos de Emaús regañan al Forastero por su aparente ignorancia. El miedo apareció en la historia de predicación y peregrinación y Jesús viene a sanarlos después de escuchar sus frustraciones. 

 

Entonces, lo que Jesús viene a traer es: valentía y generosidad. El valor de ser expuesto se calcula más allá de ser enterrado. Un tesoro no se puede enterrar porque la existencia necesita tener alegrías, proyectos, satisfacciones. Tener enterrado un tesoro es lo más inseguro y peligroso, o te roban o lo pierdes. El miedo a perder la vida debería ser un catalizador del valor incalculable de cada vida.

 

“Quo vadis, Domine” 

Se cuenta que Pedro estaba escapando de Roma, el miedo a Nerón que perseguía a los cristianos era una prueba de fuego para el tesoro de la fe. Pedro era acompañado por un niño llamado Nazario, quien cae de rodillas al ver el resplandor. En ese momento Pedro pregunta, en el resplandor, a Jesús: “Quo vadis, Domine” (¿A dónde vas Señor?). Jesús contestó: “a Roma para hacerme crucificar de nuevo”. Entonces, Pedro regresó a Roma donde fue crucificado, y pidió a sus verdugos que lo crucificaran de cabeza, no se sentía digno de ser crucificado como Cristo. Allí mismo, donde hoy la basílica y la plaza lleva su nombre, en el estado vaticano entregó el tesoro de la vida, del testimonio, de su fe.    

 

En busca del tesoro escondido

Puedes hacer una lista de tesoros que enriquecen tu vida: la familia, el trabajo, los hermanos, la naturaleza, el cielo y el viento, en fin, de acuerdo a tu sensibilidad y revalorización de lo que nos rodea. Pero hay una capa más profunda, la fe, el corazón, la alegría, la ilusión, el buen recuerdo, la soledad, los momentos de felicidad, los recuerdos edificantes. 

 

En realidad, te debes hacer una pregunta ¿Cómo estoy reaccionando ante el tesoro? La responsabilidad de responder esta pregunta es la respuesta clave ante Dios, cara a cara con Jesús en su segunda venida.

 

La reacción o mirada de una persona buena y fiel ante las dimensiones de la vida. En el amor, qué le fortalece o le ahoga a tu corazón. En tus objetivos de vida, qué te falta emprender, decir, practicar, caminar. En el amanecer de cada día hay un sol que calienta y un aire que oxigena, ¿tienes una gran fe y esperanza?

 

¿Tienes algún tesoro escondido?

Surgen sentimientos en la vida que calan en la mirada del alma. Te toca esconder la historia de tu vida, los sentimientos puros, las emociones, hay algo de lo que te enorgullezcas o avergüences.

 

Podríamos llamarle el: “si hubiese” … Un pensamiento perseverante en el interior de tu cerebro: si hubiese estudiado, si hubiese viajado, cantado, mirado, decidido, evitado, trabajado, pagado, comprado, fiado, etc. La actitud procrastinadora te hace caminar con la sensación de estar perdiéndolo, ganándolo, malgastándolo, desperdiciándolo, arruinándolo. Si ha perdido el brillo de un tesoro de alegría y fe entonces llegan las lágrimas.

 

El tiempo es un ayer que se fue, el día de presentarse a Dios llegará y cómo decirle: desperdicié mi vida, pude enriquecerla, pero me dio miedo la miseria; pude recibir más, pero di menos; allí estaba y ahora ya no está; era mío y ahora me lo quitas. 

En la historia de Pedro, el amor y la fe en Cristo pudieron más que el cuidado de su propia vida. El efecto “Nerón” permanece en la historia, pero se combate cuando tu vida se convierta en el testimonio de amor, de fe, de entrega total. 

_“Quo vadis,…” ¿A dónde vas Señor,…? 

_A volverme crucificar por ti, siervo bueno y fiel, por Juana, Miguel, Carlos, … pasa a la cruz de tu Señor.

_Señor, multiplicaré cada talento, … me diste dos te daré cuatro.

_Siervo fiel y bueno, entra en el gozo de tu señor”

 

Palabra del papa Francisco

Esta parábola nos hace entender lo importante que es tener una idea verdadera de Dios. No debemos pensar que Él es un patrón malo, duro y severo que quiere castigarnos. Si dentro de nosotros está esta imagen equivocada de Dios, entonces nuestra vida no podrá ser fecunda, porque viviremos en el miedo y este no nos conducirá a nada constructivo; de hecho, el miedo nos paraliza, nos autodestruye. Estamos llamados a reflexionar para descubrir cuál es verdaderamente nuestra idea de Dios. Ya en el Antiguo Testamento Él se reveló como «Dios misericordioso y clemente, tardo a la cólera y rico en amor y fidelidad» (Éxodo 34, 6). Y Jesús siempre nos ha mostrado que Dios no es un patrón severo e intolerante, sino un padre lleno de amor, de ternura, un padre lleno de bondad. Por lo tanto, podemos y debemos tener una inmensa confianza en Él. 

(Angelus, 19 de noviembre de 2017 )

 

Lectura del santo evangelio según san Mateo 25, 14-30

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:
«Un hombre, al irse de viaje, llamó a sus siervos y los dejó al cargo de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos, a otro dos, a otro uno, a cada cual según su capacidad; luego se marchó.
El que recibió cinco talentos fue enseguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos.
En cambio, el que recibió uno fue a hacer un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor.
Al cabo de mucho tiempo viene el señor de aquellos siervos y se pone a ajustar las cuentas con ellos.
Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo:
“Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco”.
Su señor le dijo:
“Bien, siervo bueno y fiel; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; entra en el gozo de tu señor”.
Se acercó luego el que había recibido dos talentos y dijo:
“Señor, dos talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos”.
Su señor le dijo:
“Bien, siervo bueno y fiel; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; entra en el gozo de tu señor”.
Se acercó también el que había recibido un talento y dijo:
“Señor, sabía que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces, tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo”.
El señor le respondió:
“Eres un siervo negligente y holgazán. ¿Conque sabías que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo? Pues debías haber puesto mi dinero en el banco, para que, al volver yo, pudiera recoger lo mío con los intereses. Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez. Porque al que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Y a ese siervo inútil echadlo fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y el rechinar de dientes”».


Pintura:

Grabado de los talentos

Un grabado de 1712 realizado en madera, que representa la parábola de los talentos. Dos servidores presentan a su señor los talentos ganados mientras que, en el fondo a la derecha, un tercer servidor busca el talento que había enterrado.

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