V Domingo del tiempo ordinario (B): “Curó a muchos enfermos”

Encuentros saludables


Cristo nel GetsemaniHeinrich Hofmann, 1886


V Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2020 - 2021 - (Ciclo B)


Estoy contando los días, cuándo me tocará la vacuna anti COVID19. Pertenezco a los migrantes en un país de 60.244.639 de habitantes. Sólo debemos cuidarnos más porque “la distribución tropieza y los confinamientos se extienden”. No perdamos la fe.

 

Si estas como Job, sufriendo física y espiritualmente, quizá reniegues de Dios, o le preguntes: ¿Por qué tanto mal en este mundo ‘civilizado’? Servidores del bien y del mal. A Dios no le gusta el mal, sus curaciones milagrosas impactaron tanto como su mística y calidad humana para sanar. Sus grandes debates son dirigidos a la salud espiritual del ser humano. La actitud concreta, hoy, la tiene la suegra de Pedro: se levantó y comenzó a servirles.  

 

Entonces, el gran objetivo de la vida es: Servir. Sin el ‘servicio’ sólo somos máquinas de producción o escrupulosos egoístas. Por ello, si hoy experimentas que sirves a la vida de alguien, no vives en vano, de nada sirve lamentarnos si no intentamos mejorar el mundo.

 

Un signo del servicio a la humanidad puede ser “Vacuna anti COVID19 para todos”. Si bien, muchos han visto en la pandemia el rostro de una guerra, una amenaza económica, también han puesto en evidencia la desigualdad en el “derecho a la vida”. No hay una estrategia sanitaria mundial, sino nacional, y así los países pobres cada vez más vulnerables y a los pobres de los pobres sólo les queda la fe de Job.

 

El 4 de febrero hemos celebrado el “Día Internacional de la Hermandad Humana” con el que se busca promover un diálogo interreligioso y cultural. El papa Francisco considera a la fraternidad como el desafío del siglo, tal como lo argumenta en la Fratelli Tutti y el Documento sobre la Fraternidad Humana por la Paz Mundial y la Convivencia Común(2019)

 

En lo referente al diálogo interreligioso está muy vigente el no incitar al odio, evitar los fundamentalismos. En este punto es muy fácil criticar las guerras a causa de la religión y juzgar. Pero, es también importante mirar nuestra propia vida: ¿respetamos la vida espiritual de los otros? ¿Somos los buenos samaritanos, pregoneros de la hospitalidad?

 

¿Cómo evitar las manipulaciones religiosas? La manipulación fue derrotada inteligentemente por el mismo Jesús. En esta línea, la violencia religiosa debe ser desenmascarada a nivel teológico. El fanatismo te puede llevar a desplazar a Dios e idolatrarte como un iluminado, cuyo alucinógeno también debe ser purgado. La caridad en la corrección fraterna no deja la verdad y la justicia fuera, menos la misericordia.

 

El mundo cambia con actitudes saludables. Un ser saludable es seguro de sí mismo; capaz de acoger, respetar y sanar a otro ser. Lo contrario y penoso es acoger al otro para manipularlo, corroerlo, para hacerlo dependiente, encarcelarlo en nuestras emociones; “el huésped no debe convertirse en rehén”.

 

Hay algo también importante: la interioridad saludable. Un ser sin profundidad espiritual camina una vía sin sentido. El mismo Jesús se da tiempo para el silencio, para encontrarse y hablar con su Padre. Esta oración energiza y oxigena su misión: “vamos también a otros lugares” para sanar, restablecer comunicaciones, valorarlos, devolverles la dignidad de hijos de Dios. 

Es decir, la “mística de la fraternidad” es fundamental para pensar en una saludable fraternidad, en una sanidad global sin marginados, en el respeto a la vida incluso de los más pobres.


 

Lectura del santo evangelio según san Marcos 1, 29-39

En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a la casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, e inmediatamente le hablaron de ella. Él se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles.
Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar.
Se levantó de madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se marchó a un lugar solitario y allí se puso a orar. Simón y sus compañeros fueron en su busca y, al encontrarlo, le dijeron:
«Todo el mundo te busca».
Él les responde:
«Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido».
Así recorrió toda Galilea, predicando en sus sinagogas y expulsando los demonios.

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