XX Domingo del tiempo ordinario Año litúrgico (A): Jesús cura a la hija de la mujer cananea

"Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas"


Jesús abre el reino de Dios para todos, una cananea, una judía o una samaritana, o alguien de cualquier rincón del mundo.

 

Jesus y la mujer Cananea
La mujer de Canaán por Michael Angelo Immenraet, siglo XVII

XX Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2022 - 2023 - (Ciclo A)

¿Qué hacemos con nuestros prejuicios?

Nuestros prejuicios nos hacen perder la oportunidad de conocer nuevas formas de pensar, de hablar, de comprender el mundo. Es verdad, que en el fondo son miedos, son rastros de ignorancia histórica; y especialmente, la poca capacidad que vamos desarrollando para abrirnos a los demás, para comprenderlos y no intentar homogenizarlos a lo que nos proyectamos.

 

Por ejemplo, los regionalismos, los nacionalismos, las clases económicas, etc. Nos encierran en una forma de ser aceptados, de sentirnos comprendidos o apoyados. Históricamente, el fascismo llegó al extremo de considerar y anhelar una raza superior. El complejo de superioridad que lleva violencia, rigurosidad en las leyes contra el migrante.

 

Diferentes razas y una sola misión

Jesús se abre con hostilidad ante una mujer. La mujer insiste y muestra ante los extremistas y dogmáticos su tenacidad para insistir la sanación de su hija y su argumentación sólida que ni Jesús la puede refutar. Confirma su fe, la misma fe de los apóstoles, y por tanto, la misma misión.

 

"Todo poder me ha sido dado en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo...". (28,18-19). 

 

Humildad y fe, ante todo

La mujer cananea insiste en pedir a Jesús la sanación de su hija. Jesús casi la ignora, ella insiste, los discípulos se molestan. La incomodidad de los discípulos parece razonable, pero, a la vez, se ubican en el escenario de los que se consideran únicos hijos, el pueblo elegido; son los elegidos, pero necesitan aprender.

Jesús agudiza la escena de angustia y plegaria de la cananea, se pone delante de Jesús, proclamándole “Señor”. Su humildad le da para arrojarse a los pies de Jesús. La respuesta de Jesús suena insultante: "No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos".

 

La gente parece estar de acuerdo con Jesús porque los israelitas insultaban a los extranjeros llamándoles "perros". Pero la respuesta de la mujer es humildemente inteligente: "Es verdad, Señor, pero los perritos comen las migajas que caen de la mesa de sus amos". 

 

La expresión de extraordinaria humildad y fe y el deseo de lograr la salud de su hija arrancan de Jesús una alabanza extraordinaria. La actitud fundamentalista y tradicional de Jesús es muy incómoda, pero toma un giro iluminador, así ha llevado a la mujer a su máxima expresión de fe y alabanza. Así queda claro: todos estamos llamados a la salvación, el cielo está abierto sin excepciones, no hay superioridad de personas, no hay razas más divinas que otras.

 

Sabemos, por la historia y hemos visto en varias películas que tratan el tema del odio contra los judíos, que en algunas tiendas o negocios se colocaba el letrero: “Acá no se aceptan perros ni judíos” (en la película: La vida es bella). Los prejuicios son una vergüenza

 

Evitemos los prejuicios, necesitamos acercarnos con humildad y fe. Humildad para reconocer en Jesús la auténtica superioridad y fe para no desmayar en nuestros propósitos.

 

Palabra del papa Francisco

Este episodio evangélico nos ayuda a entender que todos tenemos necesidad de crecer en la fe y fortalecer nuestra confianza en Jesús. Él puede ayudarnos a encontrar la vía cuando hemos perdido la brújula de nuestro camino; cuando el camino no parece ya plano sino áspero y arduo; cuando es fatigoso ser fieles con nuestros compromisos. Es importante alimentar cada día nuestra fe, con la escucha atenta de la Palabra de Dios, con la celebración de los Sacramentos, con la oración personal como «grito» hacia Él —«Señor, ayúdame»—, y con actitudes concretas de caridad hacia el prójimo.

 

(Angelus 20 de agosto de 2017)


Lectura del santo evangelio según san Mateo 15, 21-28

En aquel tiempo, Jesús salió y se retiró a la región de Tiro y Sidón.

Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle:
«Ten compasión de mí, Señor Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo».

Él no le respondió nada. Entonces los discípulos se le acercaron a decirle:
«Atiéndela, que viene detrás gritando».

Él les contestó:
«Solo he sido enviado a las ovejas descarriadas de Israel».

Ella se acercó y se postró ante él diciendo:
«Señor, ayúdame».

Él le contestó:
«No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos».

Pero ella repuso:
«Tienes razón, Señor; pero también los perritos se comen las migajas que caen de la mesa de los amos».

Jesús le respondió:
«Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas».

En aquel momento quedó curada su hija.


Pintura 🎨

La mujer de Canaán por Michael Angelo Immenraet, siglo XVII

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