XXI Domingo del tiempo ordinario (A): "Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo"
“ Ustedes, ¿quién dicen que soy yo? ”
Jesús pregunta a sus propios discípulos más que a la gente ¿quién soy yo para ustedes, para ti? A Pedro le confía las llaves del reino, le promete su permanente presencia.
Tríptico con pasajes de la vida de Cristo
MAESTRO DE LAS HORAS COLLINS
Copyright de la imagen ©Museo Nacional del Prado
XXI Domingo del tiempo ordinario
Año litúrgico 2022 - 2023 - (Ciclo A)
¿Quién dice la gente que soy yo? es una pregunta que nos podemos plantear en la vida diaria. Por ejemplo, la respuesta puede ser: ‘soy persona’, ‘soy cristiano’, ‘soy nativo digital’, ‘soy …’. Pueden existir tantas respuestas referidas al ‘ser’, y Jesús responde sencilla y profundamente: “Y yo les digo”.
“Y yo les digo” no parece la respuesta justa a ‘¿Quién dice la gente que soy yo?’. La pregunta es extraordinaria porque ningún profeta la ha planteado. El ser de Jesús es más que profeta, está ligada al significado de Moisés, a una misión, a la liberación de su pueblo. La respuesta no la diría un judío común porque su fidelidad a la ley no le permite arrogarse un “Yo soy” al estilo del mismo Dios.
Autoridad de Jesús
Lo más impresionante de la respuesta y mandato de Jesús es que la diga con gran autoridad: “y Yo les digo…” ‘porque soy yo el Señor tu Dios’. Su autoridad es la del mismo Dios. Lo alaba a Pedro porque tiene una respuesta coherente: "¡Es el Mesías, el Hijo de Dios!”.
Esta es la belleza de la Palabra de Dios, tiene rostro. Por ello, si tu respuesta es “soy cristiano” tu fe está ligada a las enseñanzas y a la persona misma de Jesús, a “ser cristiano como el mismo Cristo”.
Entonces, la autoridad del cristiano es la del mismo Jesús, la misión es la misma que encomendó a sus discípulos, el camino es el que lleva más allá de la cruz, a la resurrección. Y la respuesta no depende de la inteligencia o astucia, sino también de la fe, como un don, de "esto no te lo ha revelado la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos".
Un encuentro con Cristo Resucitado
"Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo? Aunque la respuesta parece evidente, pero puedes plantearte la cuestión ¿Quién es Jesús para mí? Jesús es el profeta, el Mesías, el que fundó el cristianismo, … pero la principal es Cristo Resucitado. El sentido de la fe es justamente un encuentro personal con Cristo Resucitado.
Un encuentro personal y comunitario, un camino juntos; sobre todo en una comunidad eclesial, en la iglesia que Jesús confía a Pedro. Además, el misterio de un encuentro en los nuevos tiempos con Cristo Resucitado quien lidera la iglesia y confía las llaves del Reino. Es decir, la misión de ser una comunidad integrada por todo hijo de Dios, con el objetivo de reunir los pueblos.
El mal no puede ser más grande que Cristo
Reunir a todos los pueblos parecería una utopía, especialmente en contextos donde el egoísmo y maldad parecen prósperos y frecuentes. En la historia de la humanidad llevamos siglos en los que se busca matar la fe y muchos cristianos sufren persecución. Los ataques contra la fe no vienen sólo desde el exterior, también son internos, el papa Francisco los llama “contrabandistas de la fe”.
Una fe de contrabando, la maldad, las ansias de poder no pueden contra el arquitecto de su iglesia que ha prometido: "el poder de la Muerte no prevalecerá contra ella", porque Él es el Maestro de la vida, el gran vencedor de la muerte.
En consecuencia, si te preguntan ¿quién eres? Puedes responder libremente. Y si te preguntan por tu fe, por tu religión, responde “soy cristiano, mi fe está en Cristo Resucitado, y ningún corazón lleno de maldad puede contra el ¡Hijo de Dios vivo!
Palabra del papa Francisco
También con nosotros, hoy, Jesús quiere continuar construyendo su Iglesia, esta casa con fundamento sólido pero donde no faltan las grietas, y que continuamente necesita ser reparada. Siempre. La Iglesia siempre necesita ser reformada, reparada. Nosotros ciertamente no nos sentimos rocas, sino solo pequeñas piedras. Aún así, ninguna pequeña piedra es inútil, es más, en las manos de Jesús la piedra más pequeña se convierte en preciosa, porque Él la recoge, la mira con gran ternura, la trabaja con su Espíritu, y la coloca en el lugar justo, que Él desde siempre ha pensando y donde puede ser más útil a toda la construcción. Cada uno de nosotros es una pequeña piedra, pero en las manos de Jesús participa en la construcción de la Iglesia. Y todos nosotros, aunque seamos pequeños, nos hemos convertido en «piedras vivas», porque cuando Jesús toma en la mano su piedra, la hace suya, la hace viva, llena de vida, llena de vida del Espíritu Santo, llena de vida de su amor, y así tenemos un lugar y una misión en la Iglesia: esta es comunidad de vida, hecha de muchísimas piedras, todas diferentes, que forman un único edificio en su signo de la fraternidad y de la comunión.
(Angelus, 27 de agosto de 2017)
Lectura del santo evangelio según san Mateo 16, 13-20
En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:
«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?».
Ellos contestaron:
«Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas».
Él les preguntó:
«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?».
Simón Pedro tomó la palabra y dijo:
«Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo».
Jesús le respondió:
«¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos.
Ahora yo te digo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará.
Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos».
Y les mandó a los discípulos que no dijesen a nadie que él era el Mesías.
“ Vosotros, ¿quién decís que soy yo? ”
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