XXXIII Domingo del tiempo ordinario (B): "El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán". Parábola de la Higuera

“En cuanto al día y la hora, nadie lo sabe”

 


Pantocrátor. Meister aus Tahull 



XXXIII Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2020 - 2021 - (Ciclo B)

 

Temor al futuro

Un niño de 35 años se despertó a las 9 de la madrugada y fue a desayunar con su mamá, preocupado dijo: “anoche soñé que era un bebé y me amamantabas pero que la casa estaba llena de sal, es un sueño raro mamá”. La mamá respondió: “hijo, los sueños nos dan lecciones, comprende el mensaje”. “¿Y cuál es?” respondió con curiosidad el hijo. La mamá, muy seria, sentenció: “tu sueño significa: ¡sal de la casa ya, mamón!”.

 

La preocupación de este hombre, más dormilón que algún diputado en sesión plenaria, cómicamente, puede ser la nuestra, querer interpretar el futuro en base a sueños y sin ser conscientes de lo que hacemos cada día. Hay una primera lógica moral: “cosechas lo que siembras”. Es difícil lograr tus “sueños” yendo más tiempo a la cama que al desarrollo de las estrategias que te pongan en misión - acción para lograrlos.

 

Dios de la esperanza

La mamá del joven no quiere calamidades para su hijo, como Dios no las quiere para nosotros. No es una amenaza. Tampoco puede dejar de advertir los peligros. En el caso del lenguaje apocalíptico, propio del auditorio de Jesús, no debería atemorizar, sino alegrar la llegada del mismo Dios, del cumplimiento de sus palabras llenas de amor, libertad, justicia, ...

 

En este “sueño” de la vida es nuclear interpretar la realidad de: el ambiente, la justicia, la familia, el bien común, la iglesia católica, la vida interior, etc. Así como el inicio del calor puede ir anunciando las vacaciones; las hojas verdes, la primavera; es preciso interpretar el trasfondo, ayudados por la ciencia actual, y prevenir o visionar las posibles consecuencias.

 

Una señora hacía una encuesta en su Facebook: “¿cómo amaneció mi bella generación, de 50 para arriba? ¿Qué les duele hoy?” Ha tenido pocas respuestas y muchas risas. No deja de ironizar una realidad con trasfondos físicos, emocionales, espirituales, sociales.

 

¿Cómo tener el espíritu esperanzador?

Si miras las conformaciones familiares, el cuidado ecológico, el sistema de salud, el manejo económico, los objetivos del milenio, el nivel de compromiso de un joven … ¿te surge un espíritu de esperanza? Debemos valorar los esfuerzos de muchos, auque parezcan insuficientes. Es posible mejorar el mundo. En este momento, tú estás en el afán de ser mejor persona para mejorar tu familia, tu sociedad, tu iglesia, tu planeta.

 

Tú eres la generación que no deja de conocer el cumplimiento de la Palabra de Jesús. Él ya murió en la cruz por nosotros. Cumplió su palabra. Conocemos su amor, el sentido de su justicia, la libertad cristiana, la corresponsabilidad con el prójimo. Eres parte de esta generación que conoce y tiene tantos medios para conocer a fondo su Palabra. 

 

¿Cómo planificar el futuro, para que realices tus sueños, en el sentido cristiano? ¿Ya conocemos su primera venida, y cómo nos preparamos para el segundo encuentro?

Entonces, más que buscar respuestas “fantásticas” en los sueños o en los horóscopos, en los números cabalísticos o en los fenómenos naturales, es mejor observar mejor aquello que construimos. No reflexionemos en el fin del mundo, sino en cómo lo construimos con la Palabra de Jesús, pues su venida y presencia es una realidad innegable.

 

Se siente ya un sabor al Rey del Universo, lo celebraremos el próximo domingo, iniciando así el Adviento, un tiempo morado, para esperar o prepararnos para el nacimiento del Salvador, el niño Jesús.

 

Palabra del Papa Francisco

En el pasaje evangélico de este domingo el Señor quiere instruir a sus discípulos sobre los eventos futuros. No se trata principalmente de un discurso sobre el fin del mundo, sino que es una invitación a vivir bien el presente, a estar atentos y siempre preparados para cuando nos pidan cuentas de nuestra vida. […] La historia de la humanidad, como la historia personal de cada uno de nosotros, no puede entenderse como una simple sucesión de palabras y hechos que no tienen sentido. Tampoco se puede interpretar a la luz de una visión fatalista, como si todo estuviera ya preestablecido de acuerdo con un destino que resta todo espacio de libertad, impidiendo tomar decisiones que son el resultado de una elección verdadera. En el Evangelio de hoy, más bien, Jesús dice que la historia de los pueblos y de los individuos tiene una meta y una meta que debe alcanzarse: el encuentro definitivo con el Señor. ÁNGELUS 18 de noviembre de 2018

 

 

 

Lectura del santo Evangelio según San Marcos 13, 24-32

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«En aquellos días, después de la gran angustia, el sol se oscurecerá, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearán.
Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y gloria; enviará a los ángeles y reunirá a sus elegidos de los cuatro vientos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo.
Aprended de esta parábola de la higuera: cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, deducís que el verano está cerca; pues cuando veáis vosotros que esto sucede, sabed que él está cerca, a la puerta. En verdad os digo que no pasará esta generación sin que todo suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. En cuanto al día y la hora, nadie lo conoce, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, solo el Padre».

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La pintura:
👉Pantocrátor rodeado por la mandorla en el ábside de San Clemente de Tahull. Flanqueando la mandorla, se encuentra el tetramorfos, alegoría de los cuatro evangelios.

👉 Recomiendo la Homilía aquí

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