No hay tantos problemas...?


“Cada día tiene bastante con sus propios problemas”

 Hermann Rodríguez Osorio, S.J.*

Cuentan la historia de un hombre vivía en la orilla de un camino y vendía perros calientes. No tenia radio, ni televisión, ni leía los periódicos, pero hacia y vendía buenos perros calientes. Solo se preocupaba por la divulgación de su negocio y colocaba cartelones de propaganda por el camino; ofrecía su producto en voz alta y el pueblo le compraba. Las ventas fueron aumentando y, cada vez más; compraba el mejor pan y las mejores salchichas. También fue necesario comprar un carrito más grande para atender a la creciente clientela y el negocio prosperaba. Sus perros calientes eran los mejores de la región. Venciendo su situación económica pudo pagar una buena educación a su hijo, quien fue creciendo y fue a estudiar economía en la mejor Universidad del país.

Finalmente, su hijo ya graduado con honores, volvió a casa y notó que el papá continuaba con la misma vida de siempre y tuvo una seria conversación con el: “–Papá, ¿usted no escucha la radio? ¿Usted no ve la televisión? ¿Usted no lee los periódicos? Hay una gran crisis en el mundo y la situación de nuestro país es crítica. El que no se mueva, va a quebrar". Después de escuchar las consideraciones de su hijo estudiado, el padre pensó: “–Si mi hijo es economista, lee periódicos, ve televisión, entonces solo puede tener la razón...”. Con miedo de la crisis, el viejo buscó el pan más barato (más malo) y comenzó a comprar las salchichas más baratas (las peores); y para economizar dejó de hacer sus cartelones de propaganda. Abatido por la noticia de la crisis ya no ofrecía su producto en voz alta. Tomadas todas esas precauciones, las ventas comenzaron a caer y fueron cayendo y cayendo y llegaron a niveles insoportables, hasta que el negocio de perros calientes del viejo que antes generaba recursos hasta para que el hijo estudiara economía, quebró.
 Entonces el padre, muy triste, se dirigió a su hijo con estas palabras: "–Hijo, tenías razón, estamos en medio de una gran crisis" y le comentó orgullosamente a sus amigos: "Bendita la hora en que envié a mi hijo a estudiar economía; el me avisó de la crisis... Si no hubiera sido por él, quién sabe qué hubiera pasado”.

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