No hay misión sin vocación
Tengo que confesar que lo más difícil de tratar es el tema del dinero. Me pone incómodo por ejemplo cuando veo que el interés económico les sale por los poros, que el hacer dependa del tener, que el ser esté condicionado de cuánto se recibe. ¿Por qué lo económico nos mueve y no tanto la vida misma?
A menudo las entrevistas de trabajo pasan por este difícil momento, pero siempre debe quedar claro. Una tarea específica para que sea realizada bien es importante que la persona tenga el carisma, el entusiasmo, la identificación. Si ya no le mueve interiormente, de seguro es un funcionario que mira el reloj y se preocupa por fijar horarios y sacarle la vuelta al trabajo para hacer sus “cachuelitos”.
Cuando lo que hacemos está motivado por algo diferente a nuestro desarrollo personal y profesional, pronto caeremos en la rutina y cada vez tendremos más pretextos para no realizar nuestro trabajo. El trabajo nos afecta alo hígado y el clima laboral se derrumba. Nuestra motivación termina siendo meramente monetaria, entramos en una pereza laboral y no tenemos horizontes.
Es claro que en toda profesión el servicio a los demás atorga sentido al hacer y ser. Nadie podría remunerarnos con justicia si trabajamos en el camino a la plenitud de nuestra vocación. Pero hay algo que no tiene horarios, ni dinero, ni ataduras: la libertad y el amor. El clima laboral mejora cuando nos motivan los objetivos, el espíritu del equipo de trabajo.
Así como el aspecto económico debe estar claro, las acciones a realizar deben ser precisas. Muy importante, podemos ver la creatividad y motivaciones de la persona. Lo que dice, hace, propone, critica, indican si está “como el pez en el agua” o está “dando manotazos de ahogado”. Si tenemos vocación haremos realidad la misión y si no seguiremos culpando a los demás y el trabajo será más forzado.
DOCUMENTO DE APARECIDA
“La iglesia está llamada a repensar profundamente y relanzar con fidelidad y audacia su misión en las nuevas circunstancias latinoamericanas y mundiales. No puede replegarse frente a quienes sólo ven confusión, peligros y amenazas, o de quienes pretenden cubrir la variedad y complejidad de situaciones con una capa de ideologismos gastados o de agresiones irresponsables…” (Documento de Aparecida n° 11)
Tengo que confesar que lo más difícil de tratar es el tema del dinero. Me pone incómodo por ejemplo cuando veo que el interés económico les sale por los poros, que el hacer dependa del tener, que el ser esté condicionado de cuánto se recibe. ¿Por qué lo económico nos mueve y no tanto la vida misma?
A menudo las entrevistas de trabajo pasan por este difícil momento, pero siempre debe quedar claro. Una tarea específica para que sea realizada bien es importante que la persona tenga el carisma, el entusiasmo, la identificación. Si ya no le mueve interiormente, de seguro es un funcionario que mira el reloj y se preocupa por fijar horarios y sacarle la vuelta al trabajo para hacer sus “cachuelitos”.
Cuando lo que hacemos está motivado por algo diferente a nuestro desarrollo personal y profesional, pronto caeremos en la rutina y cada vez tendremos más pretextos para no realizar nuestro trabajo. El trabajo nos afecta alo hígado y el clima laboral se derrumba. Nuestra motivación termina siendo meramente monetaria, entramos en una pereza laboral y no tenemos horizontes.
Es claro que en toda profesión el servicio a los demás atorga sentido al hacer y ser. Nadie podría remunerarnos con justicia si trabajamos en el camino a la plenitud de nuestra vocación. Pero hay algo que no tiene horarios, ni dinero, ni ataduras: la libertad y el amor. El clima laboral mejora cuando nos motivan los objetivos, el espíritu del equipo de trabajo.
Así como el aspecto económico debe estar claro, las acciones a realizar deben ser precisas. Muy importante, podemos ver la creatividad y motivaciones de la persona. Lo que dice, hace, propone, critica, indican si está “como el pez en el agua” o está “dando manotazos de ahogado”. Si tenemos vocación haremos realidad la misión y si no seguiremos culpando a los demás y el trabajo será más forzado.
DOCUMENTO DE APARECIDA
“La iglesia está llamada a repensar profundamente y relanzar con fidelidad y audacia su misión en las nuevas circunstancias latinoamericanas y mundiales. No puede replegarse frente a quienes sólo ven confusión, peligros y amenazas, o de quienes pretenden cubrir la variedad y complejidad de situaciones con una capa de ideologismos gastados o de agresiones irresponsables…” (Documento de Aparecida n° 11)
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