XII Domingo del tiempo ordinario (B): Jesús calma la tempestad

¿Por qué tienen miedo? ¿Aún no tienen fe?

Tantas tempestades nos sacuden y el único que nos trae la calma es Jesús. Cuando los problemas te llegan algunos optan por alejarse o abandonar la barca. ¿Quién es este que calma tempestades?

 

La tempestad Calmada


XII Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2023 - 2024 - (Ciclo B)

 

“Vayamos a la otra orilla”

Esta orilla y la otra. Esta esquina y aquella. En esta orilla Jesús ha dedicado la jornada a explicar su Palabra. Su tema central ha sido el Reino de Dios, ha usado los recursos cotidianos para explicarles en qué consiste su Reino, cómo conviene vivir, qué elementos de la vida se deben fortalecer, la esencia de la alegría, del futuro, de la eternidad, etc. (cf. Mc 4,1-34). La jornada parece buena, la gente ha permanecido escuchándolo y otras barcas escoltan la barca donde Jesús usó como púlpito. Sin duda hay un impacto y una sensación de aprendizaje. La novedad ha avivado los corazones y la fe parece a prueba de fuego o de tempestades.


Al atardecer, ventilado por la brisa y el calor del sol, quiere dejar la esquina de la cátedra para ir a la esquina de la práctica; está cansado, confiado, y mecido por la barca se queda dormido. El ocaso del día tiene un resplandor bello para la contemplación y la calma, para rumiar lo aprendido durante la jornada, y de pronto el aire y las olas golpean y arrinconan las convicciones que se baten entre la fe y la desesperación, entre el sosiego y el ajetreo, entre la luz y la noche.


Los discípulos han pintado el atardecer con su alegría, con su obediencia, con esas conversaciones maravillosas de las travesías de los mares. Tienen a Jesús en la Popa de la débil barca, dormido, allí sí tiene una almohada para reposar la cabeza. La travesía del lago de Galilea les va mostrar que las tempestades llegan. La aparente fe de la orilla inicial parece pasar por el tamiz de la tempestad, hay momentos difíciles que parecen superar nuestras convicciones y fe. ¿Aún no tienen fe?

 

Maestro, ¿no te importa que perezcamos?

Los discípulos han entrado en pánico, increpan a Jesús como se increpan las actitudes indiferentes. La orilla humana atraviesa el lago hacia la orilla divina. Ante la tempestad no hay fuerza humana que la domine. Sólo el que pasó el día hablando de la fuerza creadora de Dios puede hacer algo, pero está dormido, y no se comprende por qué.

 

Unos navegan en la barca de la desesperación, nuestra frágil vida tiene pocos años para aprender, para valorar lo importante. Esta barca, inicialmente parece de fiesta, capitaneada por expertos pescadores. Una barca pintada y de fiesta, como el famoso Titanic, esconde tras los camarotes sus problemas, sus intereses; empujada por la soberbia y el lujo pierde el control. En realidad, no apunta a un problema técnico de la barca, sino a una actitud humana. El trasfondo de limpiar la barca para recibir a Jesús sin que les importe Jesús tanto como el privilegio de navegar en la barca más famosa de su tiempo.

 

Otros navegan en la barca de la serenidad. Jesús está convencido de la bondad de su proyecto. Sabe que Dios puede recrear el mundo y dominar tempestades. Ya no con un diluvio, sino con Jesús que otorga la serenidad de la fe, la confianza para llegar a puerto, a tierra firme. Su fuerza creadora vence el caos, expulsa diablos (Mc 5,1-20), vence la muerte (Mc 5,21-43), supera toda maniobra de los expertos pescadores. 

 

El contraste de las actitudes de los discípulos y la de Jesús simboliza nuestras reacciones a los grandes problemas.

 

Calmar las aguas.

