I Domingo de Adviento (A): “Estén siempre preparados, porque a la hora que menos piensen viene el Hijo del Hombre”
La Esperanza en la llegada de Dios
«Adoración de los pastores» de Francisco de Zurbarán
I Domingo de Adviento
Año litúrgico 2019 - 2020 - (Ciclo A)
- “Aló, hola papá ¿cómo te va?”
- “Bien hijo, con la esperanza de verte”
Mi padre suele saludarme así, pronuncia risueño: “esperanza”. El quiere decir: te espero, estoy vigilante a tu llamada, me gustaría que estés acá, te extraño. Su esperanza no se desliga de su alegría, menos del amor. Cada día en mis oraciones y yo en las suyas fortalecemos la esperanza de volvernos a ver, de tener buena salud, de unirnos en los momentos cruciales de este mundo. Estos tiempos nuevos van retando nuestra fe.
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Y sólo mira a tu vida, al mundo, el enemigo siempre ha sido el egoísmo, la división, las guerras. Por eso, es siempre necesario y urgente caminar con el optimismo de un de nuestros maestros espirituales de adviento: Isaías. A la luz del Señor ya no habrá guerra: “De las espadas forjarán arados,de las lanzas, podaderas.No alzará la espada pueblo contra pueblo,no se adiestrarán para la guerra.”
En esta experiencia regreso a mi padre, a veces hablamos de la muerte. “Yo ya estoy viejo” y le respondo: “yo camino hacia allá”. De la muerte nadie se escapa, joven o viejo, sólo Dios sabe. En este sentido, los nuevos tiempos no esperamos a las catástrofes, ni a lo peor de esta existencia. Esperamos realmente una familia peregrina del entendimiento, una sociedad en búsqueda de la justicia, un corazón amoroso y generoso. Es decir, en justicia y en paz nos preparamos para la fiesta. (Isaías 60, 1-22; 62 1-12; Amós 9, 11-15; Miqueas 4, 1-5; Sofonías 3, 14-20; Apocalipsis 21, 1-8; 22, 1-21).
En diciembre celebraremos navidad, pero ese nacimiento no servirá de mucho si no has pasado por un corazón esperanzado, una inteligencia emocional y justa (Isaías y otros profetas); por el sacrificio perseverante de buscar la coherencia entre tu mente, tu corazón y tus actos (Juan el Bautista); por la alegría de esperar un bebé, por entregar tu vida a que se transforme, desgaste, disponerte totalmente al cambio radical de un pequeño ser (Virgen María).
Recuerdo los momentos ingenuos del noviciado, por fiesta nacional el maestro nos permitió visitar la ciudad de manera deliberada; eran las 19 hrs. y un novicio no llegaba. Pasó la cena y comenzamos a preocuparnos, al salir de la oración de completas (21 hrs) el novicio llegó muy contento. A nuestras preguntas, respondió: “es fiesta nacional, hoy no se reza, ya rezamos todos los días”. El maestro le dijo: “¿esta nación se cae por la corrupción y crees que no necesitamos rezar?”. Nunca más tuvimos días libres, se ajustaron las lecturas espirituales y también los cursos de realidad nacional. Mi compañero novicio se ríe todavía y, como entenderás, sigue rezando “a tiempo y a destiempo”
Que este día de la esperanza, pienses en las alegrías que traen los frutos del amor y la justicia. Entonces, alegres,
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“estén siempre preparados, porque a la hora que menos piensen viene el Hijo del Hombre”
Homilía y Reflexión,
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 24, 37-44
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuando venga el Hijo del hombre, pasará como en tiempo de Noé.
En los días antes del diluvio, la gente comía y bebía, se casaban los hombres y las mujeres tomaban esposo, hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre: dos hombres estarán en el campo, a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo, a una se la llevarán y a otra la dejarán.
Por tanto, estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor.
Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría que abrieran un boquete en su casa.
Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre».
«Cuando venga el Hijo del hombre, pasará como en tiempo de Noé.
En los días antes del diluvio, la gente comía y bebía, se casaban los hombres y las mujeres tomaban esposo, hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre: dos hombres estarán en el campo, a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo, a una se la llevarán y a otra la dejarán.
Por tanto, estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor.
Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría que abrieran un boquete en su casa.
Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre».
Francisco de Zurbarán (1598-1664) fue un eximio pintor del barroco español. Algunos rasgos de su estilo fueron la resistencia a la perspectiva y la proyección geométrica del Renacimiento y la falta de coherencia espacial, que arrojaron como resultado espacios que carecían de profundidad y orden. Todos estos aspectos fueron compensados por el sobrio realismo con que logró plasmar los diferentes objetos, la forma expresiva con la que caracterizó los rostros de los personajes y la intuición para utilizar colores que se consideraban contrarios pero que el pintor lograba armonizar.
Todas estas cualidades se traslucen en su «Adoración de los pastores» donde el artista logra confeccionar un ambiente oscuro y misterioso. La luz parte del Niño Jesús y alumbra la escena mientras la Virgen María descubre suavemente el paño que lo envuelve para que los pastores y ángeles lo adoren. Todos los personajes visten ropajes humildes que sirven de marco para la situación, mientras los objetos cotidianos como jarros y canastas otorgan realismo al suceso.
«La adoración de los pastores» de Rembrandt |
Rembrandt van Rijn (1606-1669) fue un genio de la pintura barroca holandesa. Se destacó frente a la mayor parte de los artistas holandeses que se especializaban en una temática particular, como retratos, paisajes, etc., practicando todas las modalidades, incluso los temas religiosos, pese a ser rechazados por el protestantismo. Dentro de este último género se inclinó por las escenas bíblicas, que le permitían expresar mejor los graves problemas del alma humana.
La pintura de Rembrandt es de una enorme sensibilidad y se basa en los efectos de la luz y las sombras graves y profundas en las que se pierden los límites del espacio. Esta cualidad se manifiesta en su «Adoración de los pastores» de 1646, en la que apenas se logran distinguir las figuras que componen la escena. La escasa luz que alumbra el establo está focalizada sobre el Niño Jesús y contribuye a subrayar la atmósfera de intimidad. A su alrededor la Virgen María, san José y los pastores observan con devoción al pequeño. En la pintura se revela que el pintor es amante de los efectos nocturnos.
https://catholic-link.com/10-pinturas-bellas-navidad/
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