Domingo VII del Tiempo Ordinario – Ciclo A (Mateo 5, 38-48) – 20 de febrero de 2011



“Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen”

Seguro lo que escribo sea una necedad, una utopía, pero escuchen sabios, sólo eso, lean.

Una bala en la pierna izquierda, bomba lacrimógena en el rostro, reportero gráfico golpeado en la cabeza, dedos destrozados, un trabajador duramente golpeado por policías, balas de AKM, bombas lacrimógenas,… me llevan al apacible San Jacinto, un centro Poblado, en la Provincia del Santa, Ancash Perú..
Los trabajadores de la empresa Azucarera que pertenece al grupo Gloria iniciaron una huelga indefinida para exigir sus derechos laborales. La violencia ha herido a los pobladores y aún más a los obreros. Esta historia se repite muchas veces; hay abusos, las autoridades reaccionan tarde, los derechos son violentados y la peor parte siempre la llevan quienes no tienen relaciones influyentes, los pobres.

La violencia, en todo sentido y desde cualquier punto de vista es dañina. Jesucristo deja de lado la ley del Talión para proponer algo más impactante y efectiva: la otra mejilla. Cuando a Jesús en casa del sumo sacerdote un soldado lo abofetea, no pone la otra mejilla, sino que se rebeló y le preguntó por qué le pegaba.

Cada obrero o cada policía podrá preguntar: ¿Por qué me abofeteas? Después de todo ambos están mal pagados. Lo más difícil es poner la otra mejilla. En ambos lados tendrán muchas justificaciones. La violencia no se justifica. Cuando se busca la paz, se renuncia incluso a los propios derechos. Renunciar -sí- por un bien mayor. ¿Acaso no es mejor abrir caminos de solución?

La espiritualidad de la no violencia no es nueva, Jesucristo nos habla del amor a los enemigos. Martin Luther King, premio Nobel de la paz en 1964, que fue asesinado en abril de 1968. La no violencia es pasiva físicamente y muy activa espiritualmente, no para humillar al oponente, sino para buscar su amistad.

¿Por qué no se lucha contra las causas del mal: la explotación, la pobreza, la miserable educación…? ¿La resistencia pasiva no es educativa y transformadora? La resistencia pasiva evita la violencia física y la espiritual. Hay que romper la cadena del odio. Acompañar en la lucha por la justicia y la paz.

¿Dónde están los líderes que predican el amor, quienes defienden los Derechos Humanos? ¿Quiénes acompañan al pueblo, hoy? ¿Los políticos? ¿La intención del voto? ¿Alguien se quiere involucrar en el pleito?
Sabios, ya pues, salgan dignamente a decir que existen. “Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y, si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto”.

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