Corpus Christi (A): Cuerpo y Sangre de Cristo. Solemnidad

«En verdad, en verdad os digo: .. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.

El Corpus Christi o Cuerpo de Cristo es una fiesta para celebrar la presencia real de Jesucristo en el sacramento de la Eucaristía. Es decir, la hostia y el vino se convierten en cuerpo y sangre de Cristo durante las palabras de consagración pronunciadas por el sacerdote.


Corpus Christi
Milagro de la Eucaristía en Bolsena. Estandarte para procesión del Corpus Christi en la Catedral de Orvieto.


Solemnidad del Corpus Christi

Año litúrgico 2022 - 2023 - (Ciclo A)

El Corpus Christi se suele celebrar el jueves posterior a la solemnidad de la Santísima Trinidad. En algunas ciudades se traslada la celebración al domingo, aunque por su importancia en otras han preferido mantenerla el día jueves. La fiesta se caracteriza por la procesión solemne del Santísimo Sacramento por las calles de la ciudad donde las personas cantan y rezan, adornan las calles, colocan altares, crean un ambiente festivo y de veneración.

 

Para un cristiano la eucaristía significa la vida, la verdadera comida y la verdadera bebida: si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. No es cualquier comida, es un pan de vida eterna.

 
Papa Urbano IV muestra el corporal
Papa Urbano IV muestra el corporal con gotas de sangre, 
milagro de Bolsena. Estandarte de la Catedral de Orvieto.

¿Cómo nace la fiesta del Corpus Christi?

Con una manifestación divina que supera la ciencia y aclara las dudas frecuentes de la vida. Cada vez que te acercas a comulgar vas a recibir el cuerpo y sangre de Cristo, el pan y el vino consagrados. Pero, muchas personas pueden dudar de la presencia verdadera de Jesucristo en el pan y el vino consagrados. El mismo Jesucristo dijo: “este es mi cuerpo, esta es mi sangre”, “háganlo en conmemoración mía”. Durante la última cena Jesús enseñó a sus discípulos de cómo alimentarlos y alimentar a la comunidad cristiana (cfr. 1 Cor 11, 24-25).

Milagro del Bolsena, milagro eucarístico

Disponemos de muchas explicaciones, de fundamentos bíblicos, pero la duda puede permanecer. Es lo que le sucedió al sacerdote alemán Pedro de Praga, andaba muy preocupado por sus dudas sobre la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía. Durante una peregrinación a Roma a la tumba de San Pedro, a su regreso, en 1263, se detuvo en el pueblo de Bolsena para celebrar la eucaristía en la iglesia de Santa Cristina. El padre Pedro estaba diciendo las palabras de consagración y vio que de la hostia se derramaron gotas de sangre sobre el corporal o paño blanco utilizado durante la misa. Las gotas de sangre fueron interpretadas como una manifestación divina de la presencia real de Jesucristo. Sus dudas, y las nuestras, fueron aclaradas de esa manera.

 

El corporal con las gotas de sangre fue llevado de Bolsena a Orvieto donde se encontraba el papa Urbano IV. El Pontífice quedó impresionado y ordenó una investigación para reconocer la autenticidad del milagro y, así instituyo la festividad del Corpus Christi (1264), además encargó al teólogo y filósofo Santo Tomás de Aquino la composición de himnos y oraciones para la liturgia del Corpus Christi. Desde entonces se canta la secuencia Lauda Sión y otros himnos.


Papa Urbano IV
El pueblo de rodillas ante el Milagro de Bolsena. 
Estandarte de la Catedral de Orvieto

El Corpus Christi en nuestra vida

No sólo en las hermosas tradiciones para celebrar la presencia real de Jesucristo, sino también en la fe de cada persona. Acercarse a recibir la eucaristía entonces es más que un mero alimento y bebida sino también una fuente de gracia para nuestra existencia; Jesucristo mismo nos nutre, nos fortalece, y nos unimos a él.

 

Comulgar, entonces es la íntima unión con Cristo, dicho de otro modo, significa participar de su sacrificio redentor, en la vida, muerte y resurrección de Jesucristo. La comunión con Cristo es también la comunión con todos los creyentes en Cristo. Así, la eucaristía es sacramento de unidad, en la comunidad se vive para amar y servir. Jesucristo mismo pidió a sus discípulos que sean testimonios del amor, capaces de lavar los pies y de morir en la cruz.

 

La importancia de la eucaristía es fundamental en la vida de los cristianos. En ella se reciben las fuerzas necesarias para nutrir la vida espiritual, fortalecer la fe y crecer en santidad. Por ello, hay que acercarse a recibir la eucaristía con reverencia y devoción. Es decir, el pan y el vino tienen implicancia física y espiritual en el creyente, no podemos ir a comulgar si forjamos desunión, no somos parte de una comunidad si no nos alimentamos del mismo Jesucristo. La unidad eucarística de los cristianos es un testimonio más que una definición dogmática. Con estas implicancias terrenas y eternas, la eucaristía se convierte en el sacramento central para los católicos.

 

Te sugiero la siguiente oración:

Cuerpo y Sangre de Cristo nútrenos para enfrentar los retos de la vida,

Aliméntanos con el maná a quienes no sabemos si comeremos mañana,

Y si hoy nos has multiplicado el pan, no dejemos de reconocer al Pan del Cielo.

