TO-XXI-B: Decisiones y libertad



Domingo XXI del tiempo ordinario – Ciclo B (Juan 6, 60-69) 26 de agosto de 2012

“¿También ustedes quieren irse?”


Para llenar el estómago era necesario sacar el pan escondido, concesionado, explotado, quitado, estafado,… Pero este modelo de seguimiento no es suficiente, le entristece a Jesús, él prefiere llenar nuestra vida. El evangelista San Juan (6) nos habla del Pan de Vida y la oferta es una ganga para entusiasmarnos: estómago lleno, vida solidaria, nutrición providente, pacto de vida, sentido a la existencia, renuncia, responsabilidad, libertad, amor, aventura, comunidad, vida eterna, …Pero en seguida las palabras de Jesús nos reubican y nuestra vida experimenta un quiebre existencial: él transparenta la vida providente de Dios y nosotros debemos hacer lo mismo, él va ser matado en la cruz y nosotros debemos estar disponibles a entregar la vida; seguirlo significa abordar el proyecto para la nueva humanidad, abandonarlo implicará sacarse el chip o la chispa de la vida, ¿o felices con la vida cristiana o infelices sin Dios?

El abandono duele, pero es necesario el quiebre oportuno para mirar el horizonte de la vida. Jesús tiene palabras fuertes para los fariseos y discípulos, las ven como difíciles de digerir con la razón, supera su terrena experiencia. Las palabras ponen el dedo en la llaga, en el entendimiento puramente material (llenar el estómago) que incapacita para abordar con la razón y la fe el ámbito de lo divino (llenar la vida con Jesús).

Jesús busca ayudar en la incredulidad y explica el sentido de sus palabras acreditadas por el mismo Dios Padre: “nadie puede venir a mí, si el Padre no le concede ese don” (Jn 6, 61-65). Los oyentes no aceptan que Jesús les pueda dar la vida eterna, escandalizados lo abandonan. Ven lo caduco, la muerte y no lo eterno, resucitar como Cristo resucitó.

Jesús ante sus discípulos les da la oportunidad para discernir libremente – “¿También ustedes quieren marcharse?” Si él mismo se hace alimento, verdadera comida y verdadera bebida, además le da sentido a la vida es un gran banquete. Así nos sorprende el sentido de la Eucaristía, la vida de la cruz, de la resurrección, de la vida eterna. Nos alimentó, nos alimenta y nos alimentará.

No es el pan rancio, sino el nuevo sabor, la alegría, el gusto, el entusiasmo de participar de una nueva mesa, banquete y vida. En este contexto, no nos queda más que apropiarnos de las palabras de San Pedro: ¿A dónde iremos? ¡Tú tienes palabras de vida eterna!

En conclusión, es necesario decidir frente a Jesús, con la plena libertad que nos da Dios. Es difícil ubicarse en nueva tierra, incomoda replantear la vida familiar como Dios quiere. El seguimiento de Jesús produce desgarros, exige compromiso, denuncia componendas y la mediocridad, fortalece la esperanza y es una oportunidad para profundizar de manera personalizada en un seguimiento más íntimo.

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