XXII Domingo del tiempo ordinario (C): La mesa de Jesús: humildad y generosidad en el banquete

«Porque todo el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado.»

Jesús en el banquete de un líder fariseo.


La generosidad acompañada de arrogancia carece de verdadera humildad, y la humildad sin fe puede volverse inmisericorde en las relaciones. Para la generosidad de Dios no existen categorías de importantes y menos importantes: sólo la dignidad de ser hijos. Con su mirada profunda sobre la naturaleza humana, Jesús nos deja hoy perplejos.


SPAGNA – MADRID. Museo del Prado, Ultima Cena di Francesco Bassano, 1586

XXII Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2024 - 2025 - (Ciclo C)

Donde la humildad abre espacio y la generosidad no espera recompensa.

Sentarse a la mesa de la fraternidad

“Si quieres conocer a una persona, invítala a comer”. La mesa revela mucho más que modales: muestra nuestra historia personal, la relación con nuestros padres, el cuidado hacia los hermanos, la calidad de las conversaciones y el respeto hacia quienes sirven. Más allá de los gestos externos, lo que cuenta es cuánto valoramos a quienes están a nuestro lado.

En los Evangelios, la mesa es el escenario privilegiado de Jesús: allí expresa su alegría, tristeza y angustia, allí señala la traición y revela su amor. La mesa de Cristo no responde al protocolo social, sino a una mesa más íntima y profunda: la del corazón. Es una mesa con dimensión litúrgica, donde se celebra el amor interior, la verdad, la alegría y la generosidad de Dios.

Ser invitado a la mesa de la humildad

Al recibir una invitación solemos preocuparnos por la vestimenta, el regalo o el saludo. Pero Jesús nos invita a fijarnos en otra cosa: el puesto que ocupamos. El discípulo es, ante todo, invitado y servidor. No se trata de buscar el lugar preferencial, sino de asumir la actitud humilde de quien sirve.

En la vida social suele estar claro qué lugar ocupamos en una mesa o en el corazón de los demás, y muchas veces las invitaciones responden más al interés que a la generosidad. Sin embargo, quien vive con espíritu de servicio descubre la alegría interior que se enciende como luz de amistad.

El Evangelio nos recuerda que también somos invitados al banquete de los heridos: llevamos nuestras propias heridas y cargas. Este banquete, con sabor agridulce, no siempre encaja en la agenda de quienes tienen poder o recursos, pero es precisamente ahí donde se hace visible la ternura de Dios.


Invitar a la mesa de la generosidad

La clave no es solo a quién invitar, sino con qué intención. Jesús propone invitar por pura generosidad, sin esperar nada a cambio. Su enseñanza rompe con la lógica de los intercambios y los canjes de favores que dominaban las costumbres de su tiempo —y también las nuestras.

Lo peligroso es que, en ocasiones, los banquetes de los ricos se celebraban a costa del sacrificio de los pobres. Jesús denuncia esta lógica y nos invita a una generosidad que no discrimina entre ricos o pobres, sino que se fundamenta únicamente en la gratuidad.

Así, las reuniones que nacen de un corazón humilde y generoso fortalecen la verdadera amistad. En cambio, cuando la intención es presumir, competir o criticar, se revelan falsos vínculos. Por eso, la humildad es para Cristo la actitud sabia y santa: la base del amor auténtico.


Conclusión

El Evangelio de Lucas nos recuerda que todos valen, que todos pueden ser invitados. De nada sirve buscar los primeros puestos si ello nos lleva a la arrogancia y a la falta de misericordia. Las grandes virtudes no se alcanzan por rodearse de los poderosos, sino viviendo la humildad, el respeto fraterno y la confianza en Jesucristo.


Palabra del Papa Francisco

“La humilde generosidad es cristiana. El intercambio humano, de hecho, suele distorsionar las relaciones, las hace «comerciales», introduciendo un interés personal en una relación que debe ser generosa y libre. En cambio, Jesús invita a la generosidad desinteresada, a abrir el camino a una alegría mucho mayor, la alegría de ser parte del amor mismo de Dios que nos espera a todos en el banquete celestial.”

Papa Francisco.Ángelus. Plaza De San Pedro. Domingo, 1 De Septiembre De 2019


Lectura del santo Evangelio según San Lucas 14, 1. 7-14

En sábado, Jesús entró en casa de uno de los principales fariseos para comer y ellos lo estaban espiando.

Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les decía una parábola:

«Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y venga el que os convidó a ti y al otro, y te diga: “Cédele el puesto a este”. Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto.

Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga:

“Amigo, sube más arriba”. Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales.

Porque todo el que se enaltece será humillado; y el que se humilla será enaltecido».

Y dijo al que lo había invitado:

«Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado.

Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; y serás bienaventurado, porque no pueden pagarte; te pagarán en la resurrección de los justos».


0 Comments