Epifanía del Señor (B): La adoración de los magos

Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. 

Entraron en la casa, vieron al niño con Maria, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron.

La fiesta de la Epifanía del Señor nos lleva a imaginar los acontecimientos del nacimiento de Jesús que con la llegada de los magos de Oriente respira un aire de soberanía como las historias de los grandes reyes. Jesús es adorado por los humildes pastores y también por los magos quienes por sus dones parecen tener un gesto típicamente bíblico para congraciarse con Dios: los dones, regalos.


los reyes magos
La Adoración de los Reyes Magos por El Greco, 1568.

Epifanía del Señor

Año litúrgico 2023 - 2024 - (Ciclo B)

 

El testimonio de los magos

¿Qué les puede motivar tanto a los magos de Oriente como para emprender un viaje? Justamente, allí es donde nos falta profundizar, en la motivación. Esta motivación debe ser justa, coherente, adecuada. Detrás de una persona motivada existe la fuerza de un carisma, de unos objetivos, de un objetivo claro.


Seguir a la estrella

Los magos, se sabe tradicionalmente que buscaban aclarar el sentido de la estrella. Estudian los astros y siguen a una estrella que es diferente a las otras estrellas. La iluminación de esta estrella se convierte en una luz guía de su búsqueda, de su curiosidad cognoscitiva. Van descubriendo una nueva cultura, y por ello, una nueva lectura de la estrella, en el sentido de la manifestación de un Dios. 


El sentido teológico que va construir el evangelista Mateo se basa en las lecturas de la eucaristía de este día. El profeta Balaam preanuncia la estrella de Jacob (Num 24, 17); los dromedarios que vienen cargados de dones a Jerusalén ( Is. 60,6); los reyes lejanos que traen regalos al rey del futuro (Sal 72, 10.15). Es claro que las referencias bíblicas al Antiguo Testamento argumentan el sentido de que Jesús sea el Mesías nacido en Belén.


Ver la estrella y no seguirla

La curiosidad por descubrir la verdad desplaza los prejuicios. Así nace la luz. Sin embargo, está Herodes y sus ayayeros que su curiosidad no está en salir a buscar, sino en quedarse para proteger. Los magos salen y descubren una verdad; Herodes y amigos, se encierran en su error. La verdad no está iluminando al órgano de poder. El poder quiere matar la verdad.


En el consejo de sabios, en el concilio de Herodes, los signos de Dios son una amenaza. También ven la luz pero su curiosidad está pulverizada por sus propias ambiciones. Ven la misma luz pero no al mismo Dios. Es el gran problema de la información, desinforma y mantiene a los ignorantes en sus tronos, porque así se mantiene la normalidad de una estructura basada en la corrupción y abuso.


En la información quieren incluir a los hombres que realmente quieren saber la verdad. Pero hay una verdad más grande que los guía y los separa de ser cómplices indirectos de los crímenes. La muerte de los niños inocentes es la consecuencia de la ineficacia para recoger verdadera información y del trabajo de los sabios que aconsejan a Herodes. Herodes no es una víctima de su ignorancia sino de su ambición extrema por mantenerse en el poder.


Adorar a Dios con nosotros

Finalmente, en este día de Epifanía de Dios, es tal, una manifestación de Dios que se hace hombre. El Dios del cielo está en la tierra. El Dios desconocido tiene un rostro, una familia, un idioma. El testimonio de los magos nos ayude a seguir en nuestra curiosidad por darle sentido a nuestra fe. La humildad de los magos para adorar al Salvador. Jesús, Emmanuel. Y evitemos la ambición de Herodes de todo poder.


Podemos vivir momentos de oscuridad. Incluso de testimonios negativos y malignos. Pero hay una perseverancia que nos da la luz de Dios. La contemplación del misterio de Dios, de su presencia en el mundo es vivir la pincelada de Dios en nuestras vidas. 


En esta fiesta se manifiesta Dios, en los escenarios que se necesita de la paz. Además, de ampliar la capacidad para identificar a los magos, a los que son diferentes, a los extranjeros que se hacen prójimos en la adoración del Niño, “también los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la Promesa en Jesucristo, por el Evangelio” (Efesios 3, 2-3a. 5-6).

 

Palabra del papa Francisco

“Así que preguntémonos: durante estos días, ¿nos hemos detenido a adorar, hemos hecho un espacio para Jesús en silencio, rezando delante del pesebre? ¿Hemos pasado tiempo con los niños, hablando y jugando con ellos? Y por último, ¿somos capaces de ver los problemas del mundo a través de los ojos de los niños?”

 (Solemnidad de la Epifanía, 2024)

 

 

Lectura del santo evangelio según san Mateo 2, 1-12

Habiendo nacido Jesús en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando:
«¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo».
Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó y toda Jerusalén con él; convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías.
Ellos le contestaron:
«En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta:
“Y tú, Belén, tierra de Judá,
no eres ni mucho menos la última
de las poblaciones de Judá,
pues de ti saldrá un jefe
que pastoreará a mi pueblo Israel”».
Entonces Herodes llamó en secreto a los magos para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles:
«Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo».
Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino y, de pronto, la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño.
Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con Maria, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra.
Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se retiraron a su tierra por otro camino.


Pintura:🎨

La Adoración de los Reyes Magos por El Greco, 1568.

En Belén, los magos volvieron a ver la estrella, hallaron a Jesús recién nacido y lo adoraron, ofreciéndole oro (representando su naturaleza real, como presente conferido a los reyes), incienso (que representa su naturaleza divina, empleado en el culto) y mirra (un compuesto embalsamador para los muertos, representando el sufrimiento y muerte futura de Jesús). Parece ser que por el hecho de traer tres dones se dio por sentado que eran tres los personajes que los traían, aunque también en algún momento las distintas tradiciones han señalado que eran cuatro, siete y hasta doce magos. Como antecedente, Seleuco I Nicátor ofrendó oro, incienso y mirra a Apolo en su santuario de Dídima, en el 288 a. C.15

Al regreso, advertidos los magos por un sueño de las intenciones del rey, no volvieron a Jerusalén. Herodes, entonces, ordenó dar muerte a todos los niños menores de dos años residentes en Belén, episodio conocido como la matanza de los inocentes. Un nuevo mensaje celestial advirtió a José de la amenaza y este, llevando a María y a Jesús, huyó a Egipto.


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