“ Este es mi Hijo, el amado; escuchadlo ”
Giovanni Bellini. Transfigurazione di Cristo
II Domingo de Cuaresma
Año litúrgico 2020 - 2021 - (Ciclo B)
Hoy te invito a subir a la montaña, a iniciar un camino junto a Pedro, Juan y Santiago. Vayamos con cuidado, pisando seguros, sin resbalarse, divisando el camino, respirando el aire frío, experimentando el vértigo de la altura, nos asombra el paisaje, la meta es más interesante que la fatiga. Este camino nos tiene sorpresas porque vamos guiados por el mismo Jesús.
Si Jesús tiene la iniciativa de invitarnos es porque tiene algo interesante que mostrarnos y sólo queda estar atentos para comprender.
- Lo interesante se ve desde lo alto, es una experiencia para volar en perspectivas. Coincide con esas ansias eternas de silencio, de lo alto, de la gloria, de “estar arriba” física y psicológicamente. Pero, solo podría quedar en una aventura asombrosa si no reconocemos lo divino.
- De lo alto se ve la ciudad, el pasado, el abismo, las profundidades espirituales y psicológicas. En ese monte vale la pena quedarse si abajo nos espera la cruz. Sin embargo, debemos regresar a nuestra realidad, hay una misión en el valle de lágrimas, es un viaje irrenunciable a la transformación del mundo.
- Al monte subimos para orar, para encontrarnos con lo alto. La oración nos permite descubrir la divinidad. Pero el confort de las “3 chozas” es sólo una visión para fortalecer la esperanza, confiar en la búsqueda de la Justicia (Elías) y en un pueblo libre (Moisés). Otra vez, ese resplandor indica el gran interés por la humanidad.
- En la montaña el oído capta sonidos inesperados. Desde esa nube aparece la voz, “yo soy”, “él es”, con un llamado a escuchar al “Hijo amado”. Esa voz nos da la seguridad de que Jesús es verdadero Dios, uno cercano a la realidad como verdadero hombre. Escucharlo para comprenderlo.
- Después de la montaña, Jesús ve que sus discípulos están maravillados, pero no han comprendido adecuadamente todo el mensaje. Entonces, les deja como la clave para comprender, en el futuro, el acontecimiento de la resurrección.
Quizá quedamos como los discípulos necesitados de tiempos y signos para comprender la misión de mejorar el mundo, de salvar personas, de liberar y anunciar Buenas Noticias. Nos duelen las paradojas del Hijo de Dios matado en nombre de Dios; de un Dios eterno soportando la finitud; de los hombres inteligentes atrapados en sus propios errores; de hombres sedientos de eterna belleza concentrados en su ombligo.
Los discípulos, finalmente, la cruz fue un premio. Quedamos todavía con la misión de la transfiguración desde las llanuras, desde las profundidades humanas, periferias. Para ello, sigamos subiendo al monte con Jesús, a orar, de todo corazón.
Lectura del santo evangelio según san Marcos 9, 2-10
En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, subió aparte con ellos solos a un monte alto, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo.
Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús.
Entonces Pedro tomó la palabra y dijo a Jesús:
«Maestro, ¡qué bueno es que estemos aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías».
No sabía qué decir, pues estaban asustados.
Se formó una nube que los cubrió y salió una voz de la nube:
«Este es mi Hijo, el amado; escuchadlo».
De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos.
Cuando bajaban del monte, les ordenó que no contasen a nadie lo que habían visto hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos.
Esto se les quedó grabado y discutían qué quería decir aquello de resucitar de entre los muertos.
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Ciclo B
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