XV Domingo del tiempo ordinario (B): Jesús envía a sus discípulos a predicar
Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.
Jesús que envía a sus discípulos a la misión (cf. Mc 6,7-13). Los envía ‘de dos en dos’ y les recomienda: llevar sólo lo necesario.
Jesús despidiéndose de sus once discípulos restantes, de la Maestà de Duccio, 1308–1311.
XV Domingo del tiempo ordinario
Año litúrgico 2023 - 2024 - (Ciclo B)
Comprender la misión
¿Cuál es tu misión en este mundo? Sin responder a esta cuestión, cada paso esta caminado al azar. No se trata de decidir qué carrera estudiar, que de por sí puede ya estar influenciado por el contexto familiar y económico. Se trata realmente de los objetivos más humanos, de ser/hacer y no de tener. Por ejemplo, ser feliz, ser solidario, ser bueno, etc.
Ser discípulo implica tener la humildad para aprender, por ello, el Evangelista Marcos va señalando la permanente incapacidad de los apóstoles para comprender la misión. El éxito no está en ganar su primer millón, sino en saber ejercer autoridad sobre espíritus inmundos. La capacidad de despojarse de pensamientos e intereses personales es ya un signo de autoridad sobre los espíritus obsesionados por el placer y lo material.
Andar ligeros - sustentabilidad
Es una aventura llena de caminos y retos, el camuflaje de “misión imposible” no es tan necesario como el coraje. Unos caminos para unir seres humanos. Unos retos para superarse así mismo. Andar ligeros, pero no solos.
Un cerebro lleno de preocupaciones de cómo solucionar su hambre, de qué armas o herramientas portar, de la vestimenta y los accesorios personales, etc. Es un cerebro con poco espacio para la misión. Pues, los espíritus inmundos llegan abrigando la gula, la lujuria, la superficialidad, el relativismo, la indiferencia, etc.
La sustentabilidad corresponde a Dios. Su providencia cuida de cada uno de sus servidores. Su generosidad y misericordia son incomparables. Nadie queda al margen de los ojos amorosos de Dios.
La casa de la estabilidad
Jesús les da una orientación: quedarse en la casa que los recibe hasta su despedida. La tentación de buscar comodidades podría insultar la solidaridad de las personas. Quedarse en la casa significa ser parte de la vida de una familia por unos días, comer lo mismo, ayudar en algún trabajo, ser parte de sus conversaciones, respetar la intimidad del hogar, orar y pedir para que el hogar se mantenga unido y lleno de amor.
Dar posada al peregrino, a los predicadores es ayudar a Dios a realizar su proyecto de salvación. La hospitalidad, cada vez venida a menos, es testimonio de un corazón agradecido.
El éxito de la misión
Aunque parecían incapaces en aprender, pero han anotado una nota sobresaliente en la práctica: “Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban”. Los apóstoles comienzan experimentar la presencia de Jesús en su labor apostólica, lo experimentar con más fuerza después de la resurrección.
Jesús los ha llamado, ha tenido ojos para elegirlos más allá de sus carencias humanas. La misión parecía ser un fracaso, pero los resultados muestran la alegría y sorpresa. Con Jesús pueden llegar hasta lo inesperado y a eventos milagrosos.
La fuerza está en la predicación de la Palabra de Dios. Son palabras eficaces. Los discípulos eficientes. Quedan rebajadas las crisis, las ofensas, los rechazos, las tristezas. Incluso para quienes actuaron rechazando y criticando está abierta la oportunidad.
La vocación al servicio de Jesús tiene todo para hacernos felices, alegres, libres. Si te provoca o te da curiosidad por emprender una misión, no lo dudes, prueba, te ayudará en la vida terrena y eterna.
Palabra del papa Francisco
“Detengámonos un momento en esta imagen: los discípulos son enviados juntos y deben llevar con ellos sólo lo necesario. El Evangelio no se anuncia solo, sino juntos, como una comunidad, y para hacerlo es importante saber custodiar la sobriedad”
(Ángelus, 14 de junio de 2024)
Lectura del santo Evangelio según San Marcos 6, 7-13
En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto.
Y añadió:
«Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el polvo de los pies, en testimonio contra ellos».
Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.
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