Domingo III de Adviento – Ciclo B (Juan 1, 6-8.19-28) – 11 de diciembre de 2011



“Abran un camino derecho para el Señor”



Una de las sorpresas en este tiempo de preparación para la navidad, algunas veces, visitamos Lupahuary, un anexo de Cascajal, ubicado a 60 Kilómetros, aproximadamente, de Chimbote. Un lugar bello por sus paisajes y árboles frutales, obviamente por la hospitalidad de su gente.

Ingresa un bus lleno de equipajes, se detiene muchas veces y como una auténtica acémila va superando las rocas, los fangos, las subidas pronunciadas, las trochas improvisadas… con los riñones y la espalda destrozados, uno sólo se pregunta ¿Cuándo tendrán una mejor carretera? Serían menos de 4 horas y salvarían muchas vidas, mejoraría el turismo, …

Por ello será de grato recuerdo el Presidente que construyó la carretera marginal de la selva. Las autoridades suelen tener como su caballito de combate en campañas políticas: la construcción de carreteras y caminos, el acercarse a las necesidades del pueblo, el ser accesibles para desarrollar proyectos.

Al final es tan importante un camino porque nos ayuda al encuentro, a la unión, nos facilita el acceso a otros productos y otras buenas (a veces malas) noticias. No abrir caminos es condenarnos a la marginación, al olvido, a la muerte,…

Por ello, hoy se pide, con energía, abrir caminos. Lo dicen las lecturas de manera poética, con una crítica profunda a la soberbia y a la mentira.

Uno de los grandes poetas del antiguo Testamento es Isaías. Es uno de nuestros tres guías en el Adviento: Isaías, Juan el Bautista y naturalmente la virgen María. Es uno de los libros más grandes de los profetas. Es como un compendio de toda la Biblia, tiene como un poco de todos los demás libros.

El capítulo 61 de Isaías destaca por su belleza: La unción del espíritu y de la misión de liberación y de esperanza que realizará el mesías; la alegría que experimenta el pueblo de Dios, de saberse visitado y amado por el Dios. ¿Cómo te visitará el Señor si no abres el camino?

La carta a los fieles de tesalónica (Tes. 5),  dicen los estudiosos que es el primero de los escritos del Nuevo Testamento, que no fue escrito en el orden normal que conocemos hoy: los Evangelios, los Hechos de los apóstoles, las Cartas del Apóstol San Pablo, las Epístolas Católicas y el Apocalipsis. Lo primero que se escribió fue probablemente esta primera carta. Una gozosa expectativa aguardando la venida del señor.

Hoy, el Evangelio se centra en la persona de Juan el Bautista. Nos presenta a Juan en una profesión de fe: él no es el mesías, es la voz que anuncia al Mesías y su bautismo es de arrepentimiento. Todo en Juan es preparación, es arrepentimiento. Abre el camino, es como el Profeta Elías que prepara la venida del Señor, incluso enfrentándose a los poderes más crueles y opresores de su contexto vital.

¡Abran caminos derechos para el Señor!
¡Abran caminos dignos para los preferidos del Señor!
¡Abran caminos sinceros para el desarrollo de nuestro pueblo!

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