VIII Domingo del tiempo ordinario ( C): Quién soy, autenticidad desde las raíces
“De lo que rebosa el corazón habla la boca"
Un viaje al propio interior: tus pensamientos o puntos de vista, tus aprendizajes cotidianos, tus prejuicios, tus virtudes, etc. Tu autenticidad transparenta o es la respuesta a quién eres.
VIII Domingo del tiempo ordinario
Año litúrgico 2024 - 2025 - (Ciclo C)
¿De qué estás hecho?
Esta radiografía podría señalar tus manchas, tus hoyos, tus disfunciones. Pero mejor mira el lado positivo, podría relucir la fortaleza de tus huesos, la vitalidad de tus órganos, tu piel tonificada, tu cuerpo saludable. Pero para hacerlo más propio paso a la primera persona singular.
¿De qué estoy hecho?
Es también ¿Qué tengo en abundancia? O ir más a fondo con la pregunta ¿quién soy en esencia? Pero resulta que los frutos no siempre reflejan mi esencia, entonces debo preguntarme por lo que debo ser o buscar en mi propio interior, lo que me lleva más allá de mis sentimientos y de mis reacciones, de mis respuestas a estímulos externos. Es posible que sólo encuentre consecuencias de no haber encontrado mi configuración humana, mi dimensión de bondad, eternidad, belleza, en fin, de aquello que trasciende más allá; pues, no soy una reacción, ni un juicio, soy algo más, me falta algo para nadar no en lo superficial sino hacia el fondo.
¿De qué estoy hecho? ¿quién soy fundamentalmente?
- Quién soy cuando salgo del hoyo, del charco, de los problemas, de las depresiones, …
- Quién soy cuando he aprendido de las lecciones de humildad, de los testimonios de fe, de los esfuerzos desmesurados y generosos.
- Quién soy cuando he descubierto mi ignorancia, mis errores, mis prejuicios, mis necesidades.
- Quien soy cuando pensaba que era bueno y no identificaba el fondo maligno.
- Quién soy cuando descubro que soy como un árbol, observo profundamente mis raíces, siento el olor de la arcilla, muevo mis ramas, siento el aire fresco, y me preparó para las tempestades y el invierno, quiero más otoños y primaveras.
- Quién soy cuando descubro mis frutos, olor, sabor, textura, … higo, uva, manzana, fruto del bosque, …
- Quién soy cuando descubro lo que tengo en mi corazón, ya no es un fruto, es un ser que te lleva más allá del corazón, es como la sangre que alimenta tu existencia.
- Quién soy cuando hablo desde las entrañas, desde la tierra creadora, desde el aliento eterno.
- Quién soy cuando intuyo que podría ser inagotable en el amor, la bondad, la misericordia.
- Quién soy cuando descubro que ese amor, bondad y misericordia sólo pueden tener el toque de Dios, la ofrenda eterna de Cristo en la cruz.
- Quién soy cuando descubro, que no soy el único, sino que hay otro, también creado por Dios, con raíces, con visiones, con inteligencia para superar los prejuicios. Un prójimo.
- Quiénes seríamos si cada día nuestra vida fuera la consecuencia de la abundancia de Dios.
- En fin, si no descubro de dónde vengo, será muy difícil saber dónde voy y tomar el camino correcto.
Palabra del papa Francisco
Junto con la caridad, es necesario «decir la verdad» y jamás «decir una cosa que no es verdadera». En realidad, observó, «cuántas veces en nuestras comunidades se dicen cosas de otra persona que no son verdaderas: son calumnias». O, «si son verdaderas», de todos modos «se arruina la buena fama de esa persona».
Desde esta perspectiva, un modo de dirigirse al hermano, según el Papa, puede ser el siguiente: «Esto que te digo, a ti, que tú has hecho, es verdad. No es un rumor que me ha llegado». Porque «las habladurías hieren, son bofetadas a la buena fama de una persona, son bofetadas al corazón de una persona».
Entonces, es necesaria siempre «la verdad», si bien a veces «no es agradable oírla». En todo caso, si la verdad «se dice con caridad y con amor, es más fácil aceptarla». Por eso hay que decir «la verdad con caridad: así se debe hablar de los defectos de los demás».
Homilía Viernes 12 de septiembre de 2014
Lectura del santo evangelio según san Lucas 6, 39-45
En aquel tiempo, dijo Jesús a los discípulos una parábola:
«¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo?
No está el discípulo sobre su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro.
¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Hermano, déjame que te saque la mota del ojo”, sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano.
Pues no hay árbol bueno que dé fruto malo, ni árbol malo que dé fruto bueno; por ello, cada árbol se conoce por su fruto; porque no se recogen higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos.
El hombre bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque de lo que rebosa el corazón habla la boca».
Pintura:
En el tríptico abierto se incluyen tres escenas. La tabla izquierda está dedicada al Paraíso, con la creación de Eva y la Fuente de la Vida, mientras la derecha muestra el Infierno. La tabla central da nombre al conjunto, al representarse en un jardín las delicias o placeres de la vida. Entre Paraíso e Infierno, estas delicias no son sino alusiones al Pecado, que muestran a la humanidad entregada a los diversos placeres mundanos. Son evidentes las representaciones de la Lujuria, de fuerte carga erótica, junto a otras de significado más enigmático. A través de la fugaz belleza de las flores o de la dulzura de las frutas, se transmite un mensaje de fragilidad, del carácter efímero de la felicidad y del goce del placer. Así parecen corroborarlo ciertos grupos, como la pareja encerrada en un globo de cristal en el lado izquierdo, en probable alusión al refrán flamenco: “La felicidad es como el vidrio, se rompe pronto”. El tríptico cerrado representa en grisalla el tercer día de la creación del Mundo, con Dios Padre como Creador, según sendas inscripciones en cada tabla: “Él mismo lo dijo y todo fue hecho” y “Él mismo lo ordenó y todo fue creado” Génesis (1:9-13). Obra de carácter moralizante, es una de las creaciones más enigmáticas, complejas y bellas de El Bosco, realizada en la última etapa de su vida. Adquirida en la almoneda del prior don Fernando, hijo natural del gran duque de Alba, Felipe II la llevó a El Escorial en 1593.
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Comentario con interrogantes que nos llevan a la interiorizacion de nuestra realidad personal, haciendo un alto en el camino para retomar la vida acorde a las enseñanzas del Maestro.
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