XXXII Domingo del tiempo ordinario (C). Los saduceos y la Resurrección

“ No es Dios de muertos sino de vivos ”

Para hablar de la resurrección, la trama de la controversia está en conocer a los Saduceos, Eran conservadores y mantenían una postura estricta en cuanto a la interpretación de la Torá (la ley judía escrita), rechazando cualquier interpretación oral o tradicional de la misma.


Jesús y los saduceos
Pintura antigua. La resurrección. Escuela Española

XXXII Domingo del tiempo ordinario
Año litúrgico 2018 - 2019 - (Ciclo C)

¿Quiénes son los saduceos?

Los saduceos fueron un grupo religioso y político judío que existió en los tiempos de Jesús, durante el período del Segundo Templo (516 a.C. - 70 d.C.) en la historia de Israel. Los saduceos eran una de las principales sectas judías, junto con los fariseos y los esenios. Eran una élite sacerdotal y aristocrática, cuyos miembros se encontraban en posiciones de poder y autoridad en el Templo de Jerusalén y en el Sanedrín (el consejo judicial supremo).

Los saduceos también creían que la resurrección de los muertos y la vida después de la muerte no eran posibles, y no aceptaban la existencia de ángeles ni espíritus. Esto los diferenciaba de los fariseos, quienes creían en la resurrección de los muertos y en la existencia de ángeles y espíritus.

Aunque no se mencionan muchas veces en el Nuevo Testamento, los saduceos se opusieron a Jesús y a su enseñanza, especialmente a su proclamación de la resurrección de los muertos. En varias ocasiones, Jesús discutió con ellos y les reprochó por su falta de fe y por ser hipócritas. Los saduceos también jugaron un papel importante en el juicio y la condena de Jesús, al trabajar en conjunto con los líderes religiosos y políticos de la época para lograr su ejecución.

¿Algún parecido a los saduceos?


“Comamos y bebamos que mañana moriremos” parece ser una verdad impostergable que ha ido mostrando la poca confianza en Dios, el no poder superar la muerte, el ser finitos, la negación de una vida eterna, la reducción de la vida sólo a los placeres. También se suele decir: “todo lo rico o es pecado o hace daño”.

Alguna vez entraron unas religiosas a un café, un grupo de personas desde su mesa las miraban y comentaban cosas. Me llamó la atención el comentario de uno de ellos, escuché que veían al grupo de religiosos como equivocados, ignorantes, manipulables.


¿ A quién le va gustar estar equivocado o ser manipulable? Aunque los comentarios pueden parecer superficiales corresponden a un tipo de pensar actual, a una vida al margen de una vida espiritual. Sus verdades podrían ser engañosas, privarles de una oportunidad para iluminar su vida.

Es decir, la trampa de la aparente luz puede privarte de la verdad, de la posibilidad de un sentido de la existencia. ¿cuándo nos respetamos y aceptamos, o cuándo nos conocemos o cuestionamos sobre la vida religiosa?

Eso mismo sucede con la pregunta “tramposa” planteada por los Saduceos. Quieren mofarse de los que creen en la resurrección. Recurren a la conocida ley del Levirato; en Palestina, la vida tenía sentido con la fertilidad, los hijos son la bendición concreta de Dios, no tenerlos era muy penoso. Continuar con la prole, con el apellido, es tan importante que la viuda debía casarse con el cuñado parra que el nombre no se extinga. 

El levirato, la extensión del nombre ya no es importante, Jesús los deja sin argumentos con su respuesta: “vivirán como ángeles”. Entonces, el gran afán de nuestra vida está en la búsqueda de la resurrección o de la vida eterna. “Que resucitan los muertos lo indicó el mismo Moisés en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor el Dios de Abrahán, y Dios de Isaac, y Dios de Jacob". Dios no lo es de muertos, sino de vivos; es decir, para El todos ellos están vivos". Reina la esperanza en nosotros, la muerte no tiene la última palabra.

Se burlan, porque además conocen las escrituras, y aunque los argumentos de la resurrección no eran tan evidentes como la de Jesús, el profeta Ezequiel, ya habla cómo Dios va dando vida a los huesos secos. También un texto hermoso para hablar de la vida, en el libro de los Macabeos, donde se expone claramente la fe en la resurrección, el rey tortura a una familia, y el cuarto hijo responde: "Vale la pena morir a manos de los hombres, cuando se espera que Dios mismo nos resucitará". El Libro de la Sabiduría, el último del Antiguo Testamento, corrobora esta creencia en la vida después de la vida.

Vivir para servir, servir para la vida eterna.

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas, Lc 20, 27-38

Se acercaron a Jesús algunos saduceos, que niegan la resurrección, y le dijeron: «Maestro, Moisés nos ha ordenado: "Si alguien está casado y muere sin tener hijos, que su hermano, para darle descendencia, se case con la viuda". Ahora bien, había siete hermanos. El primero se casó y murió sin tener hijos. El segundo se casó con la viuda, y luego el tercero. Y así murieron los siete sin dejar descendencia. Finalmente, también murió la mujer. Cuando resuciten los muertos, ¿de quién será esposa, ya que los siete la tuvieron por mujer?» Jesús les respondió: «En este mundo los hombres y las mujeres se casan, pero los que son juzgados dignos de participar del mundo futuro y de la resurrección, no se casan. Ya no pueden morir, porque son semejantes a los ángeles y son hijos de Dios, al ser hijos de la resurrección. Que los muertos van a resucitar, Moisés lo ha dado a entender en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor "el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob". Porque Él no es un Dios de muertos, sino de vivientes; todos, en efecto, viven para Él».

Palabra del Señor.

Homilia y reflexión

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