XIV Domingo del tiempo ordinario (B): “ No desprecian a un profeta más que en su tierra ”

  La incomodidad profética


Cristo rechazado.1822. Por William Dunlap, actualmente en la Universidad de Princeton.



XIV Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2020 - 2021 - (Ciclo B)

 

Si hoy estás sensible es mejor no leer el siguiente artículo. Porque si lo lees tienes un compromiso.

Sentirse incómodo.

Si te causa incomodidad la situación moral o social, no te desanimes. Procesa aquellas situaciones y asúmelas como signos de que puedes hacer algo por mejorarlas. Y si por las obras buenas que haces te rechazan o persiguen entonces pregúntale a Dios qué sigue.

 

Saber preguntar y cuestionarse es el motor de la sabiduría. Esta virtud, de valor profundo en la Sagrada Escritura, se vive, es una experiencia iluminadora. Por ejemplo: la alegría no te la pueden comprar, el amor es existencial y sublime, la justicia forja la paz, la fraternidad cuida del bien común, la fe ilumina la razón. 

 

Incómodas contradicciones.

Peco de incauto si te dejo con lo sublime, soy consiente de que es difícil ser honesto, fiel, solidario, etc. Hoy, Jesús corre el riesgo de los profetas, no ser aceptado. El evangelio de Marcos señala que los paisanos de Jesús se maravillaban de las palabras de ‘sabiduría’ que salían de su boca; y luego Jesús se sorprende de la incredulidad de sus paisanos. La sorpresa fue grande que Jesús no hizo milagros en su propia tierra, las visiones se han estancado y lo han ubicado como ‘el carpintero’ no como el profeta, menos como Dios.

 

Serás incómodo siempre.

Si reclamas justicia serás siempre incómodo. Si buscas la verdad serás muy incómodo porque la verdad es luz y no se puede ocultar para siempre. No darles tregua a los injustos y mentirosos te hace apático. Pero el corazón humano busca la justicia y la verdad, entonces hay otros que también se comprometen con la causa, por ello, la fe de algunos hizo que Jesús pudiera sanar a pocos enfermos.

 

El profeta, en este sentido, no recibe la autoridad de una institución ni de alguna autoridad. El profeta tiene el Espíritu de Dios, es libre, los valores que busca son necesarios para el sentido de la vida, son eternos, no se compran, no se enseñan, solo se testimonian.

 

Necesitamos de profetas:

Pido disculpas que hoy me centre en el Perú, ya es noticia internacional la crisis política y la superación de los 200,000 muertos a causa de la pandemia del COVID-19. En un contexto así necesitamos profetas.

 

Profetas de la verdad.

 La campaña política, en a segunda vuelta, se sostenía en dos mentiras: el candidato comunista y la candidata demócrata. Quienes tienen memoria y conocen la vida de los candidatos saben que es una mentira grande. Las verdaderas intenciones van saliendo a la luz, las mentiras continuarán. Ya el Papa Francisco proponía la política de la verdad para generar democracia.

 

Profetas de la justicia

Ambos reclaman justicia y están ligados a las injusticias. Pero la justicia se ve en la economía y la opinión pública de un país. Sabemos que la economía peruana crece en un colchón de plumas de ganso para pocos y en petates (Tejido de totoras que usan los pobres) para la gran mayoría. La opinión pública está de manera escandalosa manipulada por los Medios de Comunicación Social, una vergüenza deontológica, una crisis moral de la cual todavía no muestran arrepentimiento. 

 

Profetas de libertad.

La libertad exige compromiso. El sistema empresarial ha mostrado lo más miserable ante la pandemia y la elección de un nuevo gobierno. Son capaces de todo por mantener su estabilidad; y, a pesar de todo el esfuerzo por colonizar mentes y mantener en la ignorancia hay gente que se decepciona y comienza a ver la luz de manera distinta.

 

Si no nos comprometemos con la solución de los grandes problemas corremos el riesgo de ser cómplices indirectos. Si nos comprometemos de seguro las agendas nacionales referidas a la educación, la salud, la alimentación, etc, no dependerán de los “lobbies políticos” sino del bien común.   

 

Profetas de fraternidad. 

La fragmentación del país irá pariendo los intereses dominantes. El miedo de unos pocos no es el ‘terror’ de las mayorías. Se sufrió el grado máximo del racismo, la xenofobia. Es más, se relacionó la cuna de origen con la forma de vestir y hablar, pero no con la integridad en valores humanos. 

 

El complejo de “Doña Florinda” seguirá tratando a la “chusma” con desprecio. Y lo peor es que vive en la misma vecindad, también paga alquiler y tiene las ínfulas de rica gracias a la pequeña pensión que le alcanza para unos dulces de Kiko. Hay calificativos con los que se escupía al cielo: “pobres”, “ignorantes”, … ¿Cómo entender que los ‘inteligentes’ defiendan lo irracional? ¿Cómo reconciliar los intereses personales con los comunes?

 

Si la pandemia sacó lo mejor y lo peor, la campaña política y la respuesta de la gente sacó lo impensable.

 

En este campo de “fake news” necesitamos de noticias verdaderas. La Buena Nueva podría iluminar los corazones para refrescar los valores en crisis. Realmente, necesitamos palabras proféticas que edifiquen. 

 

Palabra del  Papa Francisco:

 

"No se puede conocer a Jesús sin implicarse con Él, sin jugarse la vida por Él. Cuando tanta gente –incluso nosotros–  se hace esta pregunta: ‘¿Pero quién es éste?’, la Palabra de Dios nos responde: ‘¿Quieres saber quién es éste? Lee lo que la Iglesia te dice sobre Él, habla con Él en la oración, y sigue su camino con Él. Así, sabrás quién es este hombre’. ¡Este es el camino! Cada uno debe hacer su propia elección". (Santa Marta – 26 de septiembre de 2013)

 

 

Lectura del santo Evangelio según San Marcos 6, 1-6

En aquel tiempo, Jesús se dirigió a su ciudad y lo seguían sus discípulos.
Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada:
«¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada? ¿Y esos milagros que realizan sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?».
Y se escandalizaban a cuenta de él.
Les decía:
«No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa».
No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se admiraba de su falta de fe.
Y recorría los pueblos de alrededor enseñando.

Rechazo en su ciudad natal[editar]

En un relato conservado en los evangelios sinópticos Marcos 6:1-6Mateo 13:54-58 y Lucas 4:16-30), Jesús fue vehementemente rechazado por la gente de su ciudad natal, que Lucas especifica como Nazaret. Este incidente ocurrió inmediatamente después de la Tentación de Jesús en el desierto de Judea.

En los sinópticos, después que Jesús hubiera iniciado su ministerio - y antes de la muerte de Juan Bautista - él retornó a su ciudad natal. Entra en una sinagoga durante el Sabbath para predicar. Lucas afirma que Jesús realizó una lectura de las escrituras y alegó ser la realización de la profecía contenida en los versículos de Isaías 61:1-2, mientras que los demás evangelios no citan este detalle. Todos ellos describen al público cuestionando negativamente el origen de sus enseñanzas1​ y criticándolo por ser solo un carpintero (en Marcos) o el hijo de uno de ellos (en Mateo).




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