Jesús despierta por el grito de los discípulos más que por la tempestad. Para Jesús parece que la tempestad no es el problema, como cuando no debes temer a un perro que ladra junto al amo. Esta experiencia de la tempestad se parece a otras experiencias: el pueblo cruza el Mar (cf. Ex. 14,22); el profeta Isaías: “cuando crucen las aguas yo estaré con ustedes” (cf Is 43,2).

 

Jesús que pasó de la orilla de la meditación a la de la calma, parece desconocido: "¿Quién es, pues, este hombre a quien hasta el mar y el viento obedecen?"

 

¿Quién es Jesús?

¿el que calma tempestades?

"¡Verdaderamente, éste era el Hijo de Dios!" (Mc 15,39)

 

Para el ejercicio de responder ¿Quién es Jesús?

·      Mesías o Cristo (Mc 1,1; 8,29; 14,61; 15,32);

·      Señor (Mc 1,3; 5,19; 11,3);

·      Hijo amado (Mc 1,11; 9,7);

·      Santo de Dios (Mc 1,24);

·      Nazareno (Mc 1,24; 10,47; 14,67; 16,6);

·      Hijo del Hombre (Mc 2,10.28; 8,31.38; 9,9.12.31; 10,33.45; 13,26; 14,21.41.62);

·      Esposo (Mc 2,19);

·      Hijo de Dios (Mc 3,11);

·      Hijo del Dios Altísimo (Mc 5,7);

·      Carpintero (Mc 6,3);

·      Hijo de María (Mc 6,3);

·      Profeta (Mc 6,4.15; 8,28);

·      Maestro (frecuente);

·      Hijo de David (Mc 10,47.48; 12,35-37);

·      Bendito (Mc 11,9);

·      Hijo (Mc 13,32);

·      Pastor (Mc 14,27);

·      Hijo del Dios bendito (Mc 14,61);

·      Rey de los judíos (Mc 15,2.9.18.26);

·      Rey de Israel (Mc 15,32).

Crea en mí, oh Dios, un corazón puro,

renueva en mí un espíritu firme.

No me rechaces de tu presencia

 

y no me prives de tu espíritu santo. (Sal 50)

 

Palabra del papa Francisco

Hoy podemos preguntarnos: ¿cuáles son los vientos que se abaten sobre mi vida, cuáles son las olas que obstaculizan mi navegación y ponen en peligro mi vida espiritual, mi vida de familia, mi vida psíquica también? Digamos todo esto a Jesús, contémosle todo. Él lo desea, quiere que nos aferremos a Él para encontrar refugio de las olas anómalas de vida. El Evangelio cuenta que los discípulos se acercan a Jesús, le despiertan y le hablan (cfr. v. 38). Este es el inicio de nuestra fe: reconocer que solos no somos capaces de mantenernos a flote, que necesitamos a Jesús como los marineros a las estrellas para encontrar la ruta. La fe comienza por el creer que no bastamos nosotros mismos, con el sentir que necesitamos a Dios. Cuando vencemos la tentación de encerrarnos en nosotros mismos, cuando superamos la falsa religiosidad que no quiere incomodar a Dios, cuando le gritamos a Él, Él puede obrar maravillas en nosotros. Es la fuerza mansa y extraordinaria de la oración, que realiza milagros.

(Ángelus, 21 de junio de 2021)

 

Lectura del santo Evangelio según San Marcos 4, 35-41

Aquel día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos:

«Vamos a la otra orilla».

Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban. Se levantó una fuerte tempestad y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba en la popa, dormido sobre su cabezal.

Lo despertaron, diciéndole:
«Maestro, ¿no te importa que perezcamos?».

Se puso en pie, increpó al viento y dijo al mar:
«¡Silencio, enmudece!».

El viento cesó y vino una gran calma.

Él les dijo:
«¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?».

Se llenaron de miedo y se decían unos a otros:
«¿Pero quién es este? ¡Hasta el viento y el mar le obedecen!».

 

 

0 Comments