III Domingo del tiempo ordinario (B): Llamada de los primeros discípulos

Jesús les dijo:

«Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres».


Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.


Los discípulos lo dejan todo y siguen a Jesús, se convierten en pescadores de hombres, se comprometen con la misión de predicar el Evangelio a todo el mundo. 


Santiago el mayor

Guido Reni - Saint James the Greater - Google Art Project


III Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2023 - 2024 - (Ciclo B)

 


El tema central es dejarse seducir por el Evangelio, el mismo Jesús, y querer cambiar de vida, arrepentirse. Sin cambio de vida - FE - es una pantomima de conversión o unos mentirosos que contrabandean con la Palabra de Jesús.


“Lo dejaron todo” suena a imposible. En todo caso dejaron lo poco o mucho que tenían, no eran ricos, tampoco los miserables del pueblo. ¿Por qué da miedo “dejarlo todo”? Imagina que dos familias se quedan sin sus dos hijos, además en la edad productiva y reproductiva, es un dato interesante en el contexto de un pueblo que vive honradamente de su trabajo cotidiano. El valor del hombre en el hogar judío tiene muchos significados que les empodera.

 

En esta acción -Creer en el Evangelio- está la vértebra de la vocación. Un padre, Zebedeo, se queda sentado en su barca con sus empleados y ve que sus hijos, Santiago y Juan, van detrás de un hombre que dice ser el Mesías. Una esposa, una suegra, una madre y una hermana ve que dos hombres - Simón y Andrés - también emprenden un camino. Suena fantástico que las familias completas tengan la generosidad de ofrecer sus hijos, sin oponerse, doblegando sus convicciones a la seguridad de conversión de los varones. 

 

“Dejarlo todo” no apunta sólo a la riqueza material, se refiere a todo lo que tenemos los seres humanos normales: familia, amigos, trabajo, preocupaciones, emprendimientos, sueños. Pero, incluso en este nivel, el sentido de la vocación no puede reducirse a una renuncia material. No es que un día llegas a tu casa y mágicamente levantas las manos para decir: “libre soy”, "me convertí", y menos es automático decir: "santo soy".

 

El meollo de la renuncia tiene que ser contaminado por una motivación super importante. Motivación y proceso, alta dosis de amor y propósito de enmienda. Por ejemplo, te motiva la cultura y sacrificas algunos gastos para ahorrar dinero y poder viajar. Las redes sociales están llenas de imágenes de aventureros presumiendo de sus amistades, lo que comen, visitan, ... Acá, la motivación ya no es un viaje, es una persona, es el mismo Jesús. Es decir, si conoces a Jesús y tu fe se hace fuerte entonces estarás motivado por construir un mundo distinto. La fe fuerte le convirtió en Piedra a Pedro y su corazón entró en el proceso de tener evangélicamente un corazón de carne.

 

Así como te prometes en este año a visitar un centro arqueológico, o a leer un libro, o conversar con un amigo, así te comprometes con Jesús. En el fondo de la promesa está el querer ser diferente, distinto, particular. No puede ser que vivas más de 80 años en este mundo y no haya valido la pena. Como ser humano te pones retos y realizas tus sueños. Seguir a Jesús es también una aventura interesante, puedes presumir de tus debilidades como San Pablo y pecar de imprudente como Pedro, dudar como el Mellizo Tomás, ya Judas se pasó, es mejor orar para no caer en aquella tentación.

 

Los cuatro apóstoles “dejan todo” lo que parece importante y fundamental y se comprometen con la verdad, con la paz, con Dios. Su largo camino de preparación hasta dar su vida, ponerla al servicio de la cruz, les costó madrugadas frías, confusión de mensajes, noches oscuras de fe, días soleados con las carcajadas del mismo Jesús. Estas experiencias no se compran, son bienes no aptos para quienes no sudan la misión. No podemos recorrer la vida sin asumir sus consecuencias, las del amor te desplazan y te despojan.

 

Medir la decisión vocacional con la calculadora trae el efecto contrario, aquellos que dijeron que renunciaron mucho terminaron tentados por las 30 (mil) monedas. En algún convento escogían a los administradores por su procedencia económica y no por su honradez, por sus influencias y no por su autenticidad. Entonces, tu vocación podría ser cada vez más pobre porque crees que renunciaste a ser rico. Tu vocación se mide porque sigues a Jesús personalmente, no por las redes rotas que dejaste.

 

La promoción vocacional que se mete en la burbuja de “hacerse pescadores de hombres” sin saber por dónde iniciar ni a quién servir es mejor seguir en sus grandes posesiones que le da sensación de seguridad. Hacerse pescadores de hombres necesita pasar por el aprender a pescar en el mar de las tempestades. Si fuera que este llamado del mismo Jesús se comprendería, tendríamos muchos disponibles a ir a tierras de misión, saldríamos a las periferias.


Para hacerte "pescador de hombres" hay que pasar por saber seguir a Jesús, escucharle, preguntarle, cuestionarle. No puedes pescar a los hombres porque son más astutos que los peces, y porque no se comen. La pesca no termina en una mesa suculenta, sino en una misión, en la disponibilidad para llegar a la cruz, para descubrir al resucitado y anunciarlo vivo y presente, capaz de restaurar la vida de todo corazón de piedra.  Entonces, podrás decir: «Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio».

 

Cómo Señor salir a las periferias existenciales si estoy dominado por las ideologías,

Cómo Señor dejar las redes si estoy enredado en mis propias ignorancias,

Cómo Señor dejar lo material si todo me dice que allí está mi seguridad,

Cómo Señor dejar sentado a mi padre sin que él no salga a buscarme,

Cómo Señor se hace una familia universal si la confianza se rompe,

Cómo Señor te sigo si cada día la cruz es expresión de odio,

Cómo Señor te escucho si cada día tengo la razón,

Sin embargo, y sin duda, sólo a ti,

Seguirte puede dar respuestas

Seguirte puede tener sentido

Seguirte es saber amar

Seguirte libre

Amando.

 

Palabra del Papa Francisco

La historia de nuestra vida tiene dos ritmos: uno, medible, hecho de horas, días, años; el otro, compuesto por las estaciones de nuestro desarrollo: nacimiento, infancia, adolescencia, madurez, vejez, muerte. Cada tiempo, cada fase, tiene un valor proprio y puede ser momento privilegiado de encuentro con el Señor. La fe nos ayuda a descubrir el significado espiritual de estos tiempos: cada uno de ellos contiene una llamada especial del Señor, a la que podemos dar una respuesta positiva o negativa. En el Evangelio vemos como respondieron Simón, Andrés, Santiago y Juan: eran hombres maduros, tenían su trabajo de pescadores, tenían la vida en familia… Y, sin embargo, cuando Jesús pasó y los llamó, «enseguida dejaron las redes y lo siguieron» (Mc 1,18).

 

(Angelus, 24 de enero de 2021)

 

Lectura del santo evangelio según san Marcos 1, 14-20

Después de que Juan fue entregado, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios; decía:
«Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio».

Pasando junto al mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés, el hermano de Simón, echando las redes en el mar, pues eran pescadores.

Jesús les dijo:
«Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres».

Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.

Un poco más adelante vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca repasando las redes. A continuación los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon en pos de él.

Pintura 🎨

Guido Reni - Saint James the Greater - Google Art Project

Santiago de Zebedeo, también conocido como Santiago el Mayor, (en griego antiguoἸάκωβοςἸákobos) fue, según diversos textos neotestamentarios (Evangelios sinópticosHechos de los Apóstoles), uno de los apóstoles más destacados de Jesús de Nazaret.

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