La anciana recobró la esperanza
Con los hijos en casa
Literatura,
La anciana recorría su casa y miraba su rostro curtido en el espejo,
Abrió con miedo cada ventana, y en su mesa el vino no era añejo,
Miró el viejo reloj y la pintura, al crucificado y un álbum reviejo,
Y así la visitaron: la nostalgia, pero pudo más Dios y su consejo.
La vieja peregrina había despertado tantas pasiones e ilusiones,
Sus arrugas destellaban sonrisas, llantos, arte, poesías y canciones,
Remaba en el mar de sus recuerdos hacia sus grandes amores:
Sus hijos y sus hijas, cercanos, lejanos y con misiones multicolores.
La anciana, recorrió su casa, y chocó con la biblia, el reloj y la maleta.
Entonces recordó, sin parar, a sus hijos e hijas, “sin tiempo” y “sin celda”.
Se asustó al imaginarlos: solos, resentidos, y sin algo que les valga la pena,
y en su corazón sintió profundamente sus frustraciones en esta cuarentena.
Aquella tarde, la anciana, ojeó el álbum reviejo y encontró cada rostro,
Cada rostro con su propio equipaje, con el ‘santo’ que se lleva “dentro”.
Y aunque la muerte se pavoneaba, la anciana, sentía su corazón contento,
Porque sus retoños estaban unidos, en ese Jesucristo del amor eterno.
De esta manera, hijos e hijas, sin programarlo, pensaron más en la anciana,
Cómo ha caminado tanto junto a su pueblo, con su voz de fe y de esperanza.
Pues ahora tienen ‘tiempo’ y ‘celda’, obligados por la providencial naturaleza,
Y han descubierto que ‘no pasa nada’ si ponen en silencio su frenética agenda.
Desarmaron su maleta y se sumergieron en lo más hondo de su vida,
Y con sus ‘gafas de fe’ identificaron el canto, la Palabra y la liturgia,
También su ‘primer amor’, sus sentimientos y una gran familia.
Y replantearon su servicio ante la realidad impuesta e imprevista,
La vieron propicia para gestionar la creatividad y la vida,
Redescubrieron el sentido del humor y el sabor de la comida,
Aquella mañana, la anciana tenía el rostro con un especial resplandor,
Tomó una foto a la primavera para su nuevo álbum restaurador.
Sus hijos habían vuelto a diferenciar los ruidos y los silencios,
A conversar como amigos más que como meros hermanos,
Los ‘mas importantes’ redescubrían a los ‘invisibles’
Los ‘controladores’ ya no sospechaban tempestades,
Los ‘reprimidos’ expresaban libremente sus voces,
…
Apretó fuerte el nuevo álbum a su pecho,
Y aunque el testimonio ya lo había hecho,
Su sabiduría prestó oído a una frase:
“Se unen sin conocerse,
Viven sin amarse,
Y se entierran sin llorarse”
Dicen que la anciana abre la ventana cada día,
Porque no quiere “señores” sino “servidores”.
Hombres y mujeres, con desiertos y noches,
Con vidas reales y fértiles,
Y al servicio de los más pobres.
Literatura,
Anciana = vida religiosa
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