Solemnidad del Corpus Christi: Denles ustedes de comer.

  “Despide a la gente, para que vayan a descansar y a buscar comida”


El Corpus Christi. Hacia 1887. Óleo sobre lienzo, 95 x 140 cm.. MAS Y FONDEVILA, ARCADIO. Gracia, Barcelona, 1852 - Sitges, Barcelona, 1934

Año litúrgico 2018 - 2019 - (Ciclo C)
Homilía y Reflexión,

Una eucaristía saludable

En Lima (Perú) existen diversos platos suculentos para la mañana: chicharrón al estilo limeño, pescado al estilo costeño, sopa al estilo andino, etc. Algunas mañanas teníamos desayunos grupales en algún restaurante después de una eucaristía venía un desayuno saludable.

En el restaurante, la camarera finalizaba ya la limpieza de algunas mesas, nos atendió con amabilidad, pero se extrañaba de nuestros pedidos; no era peruana. Al fin, terminamos el desayuno, la camarera recogía los platos, y al trasladarlos se comía los pedazos de pescado del plato. El contraste entre los que dejamos pedazos de pescado y la camarera que se los comía escondiéndose de los clientes y de los dueños me generaron muchas preguntas aquel día.

Recordaba, cómo me aconsejaba una experimentada chef, comer todo el plato, porque algunos restaurantes lavan el arroz dejado en los platos para convertirlos en sabrosos platillos.

En Chimbote, hermoso puerto pesquero de la costa norte, tiene un mar generoso, algunas mañanas me gustaba comer pescado con yuca, una ensalada de cebolla con limón y café (a veces mesclado con trigo o sebada tostados) y el lugar preciso era el mercado porque se puede ver la preparación de la comida y es más barato. 

Muchas experiencias de hambre seguro te son familiares. En muchos lugares el tenor es el mismo, gente buscando comida en los contenedores de desperdicios. En una de las ciudades más caras del mundo, me impresionaba cómo, una pareja con un niño y dos perros, se chupaban los dedos de felicidad al encontrar hamburguesas y restos de refrescos en los contenedores.

En un diálogo sobre los inmigrantes una dama narraba su trabajo en casa, ella sólo comía una vez al día, su comida era seleccionada y pesada; lo que le obligaba a comer los restos de los desayunos y cenas. 

El Papa Francisco ha tratado de hacer carne el “Buen Samaritano” para alimentar a muchas personas y ha sido criticado. Pero más que las estadísticas, se deja entrever lo que el Papa llama “globalización de la indiferencia” a la mezcla de individualismo mas utilitarismo que se riega en las redes sociales generando “la cultura del descarte” (mensaje del santo padre Francisco para la jornada mundial del migrante y del refugiado 2019, 29 de setiembre).

Alrededor de 795​ millones de personas en el mundo no tienen suficientes alimentos para llevar una vida saludable y activa. Eso es casi uno de cada nueve personas en la tierra. La gran mayoría de personas que padecen hambre en el mundo viven en países en desarrollo, donde el 12.9% de la población presenta desnutrición. (https://es1.wfp.org).

Una vida saludable y activa no sólo es el problema de los gobiernos cuando nos llega directamente a los pobres. No podemos esperar el 2030 para solucionar el hambre. Jesús lo planteó hace mas de 2000 años: “Denles de comer ustedes mismos”, los organiza en grupos, toma el pan, levanta los ojos al cielo, pronuncia la bendición, parte los panes, los entrega a los discípulos para repartir a la multitud. 

Si nos planteamos la eucaristía como una vida saludable, entonces, seamos generosos, superemos el hambre y sigamos colaborando con Jesús, siendo el pan que se parte y alimenta. Dejemos la desnutrición espiritual, la física y la intelectual.


Homilía y Reflexión, 

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 9, 11b-17

En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar a la gente del Reino de Dios, y curó a los que lo necesitaban.
Caía la tarde y los Doce se le acercaron a decirle:
–Despide a la gente que vayan a las aldeas y cortijos de alrededor a buscar alojamiento y comida; porque aquí estamos en descampado.
El les contestó:
–Dadles vosotros de comer.
Ellos replicaron:
–No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos a comprar de comer para todo este gentío. (Porque eran unos cinco mil hombres.)
Jesús dijo a sus discípulos:
–Decidles que se echen en grupos de unos cincuenta.
Lo hicieron así, y todos se echaron.
El, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición sobre ellos, los partió y se los dio a los discípulos para que se los sirvieran a la gente. Comieron todos y se saciaron, y cogieron las sobras: doce cestos.

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