XVII Domingo del tiempo ordinario (C): “ Padre, santificado sea tu Nombre, venga tu Reino…” Padre Nuestro
El hospedero insistente
"Enséñanos a rezar", ahora que mi corazón anda no sé dónde y mi cerebro te rechaza. En esta cultura de la desconfianza y la sospecha, dame la humildad para pedir lo que me falta en realidad".
“Tips para rezar”
Parece que los apóstoles están buscando una mejor técnica para rezar. Ven a Jesús rezar y quieren saber cómo, qué palabras, ¿Cómo lo hace?. Esa duda es frecuente, no sólo los niños, también los adultos quieren tips para rezar. En el fondo, parece que se insinúan dudas de lo correcto, de su eficacia.
¿Tiene sentido rezar?
¿Nuestras oraciones tienen respuestas? Ahora rezamos para que acaben las guerras y la violencia pero parece que no hay respuesta. El hombre cierra sus ojos y lanza peticiones a Dios en el momento que se siente amenazado, asustado, y a veces para agradecer.
Si Jesús lo recomienda de seguro es importante para el ser humano. Es una gracia de Dios que no se desarrollará contra la libertad del corazón humano.
Un tip de confiada relación
Pedir a alguien que te enseñe es reconocerle más sabiduría, ganas de aprender, confianza, buenas relaciones. El ejemplo es inspirador: Jesús se retira a rezar. Entonces hay algo que no lo dan las meras palabras, ese testimonio despierta la curiosidad, la cercanía, la confianza de que algo de bueno debe tener.
Tip del Padre Nuestro
La buena relación del Hijo con el Padre es lo que primero hace notar, no se trata de palabras con fórmulas y técnicas, sino de confianza, de comunicación. El diálogo es audaz, como lo hace Abraham, incluso desafía su justicia, un problema actual. Es decir, en el fondo del corazón, el trato de confianza, de justicia, de amor y perdón es un camino, incluso para los hijos malos que quieren cosas buenas para sus hijos.
Ya no sólo es el Padre de Jesús, es también nuestro y hay palabras de afecto, de petición, de humildad, de reconocerse vulnerable ante el mal.
Tip de la perseverancia
Pedir algo a una persona, solicitarle un favor puede resultar muy incómodo, pero en este texto Jesús no se cansa y recomienda "insistir". La gran tentación es desanimarse, abandonar los proyectos, no seguir los objetivos, etc. Además, de tras del corazón insistente está el afecto, la buena intención de ser un buen hospedero, de agradar al amigo, algo parecido a Martha, apurada por procurar un momento de buen sabor para el amigo que llega.
¿Por qué rezar?
Sólo se ama lo que se conoce, y el gran canal de conocimiento es la oración, es una experiencia que se debe iniciar cuanto antes. Porque es en la oración donde crece y florece nuestro conocimiento del Señor. Es la oportunidad para conocer cómo se cumplen sus promesas más que nuestros deseos. La oración es el lugar donde Dios nos llama por nuestro nombre y se nos revela. Es el lugar de la intimidad, de la amistad con Dios. Y sólo sobre esta base puede arraigar y desarrollarse nuestra vida espiritual. Poco a poco, la oración nos familiariza con Dios.
Que la oración ilumine tu encuentro con el amor de Dios, con tu fe y el amigo que te visita y necesitas insistir para lograr compartir el pan. Quizá hoy te regañen, pero tu corazón terminará libre y feliz de ser un buen hospedero. “Pidan y se les dará”, ¿qué esperas?
Palabra del papa Francisco
Por lo tanto, les da la oración del “Padre Nuestro”, quizás el regalo más precioso que nos ha dejado el Maestro divino en su misión terrenal. Después de habernos revelado su misterio de Hijo y de hermano, con esa oración, Jesús nos hace penetrar en la paternidad de Dios. Quiero subrayarlo: cuando Jesús nos enseña el Padre Nuestro nos hace entrar en la paternidad de Dios y nos muestra el camino para entrar en un diálogo orante y directo con Él, a través del camino de la confianza filial. Es un diálogo entre el papá y su hijo, del hijo con su papá. Lo que pedimos en el “Padre Nuestro” ya está hecho para nosotros en el Hijo Unigénito: la santificación del Nombre, el advenimiento del Reino, el don del pan, el perdón y la liberación del mal. Mientras pedimos, abrimos nuestra manos para recibir. Recibir los dones que el Padre nos mostró en el Hijo. La oración que el Señor nos enseñó es la síntesis de toda oración, y nosotros siempre la dirigimos al Padre en comunión con los hermanos. A veces sucede que en la oración haya distracciones pero tantas veces sentimos ganas de detenernos en la primera palabra: “Padre” y sentir esa paternidad en el corazón.
Después Jesús cuenta la parábola del amigo importuno y dice: “Debemos insistir en la oración”. Me recuerda lo que hacen los niños cuando tienen tres, tres años y medio: comienzan a preguntar cosas que no entienden. En mi tierra se llama “la edad de los porqués”, creo que también aquí es lo mismo. Los niños comienzan a mirar a su papá y dicen: “Papá, ¿por qué? Papá, ¿por qué?”. Piden explicaciones. Prestemos atención: cuando el papá empieza a explicar el porqué, llegan con otra pregunta sin escuchar toda la explicación. ¿Qué pasa? Sucede que los niños se sienten inseguros acerca de muchas cosas que comienzan a comprender a medias. Solo quieren atraer la mirada de su papá hacia ellos y por eso: “¿Por qué, por qué, por qué?“ Nosotros, en el Padre Nuestro, si nos detenemos en la primera palabra, haremos lo mismo que cuando éramos niños, atraer la mirada del padre sobre nosotros. Diciendo “Padre, Padre”, y también diciendo: “¿Por qué?” Y Él nos mirará.
(Papa Francisco, Ángelus, 2019).
Lectura del santo Evangelio según San Lucas 11, 1-13
Una vez que estaba Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo:
«Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos».
Él les dijo:
«Cuando oréis, decid: “Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día nuestro pan cotidiano, perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe, y no nos dejes caer en tentación”».
Y les dijo:
«Suponed que alguno de vosotros tiene un amigo, y viene durante la medianoche y le dice:
“Amigo, préstame tres panes, pues uno de mis amigos ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle”; y, desde dentro, aquel le responde:
“No me molestes; la puerta ya está cerrada; mis niños y yo estamos acostados; no puedo levantarme para dártelos”; os digo que, si no se levanta y se los da por ser amigo suyo, al menos por su importunidad se levantará y le dará cuanto necesite.
Pues yo os digo a vosotros: pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; porque todo el que pide recibe, y el que busca halla, y al que llama se le abre.
¿Qué padre entre vosotros, si su hijo le pide un pez, le dará una serpiente en lugar del pez? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión?
Si vosotros, pues, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que le piden?».
Pintura: Padre Nuestro
Representación del episodio del Sermón del Monteen el que, según el Evangelio de Mateo, Jesús de Nazaret dio a conocer el texto en el que se basa la oración del padrenuestro. Obra de Carl Heinrich Bloch, conservada en el Nationalhistoriske Museum på Frederiksborg Slot, Castillo de Frederiksborg, Dinamarca. Al igual que el resto del evangelio y de los escritos del Nuevo Testamento, el padrenuestro en su versión original conservada fue escrito en una forma dialectal del griego, la koiné, llamada también griego alejandrino, helenístico, común, o «griego del Nuevo Testamento». La koiné fue la lingua franca o lengua internacional del Mediterráneo oriental desde el período helenístico, y también la lengua de difusión del cristianismo.
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