Sacerdote des-ubicado



















Carta de un sacerdote des-ubicado a un amigo ubicado


Hola, hoy puedo contarte sobre cómo pasé el día del sacerdote. De verdad, también se celebra su día recordando el día que Jesús instituyo la Eucaristía y por consiguiente el servicio sacerdotal, además añadió el lavado de los pies para celebrar la caridad fraterna.

Sigo, cual cronista peligroso, eso, a veces puede confundir lo que piensa con la realidad. Esta mañana desperté y mi corazón funcionó, mis piernas se agilizaron por el “pasillo de los suspiros” (yo lo llamó así) hasta aquella histórica basílica para el oficio y los laudes.

Un aire fresco propio de esta colina, se ve iluminada la ciudad por el sol primaveral. Estaba concurrido el coro, obvio, es un día para agradecer de que Jesús nunca pidió currículos ni ningún tipo de antecedentes a sus discípulos; confió en el corazón y la libertad para amar.

En tanto avanzaban las oraciones en el “idioma de los ángeles” se cargaba el café y me agitaba la respiración. Los estudios, los desvelos, las lágrimas, la soledad y la libertad. La familia, los que te quieren y los que dicen quererte. En fin, la historia de toda persona al servicio siempre tiene sus momentos volcánicos y caminos insospechados.

Muy sorprendido. Todos sabemos que celebramos el mejor día del año, pero parece una razón teológica. Quería decirles ¡feliz día!, de hecho, felicité a algunos, pero la respuesta era sin sal.  Esta celebración solitaria en la custodia personal está llena de culpa y alegrías.

Procuré llegar rápido a revisar mis correos, nadie me escribió. Revisé las redes y muchos estaban colgados, enlazando los medios de las noticias internacionales. Y entonces dije, esperemos, será más tarde. Finalmente asumí que en realidad estamos para servir y no debemos aspirar a los primeros sitios, menos un saludo. ¿Me notas superficial ahora?

Parezco desubicado. Queremos ir al reino de los cielos y muchos están pensando en una isla paradisiaca, creemos en los procesos y ahora vale lo “inmediato”, buscamos la justicia y otros las circunstancias, queremos evitar el pecado y a pocos les vale nada la idea.

Te cuento ésto porque debes saber que necesitamos del amor de madre, de padre, de hermanos, de amigos. De nuestros hermanos de comunidad. Testimonios de felicidad o amargura, pero testimonios al fin. Necesitamos de la fe, del amor, de la misericordia, de tus cuestionamientos. Incluso, sus críticas agudas y gestos arriban a nuestra vida como una alerta de Dios. He tolerado críticas salpicadas de bilis y de ignorancia; con tristeza y compasión.

A la tarde, me alegró “por todos” el saludo de alguien que no esperaba. Su valoración la sentí sincera, no de cliché ni por salir del paso.

Llegó el momento esperado. Todo un fariseo, esta vez pasé primero por la ducha. Llegué con el corazón en la mano llena de peticiones. Como sabrás, cada sacerdote tiene peticiones al elevar el Pan y el Vino, siempre están presentes los más cercanos a tu corazón, padres, hermanos, amigos, personas que te lo piden,…

Sucedió algo extraordinario, seguí los cantos y las lecturas, la predicación, la meditación, sin palabras para Dios, porque su misericordia es grande. Llegó el momento del lavado de los pies. Y alguien me dijo: “tú también”, me resistí, pasmado, luego accedí a recibir el premio, había pasado por la ducha entonces no había qué temer.

Eso es, seguir a Jesús, siempre serás un desubicado. Y si cada vez Jesús está más ausente, entonces, serás más des-ubicado.

* Carta autorizada para su publicación, 18 de abril de 2019, mail: ....

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