“Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él”
Trinidad es el misterio central de la fe cristiana, que afirma la existencia de un solo Dios en tres personas distintas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Cada persona de la Trinidad es completamente divina y comparten una misma naturaleza divina.
La Santísima Trinidad. ATRIBUIDO A CARO, FRANCISCO. Copyright de la imagen ©Museo Nacional del Prado
La Santísima Trinidad
Año litúrgico 2022 - 2023 - (Ciclo A)
¿Qué es la Santísima Trinidad?
Si ya tener fe es difícil en este tiempo, se complica definir la Santísima trinidad. Es conocida la anécdota de San Agustín y el niño, el Obispo de Hipona caminaba por la playa tratando de comprender la Santísima trinidad y encontró a un niño cavando un hueco en la arena, y le preguntó: ¿qué tratas de hacer? Tratando de meter el mar en este hueco. Agustín de Hipona comprendió la indirecta de Dios por medio del niño, no podía comprender la Santísima Trinidad.
¿Debemos comprender la Santísima Trinidad?
Santo Tomás de Aquino también busca explicarlo usando la filosofía y la teología. En este contexto en que el algoritmo y la inteligencia artificial (AI) pueden ayudar, tampoco hay muchas respuestas que la abarquen. Por ello, quizá para Dios no sea tan importante tu sutileza filosófica para definir las relaciones, la misión, la persona, la divinidad, substancia divina, etc. Es muy importante seguir el testimonio del amor al mundo. Sentir el amor capaz de entregar a su único Hijo puede iniciarnos en este camino de la comprensión de la Santísima Trinidad.
Dios que conoce lo íntimo del ser humano valora el esfuerzo que cada día realizas para adentrarte y profundizar su Palabra. Además, la sed de eternidad que tienes reclama al Dios creador; tu sed de divinidad, de una comunicación perfecta, de una comunidad armoniosa, de una familia unida. La Santísima Trinidad puede ayudarnos a valorar las diferencias, pero unidos por nuestra misma humanidad, por esa revelación que busca amarnos y llevarnos a conocer la divinidad.
El mismo Catecismo de la Iglesia Católica inicia remitiéndonos a la experiencia del bautismo. Somos bautizados en nombre de la Santísima Trinidad. La misma fórmula trinitaria se usa en la reconciliación de los pecados, en la bendición de la aceptación matrimonial, en la unción de los enfermos, cuando estás frente a un lugar sagrado te persignas o haces una señal de la cruz.
Es interesante acudir al Catecismo de la Iglesia Católica y ampliar lo aceptado oficialmente en el Dogma de la Santísima Trinidad, del nº 238 al 267, lo va explicando.
"El misterio central de la fe y de la vida cristiana es el misterio de la Santísima Trinidad. Los cristianos son bautizados en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (cf. Mt 28,19). En el bautismo se expresa la fe en la Trinidad: se cree en el Padre, se cree en el Hijo, se cree en el Espíritu Santo. Se reconoce la distinción de las personas, pero se confiesa la unicidad de la naturaleza divina, esencia y substancia común a las tres personas divinas. Pues las tres tienen una misma Trinidad ‘inconmutable, indivisible, inconfusa' (Cc. de Toledo XI: DS 525). Los tres son consubstanciales y la Trinidad es uno solo Dios" (Catecismo de la Iglesia Católica, párrafo 253).
En la Santísima Trinidad cada persona vive para la otra, no para sí misma. Esta sería una gran enseñanza para ti en este domingo: ¿crees verdaderamente que necesitas de los demás, de una comunidad, para vivir y para servir? Las veces que te hagas la señal de la cruz en nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo piensa en cómo se vive, la una para la otra, palabra y vida, eres imagen del Dios Trino.
Lo que no es la Santísima Trinidad
- Que el Padre ha creado al Hijo y por ello Jesucristo no es de naturaleza divina. Esta idea la sostenía Arrio (s.IV). Si Jesús no es de naturaleza divina pero la doctrina cristiana sostiene que Padre, Hijo y Espíritu Santo son de la misma naturaleza divina.
- Que Dios se manifestó en 3 maneras distintas, pero es el mismo Dios: que se manifiesta en modo de Padre, luego en modo de Hijo, y en modo de Espíritu Santo, y sólo puede estar en un modo a la vez. Pero la doctrina cristiana sostiene que las tres personas son divinas, inseparables y distintas. Esta herejía se llamó Modalismo o Sabelianismo, atribuida a Sabelio.
- Que el Espíritu Santo es una criatura inferior al Padre y al Hijo. (Macedonianismo o Pneumatomaquia)
- Que existen tres dioses separados en lugar de una sola divinidad en tres personas. (Triteismo)
- Que Dios es Madre. Algunos dicen que para tener hijo tuvo Dios que buscar una diosa. Parece parte de una de las mitologías de la creación.
Podemos terminar esta reflexión con la oración de la Beata Isabel de la Trinidad.
«Dios mío, Trinidad que adoro, ayúdame a olvidarme enteramente de mí mismo para establecerme en ti, inmóvil y apacible como si mi alma estuviera ya en la eternidad; que nada pueda turbar mi paz, ni hacerme salir de ti, mi inmutable, sino que cada minuto me lleve más lejos en la profundidad de tu Misterio. Pacifica mi alma. Haz de ella tu cielo, tu morada amada y el lugar de tu reposo. Que yo no te deje jamás solo en ella, sino que yo esté allí enteramente, totalmente despierta en mi fe, en adoración, entregada sin reservas a tu acción creadora»
(Beata Isabel de la Trinidad, Oración) (CEC 260)
Palabra del Papa Francisco
“La Trinidad nos enseña que no se puede estar nunca sin el otro. No somos islas, estamos en el mundo para vivir a imagen de Dios: abiertos, necesitados de los demás y necesitados de ayudar a los demás”
“Cuando hablamos, queremos siempre que se hable bien de nosotros y a menudo hablamos de nosotros y de lo que hacemos. ¡Qué diferencia respecto al Espíritu Santo, que habla anunciando a los otros! Y, sobre lo que poseemos – afirmó el Papa –, ¡qué celosos somos y cuánto nos cuesta compartirlo con los demás, incluso con los que carecen de lo necesario! De palabra es fácil, pero luego en la práctica es muy difícil”.
(Ángelus, 12 de junio de 2022)
Lectura del santo evangelio según san Juan 3, 16-18
Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna.
Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios.
Pintura 🎨
La Santísima Trinidad
ATRIBUIDO A CARO, FRANCISCO
Copyright de la imagen ©Museo Nacional del Prado
El Hijo, sosteniendo la cruz de su pasión y semidesnudo para mostrar la llaga de su pecho, está sentado a la derecha del Padre que, vestido totalmente, sostiene en su mano el cetro; mientras, la paloma del Espíritu Santo, con las alas extendidas, revolotea entre ambos.
Es probable que en esta pintura exista, además de la mera representación del misterio trinitario, una clara alusión a la idea de creación y redención del género humano, tanto mediante el ademán que el Padre y el Hijo hacen con sus manos al señalar o bendecir el globo del mundo, que aparece en la parte inferior sostenido por angelitos, como por la simbología de Cristo varón de dolores, redentor o intercesor del género humano.
0 Comments