XVI Domingo del tiempo ordinario (C): “Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas; solo una es necesaria.”

 Las obras de caridad te hacen buen amigo o amiga, no olvides si te visita Jesús. El camino necesitar ser andado.


Jesús en casa de Marta y María. VERA Y CALVO, JUAN ANTONIO. Copyright de la imagen ©Museo Nacional del Prado

XVI Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2021 - 2022 - (Ciclo C)

 

Amigos en el camino

¿Qué es necesario?

Hay una canción de Luis Abanto Morales, que nos recuerda las injusticias de este mundo: 

Cholo soy y no me compadezcas
Que esas son monedas que no valen nada
Y que dan los blancos como quien da plata
Nosotros los cholos no pedimos nada
Pues faltando todo, todo nos alcanza

 

Generosidad y escucha

La canción sigue, puedes leerlo al final del texto. Pese al crudo desprecio, los pobres no han perdido la capacidad de compartir, de contemplar el mundo. De esta hospitalidad más una comunicación efectiva podría resultar la confianza. La misma confianza que buscas cuando llegas a la casa de un amigo, allí donde “…no pedimos nada, pues faltando todo, todo nos alcanza”.

 

Sumidos en esta dinámica se comparten los bienes materiales, pero especialmente los espirituales. Por ello, las obras de misericordia como dar agua al forastero y escuchar al hermano es parte del edén interno de los corazones felices. Cada día necesitamos reconciliarnos, y es necesario no seguir agrediéndonos.

 

Esperanza

Es decir, tenemos la necesidad de confiar en Dios, en su visita, en nuestros propios hermanos. Las injusticias atentan contra todo tipo de fraternidad universal. Dios quiera que las injusticias descritas por la canción “cholo soy” no se sigan dando en otros formatos. Pese a las barbaries, estamos en camino, el que lleva a Jerusalén, el que se entiende como el camino a un mundo saludable, a la salvación.

 

Los amigos de Dios

Jesús es rechazado en algunas casas, todavía, pero es recibido por una mujer, que junto a su hermana y hermano Lázaro nos muestran, como en el antiguo testamento, su hospitalidad con los tres caminantes que son la presencia de Dios con el Patriarca Abraham. En esta alteridad que rompe el exclusivismo antropológico trae la transformación de la historia, el nacimiento del primogénito, la fecundidad de la vida y la alegría.

 

La visita de Dios

Lucas presenta el viaje de Jesús a Jerusalén recordando el tema abundantemente presente en el Antiguo Testamento de la "visita de Dios". La primera lectura es el relato de una de estas "visitas de Dios". Los tres caminantes que se manifiestan a Abraham son la presencia de Dios con el patriarca. Los acoge, reconociendo en ellos una alteridad que va más allá de la presencia física de los tres hombres. El encuentro termina con la promesa del nacimiento de un hijo. La visita de Dios transforma la vida humana, la hace fecunda y la reconforta con el don que trae la alegría.

Para Lucas, la visita de Dios se realiza en Jesús. Puede ser aceptado o rechazado, según se reconozc a o no la venida del Señor entre los hombres en su persona.

 

Dos mujeres concretas: Marta y María

Ambas son generosas, desde su forma de ser lo atienden y escuchan. Sólo que por el exceso de servicio se puede descuidar al invitado. Quizá hubiese sido revolucionario ponerse a pelar papas o lavar la vajilla juntos. Suele suceder que por querer atender bien al invitado ya no tienes tiempo de estar con él.

 

El gran peligro en ambos perfiles o comportamientos ante Dios puede ser el egocentrismo. Marta porque cree que es mejor hacer, y María dobla las rodillas para contemplar. Ambas podrían presumir de que escogieron la mejor forma de recibir al amigo y amigos.

 

El “yo, por ejemplo: …” es una cápsula psicológica, necesita de autoevaluación y de aprender a valorar las acciones del otro. Cómo puedes recibir al otro si sólo hablas de tus éxitos, de tus sacrificios, de tus logros. El egocentrismo es un veneno contra la alteridad como la indiferencia mata la hospitalidad.

 

Buen domingo y que el amor samaritano te hagan buen amigo de Jesús.

 

 

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 10, 38-42

En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa.
Esta tenía una hermana llamada María, que, sentada junto a los pies del Señor, escuchaba su palabra.
Marta, en cambio, andaba muy afanada con los muchos servicios; hasta que, acercándose, dijo:
«Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola para servir? Dile que me eche una mano».
Respondiendo, le dijo el Señor:
«Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas; solo una es necesaria. María, pues, ha escogido la parte mejor, y no le será quitada».

Pintura:

jesus-en-casa-de-marta-y-maria

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