XXVII Domingo del tiempo ordinario (A): parábola de los viñadores homicidas

“La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular.

Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente”

Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos».

 

La parábola de los viñadores homicidas focaliza la responsabilidad moral y espiritual, la aceptación de los enviados de Dios. El Señor de la paz manda incluso su hijo, pero los viñadores lo matan y pierden la viña, la vida y el cielo.

 

Viñadores homicidas

El hijo de la vid (Le fils de la vignec. 1886-1894), obra de James Tissot 

 

XXVII Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2022 - 2023 - (Ciclo A)

 

La responsabilidad que tienen los jefes, los guías de un pueblo, invita a buscar gestionar -la viña- con cuidado, de la mano del creador y nunca obedeciendo a la avaricia y cálculos contra la vida de los justos.

Gestionar la viña

Los viñadores han recibido un encargo divino para cuidar la tierra, para gestionar los recursos, respetar la vida, fomentar la fraternidad. Sin duda, es hermoso que Dios mismo les reconozca como los gestores de la viña, les ha dado libertad para organizar, ha enviado mensajeros para mejorar.

El pueblo, junto a los que guían espiritualmente, tienen una historia de esclavitud y libertad, de equivocaciones y aciertos. Si los líderes aman y entregan todo para sacar adelante a su pueblo obtienen cosechas abundantes. Allí radica la responsabilidad en conservar el celo interior para que el pan sea justo y el aceite inagotable.

Una pregunta fácil es ¿cómo gestiono la viña que Dios e ha encargado? Soy un mero administrador, pasajero, mortal, débil, necesitado de la luz, del amor y la verdad.

Rechazar al dueño de la viña

Los seres humanos tenemos buenas intenciones, pero a menudo estamos tentados a desconocer nuestras raíces. Es triste cómo mucha gente va perdiendo el sentido de pertenencia, el amor a su raíz familiar, la identidad de su cuna. 

El rechazo está intoxicado por la envidia y la avaricia. Por ello, el rechazo a la familia y el afán de acumulación; la renuncia a su identidad a cambio de la alienación; arrastrar a un pueblo a la división y violencia. Es típico de los gestores homicidas, capaces de matar pensando en quedarse con las propiedades de las víctimas. Cuántas veces, las autoridades negocian sus seguridades, desautorizan moralmente su vida, se comen el pan de los pobres.

Hay un síntoma común en los malos gestores: no se regalan espacios para la autoevaluación, ni siquiera despiertan de su ignorancia, son presa fácil de ideologías y extremismos. Su sagacidad carece de sabiduría, calculan ganancias inmediatas, desaparecen toda oposición porque sus neuronas no desarrollan la capacidad del diálogo. Y entonces, tienen la “brillante idea" de matar al único que les puede salvar. La obediencia al dueño de la viña se ha convertido en una amenaza al Hijo y al mismo dueño porque suponen que al matar al hijo es más fácil ver morir al padre.

Un canto a la vida

Los viñadores malvados acaban con la vida de los mensajeros, sus cortos años les llenan de amarguras y pesares. ¿Cómo los viñadores quieren permanecer en el tiempo cuando van contra la piedra principal que es el respeto a la vida?

En este escenario de muerte, como los gritos de muerte en los países sumidos en guerra, Dios está muriendo con sus hijos en Gaza, entre Israel y Palestina; Rusia y Ucrania, etc. Algunos administradores de la viña continúan bombardeando, contaminando, desolando, abusando.

Hoy pidamos para que el canto de la vida no sea bloqueado por la ambición de la muerte. Jesús sigue siendo crucificado en cada ser humano que sufre las consecuencias de la injusticia y la avaricia de sus gestores, jefes, gobernantes, pastores, viñadores.

Pero la vida sigue su cauce, la historia nos muestra el canto de la vida. En este sentido, se contempla una oportunidad para la esperanza y la fe. El canto a la vida y el amor de Dios nos ayuden a florecer en esta viña. 

Palabra del papa Francisco

En cada época, los que tienen autoridad, cualquier autoridad, incluso en la Iglesia, en el pueblo de Dios pueden sentir la tentación de seguir su propio interés en lugar del de Dios. Y Jesús dice que la verdadera autoridad se cumple cuando se presta servicio, está en servir, no en explotar a los demás. La viña es del Señor, no nuestra. La autoridad es un servicio, y como tal debe ser ejercida, para el bien de todos y para la difusión del Evangelio. Es muy feo cuando en la Iglesia se ve que las personas que tienen autoridad buscan el proprio interés.

   (Angelus, 4 de octubre de 2020)

 

Lectura del santo evangelio según san Mateo 21, 33-43

En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:

«Escuchad otra parábola: “Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó una torre, la arrendó a unos labradores y se marchó lejos. Llegado el tiempo de los frutos, envió sus criados a los labradores para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro y a otro lo apedrearon.

Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. Por último, les mandó a su hijo diciéndose: ‘Tendrán respeto a mi hijo’.

Pero los labradores, al ver al hijo se dijeron: ‘Este es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia’.

Y agarrándolo, lo sacaron fuera de la viña y lo mataron. Cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?».

Le contestan:
«Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores que le entreguen los frutos a su tiempo».

Y Jesús les dice:
«No habéis leído nunca en la Escritura:

“La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente”

Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos».


Pintura 🎨

El hijo de la vid (Le fils de la vignec. 1886-1894), obra de James Tissot que se conserva en el Museo Brooklyn, ilustra el pasaje en que los viñadores asesinan al hijo del propietario de la viña y dejan su cuerpo insepulto fuera de la finca.

parábola de la viña o parábola de la viña y los viñadores perversos,89​ es una narración incluida en los tres evangelios sinópticos (Marcos 12,1-11; Mateo 21, 33-46; y Lucas 20,9-18) que la presentan en labios de Jesús de Nazaret. Con otra forma más breve, la parábola también se encuentra en el extracanónico Evangelio de Tomás.10

Según Charles Harold Dodd y otros autores, la parábola ayuda a esclarecer las sentencias de Jesús en las que él predecía su propia muerte y los desastres que se desencadenarían sobre los judíos; es decir, la parábola expresa un juicio moral sobre la situación, y además implica un anuncio a futuro de la muerte de Jesús y del juicio que caería sobre sus asesinos.1112


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