 

Mira, que en este desierto necesitamos del verdadero maná,

Enséñanos a masticar y beber,

A saborear de tu cuerpo y sangre el sentido de eternidad,

Sólo tú puedes saciar el hambre de vida y felicidad,

Llévame en ti, te llevo en mí, permanece en nosotros como el Padre en ti.

 

"Lauda Sion" (iglesia)

El canto más conocido compuesto por Santo Tomás de Aquino en honor a la Eucaristía es la secuencia "Lauda Sion" (iglesia). Esta secuencia es parte integral de la liturgia del Corpus Christi y se canta todavía en la Misa de esa festividad en la Iglesia católica. Te presento una parte del canto que va desarrollando la enseñanza sobre el Sacramento de la Eucaristía y la presencia real de Jesús en la Hostia consagrada:

 

Caro cibus, sanguis potus:

Manet tamen Christus totus,

Sub utráque spécie.

Su Carne es comida, y su Sangre bebida,

pero bajo cada uno de estos signos

está Cristo todo entero.

A suménte non concísus,

Non confráctus, non divísus:

Integer accípitur.

Se lo recibe íntegramente,

sin que nadie pueda dividirlo,

ni quebrarlo, ni partirlo.

Sumit unus, sumunt mille:

Quantum isti, tantum ille:

Nec sumptus consúmitur.

Lo recibe uno, lo reciben mil,

tanto estos como aquel,

sin que nadie pueda consumirlo.

Sumunt boni, sumunt mali:

Sorte tamen inæquáli,

Vitæ vel intéritus.

Lo reciben los buenos, y lo reciben los malos:

pero con desigual fruto: para unos la Vida,

para otros, la muerte.

Mors est malis, vita bonis:

Vide paris sumptiónis

Quam sit dispar éxitus.

Es muerte para los pecadores y vida para los justos:

mira cómo un mismo alimento

tiene efectos tan contrarios.

Fracto demum Sacraménto,

Ne vacílles, sed memento,

Tantum esse sub fragménto,

Quantum toto tégitur.

Cuando se parte la hostia:

no vaciles: recuerda

que en cada fragmento

está Cristo todo entero.

Nulla rei fit scissúra:

Signi tantum fit fractúra:

Qua nec status nec statúra

Signáti minúitur.

Ninguna division se hace a esta realidad (del Cuerpo todo entero en cada parte):

solamente se hace un signo de fractura,

que no altera

ni el estado ni la estatura (del Cuerpo de Cristo).

Ecce panis Angelórum,

Factus cibus viatórum:

Vere panis filiórum,

Non mitténdus cánibus.

Este es el pan de los Ángeles,

convertido en alimento de los peregrinos:

es el verdadero pan de los hijos,

que no debe tirarse a los perros.

In figúris præsignátur,

Cum Isaac immolátur:

Agnus paschæ deputátur

Datur manna pátribus.

Por varias figuras ha sido profetizado:

(por ejemplo) en Isaac es inmolado;

se lo ve en el Cordero Pascual,

y cuando es dado como maná a nuestros padres.

Bone pastor, panis vere,

Jesu, nostri miserére:

Tu nos pasce, nos tuére:

Tu nos bona fac vidére

In terra vivéntium.

¡Oh Buen Pastor, Pan verdadero,

oh Jesús nuestro, ten misericordia de nosotros!:

apaciéntanos y cuídanos;

y haznos contemplar los bienes verdaderos

en la tierra de los vivientes

Tu, qui cuncta scis et vales:

Qui nos pascis hic mortáles:

Tuos ibi commensáles,

Cohærédes et sodáles,

Fac sanctórum cívium.

Amen. Allelúja.

¡Tú que sabes todo, y todo lo puedes,

tú quien a los mortales nos apacientas,

haznos tus invitados,

herederos y compañeros

con los Santos del cielo!.

Amen, aleluya.

 

 

Palabra del papa Francisco

Además del hambre físico, el hombre lleva en sí otro hambre, un hambre que no puede ser saciado con el alimento ordinario. Es hambre de vida, hambre de amor, hambre de eternidad. Y el signo del maná —como toda la experiencia del éxodo— contenía en sí también esta dimensión: era figura de un alimento que satisface esta profunda hambre que hay en el hombre. Jesús nos da este alimento, es más, es Él mismo el pan vivo que da la vida al mundo (cf. Jn 6, 51). Su Cuerpo es el verdadero alimento bajo la especie del pan; su Sangre es la verdadera bebida bajo la especie del vino. No es un simple alimento con el cual saciar nuestro cuerpo, como el maná; el Cuerpo de Cristo es el pan de los últimos tiempos, capaz de dar vida, y vida eterna, porque la esencia de este pan es el Amor.

(Solemnidad el Corpus Christi, 19 de junio del 2014)

 

Lectura del santo evangelio según san Juan 6, 51-58

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos:
«Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne por la vida del mundo».
Disputaban los judíos entre sí:
«Cómo puede este darnos a comer su carne?».
Entonces Jesús les dijo:
«En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.
Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. Como el Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre, así, del mismo modo, el que me come vivirá por mí.
Este es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre».

Santo Tomás de Aquino
Santo Tomás de Aquino y el Papa Urbano IV - Fotos de la Capilla dedicada al milagro eucarístico en la Catedral de Orvieto
Papa Urbano IV y el corporal con gotas de sangre




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