Domingo XVI Ordinario – Ciclo A (Mateo 13, 24-43) – 17 de julio de 2011

“... pueden arrancar también el trigo”


Hola, hoy tú eres el psicólogo. Ojo. El otro día chocaron el auto de mi tío y se esperaba que estallara, pero no lo hizo. El travieso que lo chocó esperaba recibir una paliza y acabar el problema, pero la reacción pacífica lo atravesó interiormente.
Dejó su auto en buen estado, vino alguien lo cogió y lo chocó. Prestó su casa compadecido vino alguien y quiso adueñarse. Le daba la comida y le ayudaba en los estudios y el tal “alguien” le despreció. Le amaba tanto a “alguien” que no dejó de odiarlo.

¿Cómo comes? Sí, sencillamente cómo: ¿criticas la comida o piensas en los problemas y no saboreas, dejas lo más rico para el último o por ahí comienzas, te dispones a comer con tranquilidad y disfrutar cada bocado? Los psicólogos ya están lanzándose al análisis.

Se lanzan a tu historia personal y tienen razón, pero se “estrellan” porque tu inteligencia puede crear y recrear historia, vida, acciones, maneras de comer,… Identificar la causa de tu manera de comer, de la maldad,… es muy difícil, Jesús atinó a proponer ante tal realidad: el perdón. Eso que no significa perder memoria pero sí el orgullo.

Tira tu primera pedrada si nunca has hecho una maldad. Nos cuidamos por todos los flancos para decir ¡Nunca! Estás pensado ya en lo que te motivó cometer una maldad, es decir, buscas justificarte. Los infieles declaran que fueron empujados por muchas causas, hay que ponerles un monumento por todo lo que soportaron. ¿Son o somos pocos los débiles?
Ante Dios el ensayo de demostrar queeres bueno es vano. Conoce el fondo de tu corazón y no está vacío. Él propone la vida y el amor, no le importa que estés pensando y alistando tu espada de la muerte y tu rostro con sello de odio. Y si no te gusta o no cuentas con Dios, no es tu problema (creo que grande), Dios cuenta contigo, está comprometido con tu historia.

Cada camino nos lleva y trae, nos conduce hacia la cima y hacia abajo; pero Dios tiene muchos caminos. No cantas perfecto en la primera ni aprendes al instante; la paciencia y la perseverancia te llevan. Los conciertos y las ponencias maestras tienen su tiempo. La bondad y la santidad se construyen.

Y lo que te dará en el alma es saber que no necesitas ser perfecto para acceder a Dios. En la gracia y en la miseria tienes esa oportunidad. Que te sientas alejado de Dios o que no tengas fe no significa que Dios esté al margen de tu vida. Revisa tu corazón. Más grande que tu “perfección” es su ¡misericordia!

Queridos psicólogos, buenos y malos, del trigo y la cizaña, tradicionales e innovadores, crédulos e incrédulos (ingenuos a veces)… Mucha paciencia, cautela, respeto, misericordia, prudencia. Déjenlos crecer, lo sembrado por el hombre es frágil y engañoso, lo sembrado por Dios es más fuerte. Por querer quemar lo malo sin identificarlo bien puedes chamuscar lo bueno.

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