X Domingo del tiempo ordinario (B): la familia de Jesús y los demonios

 Y mirando a los que estaban sentados alrededor, dice:

«Estos son mi madre y mis hermanos. El que haga la voluntad de Dios, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre»

Con Cristo podremos vencer la maldad en nuestras vidas. Sacudir cada maldad que se arropa en nuestros caprichos. ¿Sabemos quién es Jesús?

 

Jesús de Nazareth
Mosaico con una representación de Jesús de Nazaret, existente en la antigua Iglesia de Santa Sofía (Estambul), fechada cerca de 1280.
X Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2023 - 2024 - (Ciclo B)

 

Jesús está fuera de sí

¿Jesús está loco o es Dios? Los parientes de Jesús han escuchado las ‘habladurías’ de los vecinos. Ha incomodado con la verdad anunciada y se ha granjeado enemigos. Han decidido ya matarlo. Los parientes consideran que ha llegado el momento de intervenir, con prudencia, desde fuera, y con la mirada y los brazos abiertos de la Madre.

 

¿Jesús está fuera de sí o los parientes, los escribas y los discípulos en el fondo no tienen claridad de quién es? María, la madre, que escucha y obedece a Dios no está al margen de las palabras de Jesús. 

 

Jesús les ha puesto ‘fuera de sí’ no con los milagros y expulsión de demonios, sino con su postura ante la ley. No es difícil encontrar a los puritanos de la ley que juzgan y condenan ya a quienes no parecen seguir las sanas tradiciones, la ley mosaica.

 

Jesús aprovecha la presencia de sus parientes para hablar del parentesco con él. Ya la sangre no es el requisito sino la escucha y vida de la Palabra de Dios. Destaca el parentesco de espíritu. Ser de esta Familia marca un compromiso de corresponsabilidad, de afrontar las ‘habladurías’ y prejuicios de los vecinos, de seguir a Dios más que a la ley. Un auténtico discípulo se abre a una mirada universal de la familia de Jesús.

 

Poseído o fuera de sí ¿Quién es?

Jesús está fuera del control de quienes creían tenerlo todo controlado, incluso al dios de la sana tradición. La estrategia de un ciego control es la difamación, quitarle todo tipo de crédito, avergonzarlo en público, ridiculizarlo, poner en duda su propio ser.

Acusar al Hijo de Dios de estar poseído o aliado con Beelzebul, jefe de los demonios, obtiene una respuesta ilustrativa por parte del mismo Jesús: dos parábolas sobre la casa, que no se sostiene, y el hombre fuerte, que es vencido. Es decir, la casa vieja no se sostiene con la amenaza y las calumnias, la división y la ruptura no conviene ni a satanás.

Si en esta dinámica de ser de la familia de Jesús, de ese lazo espiritual más grande que el sanguíneo te llaman loco no es para que te preocupes. Tantos santos con su vida sencilla han encontrado adversarios que les consideran estúpidos y locos.

 

Palabra del papa Francisco

El Evangelio de hoy también nos habla de otra incomprensión muy distinta, con Jesús: la de sus familiares. Estaban preocupados porque su nueva vida itinerante les parecía una locura (v. 21). De hecho, Él se mostraba tan disponible con las personas, especialmente con los enfermos y los pecadores, de no tener ni siquiera tiempo para comer. Jesús era así: primero la gente,  servir a la gente, ayudar a la gente, enseñar a la gente, curar a la gente. Era para la gente. No tenía tiempo ni para comer. Sus familiares, por lo tanto, deciden llevárselo de vuelta a Nazaret, a casa. Llegan al lugar donde Jesús está predicando y lo mandan llamar. Le dicen: “Mira, tu madre, tus hermanos y hermanas están fuera y te buscan” (v. 32). Él responde: “¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?”, Y mirando a las personas que lo rodean para escucharlo, agrega: “¡He aquí mi madre y mis hermanos! Porque el que hace la voluntad de Dios, es  para mí hermano, hermana y madre“(v.  33-34). Jesús ha formado una nueva familia, que ya no se basa en los vínculos naturales, sino en la fe en Él, en su amor que nos acoge y nos une entre nosotros, en el Espíritu Santo. Todos los que acogen la palabra de Jesús son hijos de Dios y hermanos entre sí. Recibir la palabra de Jesús nos hace hermanos entre nosotros, nos hace familiares de Jesús. Hablar mal de los otros, destruir la reputación de los otros nos hace ser familia del diablo.

(Homilía, 10 de junio de 2018)

 

Lectura del santo Evangelio según San Marcos 3, 20-35

En aquel tiempo, Jesús llegó a casa con sus discípulos y de nuevo se juntó tanta gente que no los dejaban ni comer. Al enterarse su familia, vinieron a llevárselo, porque se decía que estaba fuera de sí.

Y los escribas que habían bajado de Jerusalén decían:
«Tiene dentro a Belzebú y expulsa a los demonios con el poder del jefe de los demonios».

Él los invitó a acercarse y les hablaba en parábolas:
«¿Cómo va a echar Satanás a Satanás? Un reino dividido internamente no puede subsistir; una familia dividida no puede subsistir. Si Satanás se rebela contra sí mismo, para hacerse la guerra, no puede subsistir, está perdido. Nadie puede meterse en casa de un hombre forzudo para arramblar con su ajuar, si primero no lo ata; entonces podrá arramblar con la casa.

En verdad os digo, todo se les podrá perdonar a los hombres: los pecados y cualquier blasfemia que digan; pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás, cargará con su pecado para siempre».

Se refería a los que decían que tenía dentro un espíritu inmundo.

Llegan su madre y sus hermanos y, desde fuera, lo mandaron llamar.

La gente que tenía sentada alrededor le dice:
«Mira, tu madre y tus hermanos y tus hermanas están fuera y te buscan».

Él les pregunta:
«Quiénes son mi madre y mis hermanos?».

Y mirando a los que estaban sentados alrededor, dice:
«Estos son mi madre y mis hermanos. El que haga la voluntad de Dios, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre».

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